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Lunes, 15 enero 2024 10:12

Cardenal José Cobo a la Institución Teresiana: «la Iglesia y el mundo hoy siguen necesitando vuestra experiencia»

Cardenal José Cobo a la Institución Teresiana: «la Iglesia y el mundo hoy siguen necesitando vuestra experiencia»

La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido este viernes, 12 de enero, una solemne Eucaristía con motivo del centenario de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana (IT), Asociación internacional de fieles laicos fundada por san Pedro Poveda en 1911. Presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la Misa han concelebrado los cardenales Antonio María Rouco Varela y Carlos Osoro, arzobispos eméritos de Madrid, y monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, obispo auxiliar de la diócesis, junto con los vicarios episcopales y otros sacerdotes.

«Cien años reúnen hoy a un amplio grupo de vida de la Iglesia» ha sido el saludo inicial que ha dirigido el purpurado en su homilía a los fieles asistentes a la celebración: miembros de las comunidades educativas, alumnos de colegios, movimientos, grupo de jóvenes, asociaciones, antiguos alumnos, colaboradores de las residencias de estudiantes, los proyectos culturales y sociales, las asociaciones y los grupos ACIT, «y todo ese abanico de vida que en estos cien años de vida se han ido desplegando».

Citando las palabras usadas en la convocatoria de esta Misa de acción de gracias, ha manifestado que sea «un tiempo para reconocer a tantas personas su tarea y entrega. Para agradecer a Dios juntos. Para abrir el carisma a los más jóvenes. Y para renovar el compromiso y la comunión. En esta tarde somos una familia» a la que la Iglesia «abre sus brazos, como siempre. Y nos unimos para rezar y para agradecer el don de la fe. Y la historia que Dios ha ido tejiendo en el tiempo, en el caminar de estos años».

El cardenal Cobo ha reconocido que «cien años son muchas vidas. Son muchos proyectos. Cien años son muchas incertidumbres, y no pocos cambios de rumbo». Pero, ha proseguido, lo fundamental lo decía Josefa Segovia al conocer la aprobación, en carta a san Pedro Poveda. «Es la fe la que está en la base de lo que va ocurriendo», señala. «Fe en Dios y confianza en aquellos a los que Dios ha llamado».

Sal y luz en el mundo

En alusión a las lecturas proclamadas, ha dicho que «vuestra familia teresiana, en medio de la Iglesia, nos recuerda a aquellas comunidades que son sal y luz en el mundo. Es todo un ramo de personas, de familias, de comunidades, de amigos que, siendo eminentemente humanas, al ser y vivirse como tarea de Dios, son sal y luz para nuestro tiempo».

Reconociendo que no fueron fáciles los tiempos del inicio, ha señalado que «parece que es una habilidad de la Institución: educar en tiempos difíciles. En distintos lugares del mundo, siempre encontramos educadores que sienten el impulso de Pedro Poveda, enfrentándose a situaciones complicadas, y afrontándolas de frente. Educar en tiempos difíciles es también, en nombre de vuestra experiencia, un esfuerzo colectivo de proyectos, centros educativos, y otras iniciativas promovidas por la Institución Teresiana en América Latina».

La Institución, que nace «en tiempos difíciles, y en tiempos de martirio», ha insistido, «se hace responsable de la complejidad de cada momento. Esta es la luz que también recogemos hoy: el afrontar cada día desde la luz y desde el sabor de Cristo. Por eso, la Iglesia y el mundo hoy siguen necesitando vuestra experiencia», que «parte de la fe. Cambian los tiempos, pero no cambia la fe ni la vocación recibida, que es el origen. Es la vocación, la llamada desde el origen, la que da alma a cada educador y a cada educadora. El eje para afrontar la marcha de la Institución». «Dadme una vocación, decía Pedro Poveda, y yo os devolveré una escuela», ha citado en otro momento de su reflexión para señalar que «revelan la fuente continua de estos años».

