El Aula Pablo Domínguez de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (Jerte, 10) ha acogido esta mañana el acto de homenaje al cardenal Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid, organizado por el centro universitario en agradecimiento a quien fuera su Gran Canciller. Presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, y con la asistencia del cardenal Osoro, en el mismo han intervenido el rector, Javier María Prades, y el cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo emérito de Valladolid, encargado de impartir la lección magistral.

La sesión ha dado comienzo con las palabras del cardenal Cobo, recordando que «la mañana de hoy suena a encuentro y a homenaje», y explicando que «hacer las cosas por agradecimiento es muy de Dios. Y nos sale del corazón». Por eso, «qué mejor forma que dar gracias a Dios por las personas que están en nuestro camino y las personas que van conduciendo, guiando, sembrando su vida a nuestro alrededor y en nuestras instituciones» que el acto que estaba a punto de celebrarse. «Desde esta Universidad, nos unimos en agradecimiento a don Carlos. A todo lo que él siembra: ha sembrado indirectamente, y ahora, directamente. Por todo lo que él hace, y por todo lo que constituye la vida de esta universidad».

Consolidación y asentamiento de la UESD

A continuación, ha tomado la palabra Javier Prades, rector UESD, para indicar que se trataba de un «sencillo acto de homenaje a quien ha sido durante más de nueve años el Gran Canciller de la UESD», puntualizando que «San Dámaso es una institución nacida de la vida de la archidiócesis de Madrid al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia».

Para Prades, «el recorrido llevado a cabo durante los años de gobierno pastoral del cardenal Osoro en Madrid por lo que toca a la universidad se puede resumir con las palabras consolidación y asentamiento, términos que él mismo utilizó desde sus primeros contactos con nosotros».

A su juicio, han sido dos los impulsos más significativos de Osoro como gran canciller de la UESD: «La continuación del servicio, que ya existía en la archidiócesis de Madrid, de acogida de sacerdotes extranjeros enviados por sus obispos», con una media de 90 sacerdotes al año, estudiantes en San Dámaso, que después vuelven a sus diócesis de origen, en más de 25 países. Y «el impulso decisivo al proyecto de nuestra biblioteca en la cripta del convento de San Francisco el Grande, una vez que las dificultades jurídicas y políticas aconsejaron desistir del anterior proyecto, previsto para la huerta del Seminario Conciliar. A partir de algunos contactos, que ya se iniciaron durante el mandato del cardenal Rouco, la iniciativa del cardenal Osoro ha permitido firmar un convenio con la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, así como con la Provincia Franciscana de la Inmaculada, donde el buen entendimiento y la confianza mutua que él favoreció han sido determinantes para el resultado favorable del acuerdo». En breve, ha dicho, se iniciará la segunda y última fase de las obras.

Cardenal Osoro: «Gracias a la diócesis de Madrid»

Al término de la lección magistral, impartida por el cardenal Blázquez con el título El ejercicio del ministerio pastoral en el cambio de época: logros y desafíos, ha intervenido un emocionado cardenal Osoro, que no cesaba de repetir palabras de agradecimiento. «Gracias Madrid» ha sido la expresión usada para englobar sus sentimientos de gratitud, en los que no ha querido olvidar a nadie: al arzobispo José Cobo y a quienes fueron obispos auxiliares durante su pontificado, a los miembros del consejo episcopal y a los vicarios que trabajaron con él, a la Universidad San Dámaso y al rector y formadores del Seminario, a la vida consagrada, a los sacerdotes de Madrid, y a todos en general. «Gracias por todo lo que me habéis entregado durante todos estos años», ha dicho.

En su intervención, ha evocado su recorrido por las diócesis de Orense, Oviedo, Valencia y Madrid, dando gracias a Dios «por estos años vividos en Madrid, donde he terminado mi ministerio episcopal». «Gracias de corazón», ha insistido, al tiempo que manifestaba que «he sido tremendamente feliz regalando lo que yo sabía y podía». Seguro que me habré confundido», ha confesado, pero «no tengo conciencia de haber guardado nada para mi. He intentado dar todo lo que sabía». Reconociendo que «el seminario ha sido el centro de mi vida», ha asegurado que «siempre me he ocupado de la formación de la vida de los seminaristas», algo en lo que San Dámaso ha contribuido, con una preparación seria y serena.

Tiempo de recoger

Sus palabras han sido seguidas por un caluroso aplauso, aprovechado por el cardenal Cobo para cerrar el acto: «Que el aplauso se haga abrazo y agradecimiento». Recordando que el tiempo es de Dios, ha desgranado que «hay un tiempo de siembra» «y tiempo de luchar y trasnochar, como hemos compartido muchas veces». «Tiempo de dedicación incansable», algo que «hemos aprendido todos». Y «tiempo de aprender de usted la mirada de pastor», algo que, «los que hemos estado cerca, hemos podido comprobar: cómo enfocar las cosas, no técnicamente, ni interesadamente, sino con corazón de padre».

«También hay tiempo de sentir eclesialmente», ha continuado. «Su paso por esta universidad también ha sido una siembra grandísima, de conectarnos y de darnos esa mirada de una iglesia grande, una Iglesia muy vinculada a Pedro». Pero, ha añadido, «también hay tiempo de saborear. Y es el que le toca ahora. Tiempo de saborear todo lo que ha sembrado», y las amistades maceradas estos años.

Sin embargo, ha confesado que «nos deja una tarea, que es tiempo de reconocer. Seríamos poco creyentes si no reconociéramos que si estamos aquí es porque otros han sembrado». En este sentido, ha destacado su lucha, su dedicación y su corazón. «Ahora es tiempo de recoger. Ese es el futuro. Recoger la siembra de otros y de continuar respondiendo a los retos que nuestro mundo nos pone por delante», ha afirmado. Por eso, «lo de hoy ha sido un reconocimiento: de la historia y del tiempo. Un reconocimiento de su paso también. Y un deseo de que saboree todo lo que hemos sembrado». Y ha concluido indicando al cardenal Osoro que «tiene una tarea importante», que es «el servicio de la cercanía desde la oración». «Seguimos contando con ese servicio. Cuente con nuestro reconocimiento».