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Lunes, 08 enero 2024 12:42

José Cobo en la solemnidad del Bautismo del Señor: hoy es un día de sentirnos familia, y también Iglesia

José Cobo en la solemnidad del Bautismo del Señor: hoy es un día de sentirnos familia, y también Iglesia

La Eucaristía en la solemnidad del Bautismo del Señor ha puesto el punto final a las celebraciones navideñas presididas por el cardenal José Cobo en la catedral de Santa María la Real de la Almudena.

En presencia de monseñor Miguel Maury, nuncio en el Reino Unido, el arzobispo de Madrid ha comenzado su homilía recordando que «hoy es un día de sentirnos familia, y también especialmente Iglesia», y dando las gracias a la familia de los dos niños que iban a recibir el sacramento del bautismo: Laya y Lucas. «Es una buena forma de terminar la Navidad, y de empezar un tiempo nuevo. Porque la Navidad tiene mucho de pequeñez. De reconocer la humanidad de un Dios que quiere estar con nosotros, y que se hace pequeño. La Navidad nos recuerda el valor de hacerse niño. Y de tener un don que nos da la Navidad», como es «tener a un Dios que se deja cuidar». «Nuestro Dios -ha dicho- se pone en el lugar de aquellos que se dejan cuidar. Y nuestro Dios quiere ofrecernos la posibilidad de verle, de tocarle, de dar destellos de su presencia pues también a través de los pequeños».

Para el purpurado, la Navidad «es una nueva oportunidad cada año. Una oportunidad para empezar de nuevo». Y es una fiesta también de Dios, porque «también quiere celebrar con nosotros. Y lo que más le gusta a Dios es estar como vosotros, padres y madres, estáis con los pequeños: cerca de nosotros, cuidándonos, mimándonos… Ese es también el rostro de Dios».

Ha asegurado que, después de la Navidad, «a través de Jesús, Dios ha encontrado su casa». A menudo, «pensamos en nuestro mundo». «Miramos a nuestro alrededor, y vemos dificultades, enfermedades, guerras… Vemos cosas preciosas» pero «mirar el río de la vida a veces nos asusta un poco». Por eso, ha explicado que Jesús «sabiendo que en Él se junta el cielo y la tierra, se mete en nuestra agua, se mete en nuestros ‘charcos’. Jesús se mete en el río de la vida, como aquel río Jordán. Es como si la humanidad entera fuese el río Jordán, y Jesús entra en esa corriente para purificarle y para darle la esperanza fundamental».

En este sentido, ha afirmado que es «un momento especial, porque Dios, dentro de la corriente de la vida, de lo que nos pasa a todos, Dios elige a Jesús. Y Jesús se mete en nuestros ‘ríos’. Y los purifica totalmente. Y, a partir de entonces, ningún río es maldito. Ninguna familia es maldita. Ninguna corriente de vida es maldita. Porque Jesús ha estado en ella».

Bautismo, gran comienzo

El bautismo de Jesús, ha señalado, «es su gran comienzo. Se podría decir que Jesús salió del agua respaldado por Dios. Y ya Jesús no pensaba en sí mismo, sino pensaba que era Hijo. Hijo de su padre. Y buscaba la voluntad de su padre».

Por eso, el arzobispo de Madrid ha invitado a los presentes a entrar un poquito en esa agua. «Los que hemos sido bautizados podemos renovar ese bautismo». Por el bautismo, ha continuado, Jesús nos da la esperanza fundamental de la vida. «Hoy es un buen momento, primero, para saber, si renovamos el bautismo, que Dios no está lejos de nosotros. Que Dios está con nosotros». Y que «somos hijos en Jesús», algo que «no es mérito nuestro. Nuestro bautismo tiene mucho de Dios. Es el gran regalo de la fe de Dios». Por eso, ha insistido, «renovar nuestro bautismo es dar gracias a Dios» y «es dar gracias por la Iglesia». «Gracias al bautismo, cada uno de nosotros tiene un don especial para construir esa Iglesia». «Dios cuenta con nosotros para decirle a todo el mundo que es Hijo. Que tenemos Padre. Que tenemos familia. Y que, por muy sucio que esté nuestro río, por muy mal que nos vaya en la vida, siempre, siempre, siempre hay una comunidad cristiana que refleja la bondad y la paternidad de Dios».

El arzobispo ha concluido su reflexión pidiendo la fe para los dos pequeños que iban a recibir las aguas bautismales, y manifestando su deseo de que cuando los dos menores vayan creciendo «siempre se encuentren a una Iglesia y a una comunidad cristiana que les sepa anunciar que tienen Padre, que es Dios, y que es a través de Jesús el que caminemos como hermanos».

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