Obra de Dios

«Esta es una obra de Dios», ha afirmado en otro momento de su alocución, insistiendo en que es a Dios a quien hay que dar gracias, en primer lugar. «La vocación es el primer paso. Necesitamos vuestra vocación», ha precisado. «Nuestro mundo necesita la sal y la luz de Jesucristo».

En respuesta a tres conflictos de nuestro tiempo -polarización, populismos y posverdad- ha precisado que, «cogiendo la antorcha de estos cien años, hoy, vuestro carisma y vuestras vidas, nuestras vidas, quieren iluminar y salar, y ser respuesta a nuestro mundo desde la enseñanza, desde la cultura, desde la paz, desde la juventud, desde la familia, desde la inmigración…». «Luz y sal», ha incidido. «Y esa es vuestra antorcha. Que el mundo necesita. Ante la polarización, vosotros podéis ofrecer la luz y la sal desde la educación, en vuestra experiencia de comunidad y de vida laical». «Sois expertos y expertas en vida laical, y en la comunidad como don. Y, desde ahí, tenéis el reto de enseñar a la Iglesia y atender la polarización con la medicina de la educación, de la atención a las diversidades y la tolerancia en cada estudio y en cada proyecto». Porque, «esta polarización que vivimos, esta fragmentación, se combate desde el trabajar juntos, como decía Pedro Poveda».

Ha recordado que «la propuesta de Poveda siempre ha sido coordinar fuerzas. Crear redes, sinergias nuevas. Siempre, y en todos los campos». «Este aprendizaje, ha continuado, es el que vivimos en la Iglesia, y el que seguimos necesitando. Que suena a unir voluntades, a caminar juntos, y a sinodalidad».

Respecto a los populismos, «que ahora mismo ciegan y nos nublan, ayudáis también a responder por medio de la luz de la educación transformadora. Esa que late en vocación desde el principio». «Sabéis y proponéis ese camino educativo de integrar todas las dimensiones de la persona». «Una educación que saca lo mejor de cada persona, y que la integra. Esa es una luz que necesitamos».

Por último, ante el mundo de posverdad, ha confesado que «la mejor arma que podemos aportar, y que podéis aportar con la Iglesia, es la fe en Jesucristo, que da la dignidad al ser humano, y que es sal y luz de nuestro mundo. La humanización brota de la fe. Y nos hace reconocer a los pueblos, a las personas y a las culturas en un proyecto humanista que se ha difundido por toda la tierra».

«Necesitamos en la Iglesia de vuestra experiencia y vuestro recorrido. No dejéis de ahondar en esta experiencia educadora nueva. Y en creer en la educación, como la que transforma el mundo. No dejéis de recordarlo en la Iglesia. Y de hacerlo desde la vocación recibida en Jesucristo. Y no dejéis de apoyar y renovar y descubrir el rostro femenino de esta Iglesia, y del papel de la mujer en ella». «Seguid apoyando y seguid ayudándonos a crecer», ha exhortado a los participantes en la celebración.

Y ha concluido «pidiendo para la Iglesia, de vuestra historia, la sabiduría que os dan los más pobres como lugar y fuente de humanidad. No olvidéis la mirada cercana de los más desfavorecidos desde Guadix, esa que habéis sostenido. Esa mirada hacia los más vulnerables que estaba hecha de compasión y de propuesta. Una propuesta para remediar situaciones y para adelantarse creando estructuras y puentes, que provienen y que prevén nuevas alternativas para salir de la exclusión».

«Tenemos cien años por delante. Que la Virgen Niña, la Virgen de Covadonga, la Virgen de la Almudena, la Virgen de la Cabeza, que María nos siga llevando siempre a Dios. Y siga siendo ese Dios nuestra esperanza, nuestra roca, para transformar nuestro mundo desde el sueño del Evangelio y desde aquella feliz llamada que un día puso en el corazón de san Pedro Poveda hasta aquí, y abriéndonos a un nuevo futuro».

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