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Sábado, 29 noviembre 2025 22:20

El cardenal Cobo, en el retiro de Adviento para la Vida Consagrada: «Sois signo de que la Esperanza es capaz de transformar la realidad haciéndola un lugar de Belén, un lugar de Dios»

El cardenal Cobo, en el retiro de Adviento para la Vida Consagrada: «Sois signo de que la Esperanza es capaz de transformar la realidad haciéndola un lugar de Belén, un lugar de Dios»

«Durante el Adviento, nos ponemos en la tesitura de aprender a reconocer una vez más cómo en este tiempo y en este momento concreto Dios se hace Niño», en este acontecimiento Dios explica «en qué consiste su amor, su encarnación y su nacimiento». Así comenzó la homilía del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, durante la jornada que la Vicaría Episcopal para la Vida Consagrada dedicó, como cada año, a su tradicional retiro de Adviento. El encuentro reunió a religiosas, religiosos, consagradas y consagrados de numerosas congregaciones, junto a fieles y peregrinos que se acercaron al templo en este tiempo jubilar.

Tras una mañana de meditación y adoración, la celebración de la Eucaristía marcó el inicio del nuevo año litúrgico y abriendo la puerta a un tiempo que, como recordó el arzobispo de Madrid, es «un tiempo de regalo, un tiempo nuevo, que es el Adviento». Así, subrayó que la entrada de Dios en la historia no es abstracta ni distante: «Dios ha entrado en nuestro mundo y no lo ha hecho de cualquier forma. Dios entra en el mundo haciéndose humano, enseñándonos con toda claridad y toda ternura en qué consiste ser humano». 

La vida consagrada, signo de luz para la diócesis

El cardenal subrayó el valor de la vida consagrada en la Iglesia madrileña: «Vuestra presencia hoy aquí es un primer signo de esperanza… sois signo de que Dios está salvando». Afirmó que las comunidades religiosas transforman la realidad «haciéndola un lugar de Belén, un lugar de Dios» y añadió que, con su vida comunitaria, «hospedáis a José y María para que Dios siga habitando en medio de su pueblo».

La ternura, clave para comprender el misterio de la Navidad

En su homilía, el cardenal Cobo puso el foco en la dimensión afectiva de estas fechas, recordando que «en Navidad todos nos deseamos la felicidad… es un tiempo especial de ternura para creyentes y no creyentes». Indicó que esa sensibilidad compartida permite reconocer el corazón del cristianismo, pues «Dios nos ama de tal forma que ha querido hacerse uno de tantos». Reivindicó asimismo la mirada sencilla del Belén: los primeros en reconocer a Jesús, afirmó, «son los sencillos, los que aprenden a mirar la vida desde el suelo», ya que son ellos quienes «nos hacen más humanos».

El amor como centro de la dignidad humana

El arzobispo recordó que la encarnación revela el núcleo del cristianismo: «Lo que nos hace más humanos, lo que Jesús nos ha venido a decir, es la centralidad del amor». Explicó que amar y dejarse amar es «lo importante y lo sencillo», algo que con frecuencia se complica en la vida diaria. En este sentido, insistió en que Dios entrega a su Hijo «para explicarnos qué es el ser humano y para hacernos hermanos», y que ese amor es la fuente de la dignidad que permite ver en cada persona «un hijo, una hija, un hermano, una hermana».

Renovar el deseo de Dios desde la fragilidad

El cardenal Cobo animó a los asistentes a redescubrir el deseo de Dios desde la propia humanidad: «Con nuestras heridas y nuestros achaques… ahí es donde Dios se hace presente». Recordó que Jesús comparte «la vida, las alegrías y las penas» de cada persona y que Dios entra en la vida tal y como es: «Sea el Belén que sea, Dios entra en él».

«Hoy os ha nacido un Salvador»: un anuncio siempre nuevo

El arzobispo pidió no acostumbrarse al mensaje central de la Navidad: «No hagamos rutina del anuncio de los ángeles… es el anuncio más grande que ha existido en la historia». Subrayó que ese acontecimiento «se hace eterno» y que cada vez que se acoge la salvación, «el hoy se renueva».

Adviento y Año Jubilar: un camino de esperanza

Al vincular el Adviento con el camino jubilar, destacó la importancia de sostener la esperanza incluso en tiempos difíciles: «La esperanza nos sostiene y nos lleva a la fe». Aseguró que los creyentes están llamados a ser «notarios de cómo la paz va germinando desde la humanidad», aprendiendo a mirar el mundo «con los ojos de la esperanza».

Un Adviento sin pesimismos

Para concluir, invitó a vivir este tiempo sin derrotismo: «No vivimos momentos fáciles… pero este Adviento es el tiempo que Dios quiere y el tiempo que Dios ha decidido salvar». Enfatizó que en este periodo «no están permitidos los profetas de calamidades» y llamó a vivir «del deseo de encontrar al que sabemos que está llegando».

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