El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, presidió este lunes, 25 de enero, la clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. Un acto que giró en torno a la Palabra de la vid y los sarmientos, del que se había tomado el lema de este año, Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia (cf. Jn 15, 5-9), y en el que estuvieron presentes representantes de las diversas confesiones cristianas en Madrid.
Emmanuel Buch, pastor de la Iglesia Evangélica Cristo Vive de Madrid, fue el encargado de dirigir la predicación, en la que aseguró que esta invitación a permanecer en Jesús, en su amor y en su amistad, «está en el núcleo de las buenas nuevas que todos los cristianos estamos llamado a encarnar y […] a proclamar, en medio de una sociedad quebrantada, confusa, de hombres y mujeres que caminan como ovejas sin pastor».
El reverendo hizo suyas las palaras del teólogo católico Karl Rahner, «el cristiano del futuro será mísitico o no será» –es decir, «una persona que ha experimentado algo» más allá de «una aceptación puramente doctrinal de la doctrina cristiana»–, para referirse al ministerio del Espíritu Santo.
«Todo vivir cristiano –aseguró– y todo testimonio cristiano serán dinámicos, comprometidos, solo si una fuerza interior nos mueve y nos conmueve; solo si hay un viento poderoso que impulsa nuestras velas». Es «el viento del Espíritu Santo de Dios», que «nos edifica en comunión y que hace relevante nuestro testimonio en medio del mundo».
Fruto de esta acción del Espíritu es esa permanencia de Jesús en el hombre y del hombre en Jesús, indicó Buch, y también el amor de Dios, cuya máxima manifestación es Jesucristo en la Cruz. Como decía Martin Luther King, también pastor evangélico, «siempre que miro la cruz me acuerdo de la grandeza de Dios y del poder redentor de Cristo». En este tiempo de pandemia en el que hay tanta crispación, «nuestra única manera digna de participar en la vida de la polis es desde la cruz», indicó el pastor.
A su vez, este amor de Cristo «nos amiga con Él», indicó, y cuanto mayor intimidad con el Amigo, «tanto más amigos entre nosotros, sus discípulos». «La amistad es la clave del nuevo ecumenismo», aseguró, y apeló a la «teología de la amistad […], empapada de gratuidad» para conocer más a «nuestro común Señor» y dar testimonio de Él en el mundo siendo «agentes de esperanza».
Cristo en el centro
Los asistentes rezaron el padrenuestro antes de que el cardenal Osoro tomara la palabra para agradecer la posibilidad de, aun en medio de la pandemia, poder celebrar este encuentro de oración. Hacer el anuncio de Jesucristo en comunión, dijo, «es algo que sentimos en lo más profundo de nuestro corazón todos nosotros». Dios quiso que «permanezcamos unidos», y «manifestación» de ellos era el acto en la catedral, que «hacemos desde el amor, no desde ninguna otra fuerza». Ese deseo de unidad «lo manifestamos también en esta amistad que nace de su mandado», aseguró.
Con estas palabras se dio por cerrada la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, a la que se han sumado otras voces siempre con una nota distintiva de fraternidad. Tal fue el caso del pastor evangélico Alfredo Abad, de la iglesia de El Salvador e Iglesia de Jesús, que destacó el carácter cristocéntrico del texto propuesto como lema, asegurando: «Hay una vid y hay una vid verdadera». «No nos andemos por las ramas», añadió. Y perfiló el núcleo del texto evangélico: «Estar en Cristo es esencial», es la misma «respiración del cristiano». Y por tanto, «el ecumenismo está vinculado a esta permanencia en Cristo».
La comunidad luterana de Madrid acogió también, en la iglesia de la Paz, una oración presidida por el reverendo luterano Simon Döbrich y predicada por el padre Constantin Serban, de la Iglesia rumana ortodoxa, que reconoció que «lo más difícil es hablar del amor de Cristo» en este mundo con guerras, con esas diferencias entre países ricos y pobres... Haciendo una invitación a buscar ese amor en cada uno de nosotros, animó a «mantenernos limpios de corazón […] para mirar con preocupación a los hermanos». El ejemplo está, aseguró el padre Serban, en el gesto y las palabras de Jesús en el lavatorio de los pies, en sus sentimientos, en la vida entregada por sus amigos en la cruz. «Es el amor que nos ha enseñado Jesucristo», indicó, «que no es nada optativo; es un mandamiento».
