A tres días del Jubileo de Hermandades y Cofradías de la diócesis de Madrid, convocado este próximo sábado, 13 de septiembre, en la catedral de la Almudena, la parroquia Santa Cruz, una de la que más congregaciones acoge, es un hervidero de fieles. Es miércoles, día dedicado a San Judas, de gran veneración en el templo. Pero el apóstol, si bien es el que más gente atrae, no es el único al que se visita.
Porque en esta iglesia, cada capilla lateral está dedicada a una o varias advocaciones, y de la mayoría de ellas se han fundado hermandades, congregaciones y cofradías que han mantenido viva la fe. En total, cuenta el párroco, Alberto Andrés, son once. «Esta parroquia es lo que es por las devociones populares y por las cofradías».
Fundada en el siglo XIII, la parroquia atesora algunas de las devociones más antiguas de Madrid que han sido prolongadas a lo largo de la historia por cofradías nacidas en torno a ellas.
Sucede así con la Pontificia, Real y Primitiva Archicofradía del Glorioso Patriarca Señor San José y Santísimo Cristo de la Vida Eterna, fundada en 1581 —la más antigua de Madrid—, que saca al Señor yacente y María Santísima de la Paz en la procesión conocida como del Santo Entierro, el Viernes Santo; y con la Real Congregación de Esclavos de María Santísima de los Siete Dolores, Santísimo Cristo de la Agonía y Descendimiento de la Santa Cruz, fundada en 1591, que también cada Viernes Santo pone en la calle a su titular mariana en procesión.
La Virgen de los Siete Dolores comparte capilla con la Virgen de Araceli, patrona de la cordobesa Lucena (imagen inferior). Junto a la Virgen de las Nieves (Almagro), la Virgen de la Cinta (Huelva) y la Virgen de Gracia (Archidona – Málaga) constituye el grupo de advocaciones que llegaron a Madrid en los años 50 del siglo pasado de la mano de las grandes migraciones internas. Estas gentes «buscaron un sitio donde poder vivir la fe con su Virgen», y así es como se fundaron cuatro hermandades que mantienen vivos sus cultos.
Al margen de San Judas, las advocaciones que más devoción suscitan son la de los Siete Dolores y la Virgen del Pilar. Tras ellas hay congregaciones numerosas que mantienen, además, tradiciones «muy bonitas». Por ejemplo, la primera, que es penitencial, organiza en Semana Santa —junto a la de San José— conciertos de marchas procesionales. La segunda celebra el día del Pilar con una Eucaristía solemne baturra, vistiendo los trajes regionales y en la que los cánticos litúrgicos son jotas.
Advocaciones de gran arraigo
Completa el listado de congregaciones la de San Antonio de Padua el Guindero. Y junto a ellas, otras advocaciones sin hermandad pero de gran arraigo en la parroquia: Santa Marta, patrona de las amas de casa y de la hostelería, y el Santo Ángel de la Guarda, bajo cuya protección está la asociación gremial de los que antiguamente se llamaban maceros y porteros del Ayuntamiento de Madrid. Muchos son los fieles que acuden a rezar ante esta imagen; tanto, que el año pasado se sacó en procesión por primera vez y a partir de este curso se van a instaurar «los primeros lunes de mes como el día dedicado a él para fomentar su devoción».
Con toda esta riqueza en un mismo espacio, el párroco reconoce que las cofradías «aportan la vivencia de la religiosidad popular y revitalizan la parroquia». Sus actividades, como las Misas de cada mes, los cultos de hermandad, quinarios, novenas, preparación de las procesiones y de sus fiestas, convivencias, peregrinaciones, «repercuten en que la parroquia esté más viva». «Dan vitalidad a la comunidad parroquial». De hecho, Alberto Andrés afirma rotuno que «esta parroquia, si no fuera por las cofradías, estaría muerta pastoralmente».
El sacerdote, vitalmente unido a la Santa Cruz porque fue allí donde se bautizó y creció en la fe —«mi padre era el sacristán»—, ha «masticado todas las devociones populares» desde niño y, de hecho, «he sido cofrade de muchas de ellas». Así, en esta religiosidad popular que «da vida a la parroquia» ve un amplio campo de evangelización. «Hay mucha gente a la que no se llegaría si no fuera por las devociones populares». Y puesto que la mayoría son marianas, «todo es una ayuda para que la gente se encuentre con Dios a través de la intercesión maternal de la Virgen».
Fraternidad entre hermandades
El párroco observa también una estrecha relación de las hermandades que tienen sede en la Santa Cruz con la parroquia, y entre ellas mismas. Participan en las grandes celebraciones, como Navidad o Cuaresma e incluso en la procesión de san Judas Tadeo, que se llevó a cabo por primera vez el año pasado, pero también en las fiestas de cada una de ellas. «Acuden con sus estandartes, sus medallas…».
Además, dos veces al año Alberto Andrés se reúne con los hermanos mayores. Tanto es así que «me ha ayudado a ver la génesis del consejo pastoral», en línea con la reciente petición del cardenal José Cobo, arxzobispo de Madrid, a implementar los consejos en las parroquias. «Hay muy buena relación entre ellos», y de cara al futuro está diseñando una formación espiritual para las cofradías en Adviento y Cuaresma de modo que los hermanos también puedan conocerse.
Esta buena relación que existe entre las cofradías de su parroquia la percibe también el párroco en el resto de hermandades de la diócesis. «Hay una gran fraternidad entre todas». Así, ha animado con entusiasmo a que las de Santa Cruz «participen en la celebración diocesana» del día 13.