La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido este sábado, 6 de enero, una solemne Eucaristía presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la solemnidad de la Epifanía del Señor.
En su homilía, el purpurado ha deseado una feliz Epifanía «a todos los que venís hoy a celebrar, aquí, la Eucaristía». Y, recordando las palabras del Evangelio, «hemos visto la estrella y venimos a adorarlo», ha indicado que «esta es la experiencia original del encuentro que tuvieron unos buscadores, que descubrieron al mismo Dios que se hace hombre en el suelo de Belén. Hemos visto a la estrella y venimos a adorarlo. Este es el inicio de una gran corriente que recorre la historia desde aquella primera Navidad. Es el canto de esta fiesta de la Epifanía en la que renovamos la manifestación de Jesús a la humanidad en el rostro de un niño. Hoy seguimos nosotros, junto a los Magos, haciendo que sean unos sabios compañeros de camino que, también este año, nos hacen renovar nuestro descubrimiento de un Dios que camina con nosotros».
«Hoy – ha añadido- vemos cómo unos extranjeros, alguien que viene de lejos, de todos los rincones de la tierra, personifican a todos los pueblos. Todos los hombres y mujeres que se han puesto en camino, y se ponen hoy en camino, y reconocen, y adoran y se postran ante el niño Dios. En medio de las noches de nuestro mundo, en medio de las oscuridades, tantas… tantas que se nos ocurren, ¿verdad?, y tantas que llevamos en el corazón, hoy, como ayer, hay gente que es capaz de iniciar caminos y que, en medio de las noches, puedan reconocer a este Dios, que sigue naciendo en el suelo, y que se hace humanidad».
Para el cardenal, «hoy, como ayer, como aquellos Magos de Oriente, hay gente que abre caminos, y nos ayuda a seguir descubriéndolo. Este es el sentido de la fiesta de hoy. Un Dios que era escondido, un Dios que muchos creen que era desconocido, ahora aparece ante todos. Y es un Dios que no es para un grupo selecto, ni para los de siempre, ni para los que se querían o se creían poseedores de su custodia. Dios queda al descubierto». Los Magos -ha proseguido- «son los primeros de una gran peregrinación de la historia de la humanidad que se pone en marcha hacia el Señor».
A los presentes, les ha formulado la pregunta de «si queremos ser de aquellos que se ponen en marcha, y que pertenecen a esta gran peregrinación de buscadores, de renovadores de la presencia de Dios». Para ello, ha dicho, «lo primero que tenemos que hacer, como ellos, es mirar las estrellas». «Nuestra vida y nuestro mundo están llenos de destellos de Dios que se cruzan delante de nosotros, pero que a veces no atinamos a ver», ha dicho, ya que, «a menudo, preferimos otras luces, algunas más convincentes, más inmediatas, o luces que podemos apagar y encender a nuestro capricho».
«La estrella no es así», ha asegurado. «Las estrellas que el Señor nos pone no siempre son deslumbrantes. A veces hasta cuesta verlas», pero «siempre están presentes. Siempre Dios las enciende». «Aquel que mira las estrellas se da cuenta que encuentra esa inmensa alegría que encontraron los Magos al verla. Ese es el indicador», ha asegurado.
Caminar juntos
Ha continuado señalando que los Magos nos enseñan que «es necesario caminar. Ir hacia delante. Un camino que nos conduce a la verdad. La única verdad del amor que es Jesucristo, la luz del mundo».
Pero «no solo hay que caminar», ha explicado, sino que «hay que caminar juntos. Hay que aprender a acomodar el paso a los otros Magos. Al ritmo de los otros». Porque el camino de los Magos «es un camino concreto. De ponerse de acuerdo. De acomodar ritmos. De aprender unos de otros. Ese es el camino también de los que queremos descubrir y redescubrir la grandeza del Señor, que se manifiesta en nuestro mundo. El camino tan sinodal que estamos hablando, que supone no tener miedo a la comunidad, no tener miedo a los otros, sino aprender a escucharlos».
«Herodes no encuentra nada. Y no crea caminos de vida», ha afirmado. «Pero los Magos sí. Porque caminaron juntos. E iniciaron esta corriente, que hoy nos invitan a que participemos de ella. Los Magos, al caminar juntos, no encontraron a Dios donde esperaban», pero «lo importante es que lo encontraron, y juntos aprendieron a generar vida para otros». Los Magos «entendieron, como nosotros entendemos, que cuando uno descubre a Jesús, nuestra vida se convierte en el mejor regalo para los otros».
Ha concluido su reflexión invitando a todos los presentes a repetir la afirmación: «Señor, Hemos visto tu estrella. Y la seguimos viendo». Porque «Cristo sigue manifestándose. Abraza a todos».