En el Seminario Conciliar de Madrid, el padre Andrey Kordochkin, de la Iglesia ortodoxa rusa, predicó la oración ecuménica de vísperas en la cuarta jornada de la semana. Hablando sobre la amistad, remitió al libro del Eclesiástico cuando dice «un amigo fiel no tiene precio», palabras que pueden compartir incluso personas sin fe. El Antiguo Testamento, aseguró, remite a la amistad profunda con Jesucristo, cuya esencia está definida por dos palabras: acompañar a Jesús y compartir su vida en el mundo.
Esto lo refirió el padre Kordochkin a la vida sacerdotal para la que se preparan los jóvenes del seminario. «¿Cómo podemos servir a las personas?», se preguntó. «Es un arte y hay pocas recetas», pero en cualquier caso no es un tema de poder y de mandar, sino de servir. Concluyó mostrando su esperanza en que «Nuestro Salvador cuente con todos nosotros como sus amigos».
La Iglesia evangélica de habla inglesa, Community Church, que celebra este año su 50 aniversario, contó con la predicación del reverendo Ramiro Arroyo, que pidió no darle «la espalda al otro por miedo a la diferencia». «El camino de la unidad comienza en la intimidad de nuestra relación con Dios», dijo, en la oración, en el silencio, «que es cuando Dios actúa en nosotros». Por su parte, la reverenda Melanie Mitchell, pidió en su oración ayuda al Señor para dirigir «de nuevo nuestros corazones hacia ti» porque «a menudo […] nos centramos en nosotros mismos, se desvanece nuestra confianza en ti». «El Señor nos llama a vivir unidos», aseguró.
La comunidad invitó a la teóloga católica María Jesús Hernando, delegada de Ecumenismo de la diócesis de Getafe, a dirigir la meditación, que se centró en las bienaventuranzas, la propuesta de Jesús como «programa de vida» para los cristianos.
Unidos para ser creíbles
Los jóvenes de distintas iglesias cristianas celebraron un encuentro en la parroquia San Juan de la Cruz, una vigilia que comenzó con un mensaje de las Hermanas de Grandchamp, religiosas de diferentes iglesias cristianas que viven en comunidad y que prepararon desde su comunidad en Suiza los materiales que se han utilizado a lo largo de la semana, como narró Alfa y Omega. «En Jesús estamos todos unidos», les dijeron.
La vigilia, que contó con el testimonio vocacional del pastor Ramiro Arroyo, fue una invitación a presentarse ante «el alfarero» como «barro fresco para que nos des forma de nuevo» y «para estrenar página nueva contigo». Cada uno de los asistentes pudo simbolizar el sarmiento que es unido a la vid pegando en un mural una representación de un fruto.
El séptimo día del octavario se celebró en la catedral del Redentor, de la Iglesia anglicana, con una oración predicada por el sacerdote católico Manuel Barrios, secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea. Comenzó aludiendo a esa imagen que el Papa Francisco evocó en la plaza de San Pedro, al comienzo de la pandemia, de la barca de los discípulos azotada por la tempestad. «Este tiempo tan duro que el Señor ha permitido que vivamos y que ya va a formar parte de nuestra vida […] lo tenemos que vivir como un kairós», como un tiempo que «se nos ofrece para nuestra conversión», aseguró.
En este año también «hemos experimentado que dependemos los unos de los otros», y una llamada a «volver a lo que de verdad importa», y esto «vale también» para la semana de la unidad de los cristianos. En este sentido, afirmó que la unidad es básica para «que el mundo crea», para que el testimonio de los cristianos en Jesucristo sea creíble.