«Dado que estamos ante un momento de singular importancia para nuestra archidiócesis», explica Daniel Escobar, delegado episcopal de Liturgia de Madrid, «los formularios de oraciones van a pedir especialmente por la Iglesia local». El sábado 8 de julio la archidiócesis de Madrid va a celebrar el inicio del ministerio pastoral de su nuevo arzobispo. Además de alegría que la Iglesia de Madrid experimenta por dar la bienvenida a su nuevo pastor, la ceremonia está plagada de símbolos, momentos y detalles de enorme significado y trascendencia.
Hay un elemento clave en la celebración de inicio de ministerio pastoral de un obispo: sentarse en la cátedra o sede episcopal «es el acto más claro de toma de posesión», analiza el delegado. Desde ese momento es arzobispo: «cuando recibe la aprobación del pueblo mediante un aplauso» es el instante en que el electo pasa a ser pastor diocesano de la diócesis. El origen de esta costumbre - sentarse en la cátedra- se remonta a la Sagrada Escritura «por ejemplo, la cátedra de Moisés», el lugar desde el que se enseña. También Jesús, continúa el sacerdote, al explicar las Bienaventuranzas, «se sentó. Eso era lo propio del maestro en la antigüedad».
«La iglesia catedral es donde está la cátedra del obispo, signo del magisterio del pastor», explica el Ceremonial de los Obipos, en su número 47 que, además, concede a la cátedra un lugar de presidencia dentro de la comunidad. En el 119 y 120 del mismo documento, se desarrolla lo que se conoce como Misa Estacional, es decir, la Misa que celebra el obispo en su diócesis, especialmente si la celebra en la catedral. «El término estacional viene de las celebraciones que tradicionalmente celebraba el Papa en Roma. Salía de la iglesia de la collecta» donde se encontraban los fieles y «terminaba en la statio, o iglesia de la estación, donde él celebraba la Eucaristía» en las diferentes fiestas litúrgicas, puntualiza Escobar.
Las únicas diferencias entre el inicio de ministerio de un obispo y de un arzobispo es la imposición del palio, símbolo de la adhesión al Papa y de su nuevo encargo como pastor, y el abrazo de los obispos auxiliares y titulares sufragáneos (pertenecientes a las diócesis de la provincia eclesiástica), que se deben acercar al obispo metropolitano tras la toma de posesión de la sede. «El palio lo debe llevar un diácono y colocarlo encima del altar» y se debe preparar la sede del nuncio apostólico, que, después de explicar el significado del rito, recibirá del elegido la profesión de fe. Finalmente, impondrá el palio en los hombros del nuevo arzobispo. A continuación, un grupo representativo de fieles de la diócesis abrazará al prelado, simbolizando así, la adhesión a la Iglesia a través de su autoridad. A partir de entonces, y tras sentarse en la sede, el arzobispo presidirá la Misa de la manera habitual.