Un año más, la Iglesia que camina en Madrid se alegra con sus sacerdotes más veteranos. El seminario conciliar celebra las bodas de oro y de plata (50 y 25 años de consagración respectivamente) de sus presbíteros con la presencia del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que también cumple este año su medio siglo de presbiterado y de los obispos auxiliares de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, monseñor José Cobo y monseñor Jesús Vidal. Decenas de sacerdotes han participado en este encuentro con su obispo y con sus compañeros para reflexionar, rezar juntos y compartir una mañana de fraternidad.

El cardenal Osoro ha aludido durante su saludo al encuentro de los dos discípulos de Emaús con el Resucitado. Lo novedoso del mismo, según ha reflexionado, radica en que es el propio Señor quien no solo les explica las escrituras, sino que enseña a los discipulos a leer la realidad de una manera nueva. «A veces - ha dicho- podemos sentirnos un poco perdidos. Pero el Señor está contento cuando nos abrimos a Él». No quiso perder la oportunidad el purpurado para recordarles que «estamos llamados a caminar con Jesús, para que, en los atardeceres Él esté con nosotros», dijo, haciendo referencia de nuevo al capítulo de los de Emaús. Además, invitó a los sacerdotes a rememorar el día de la ordenación y a revivir «¿Qué sucedió aquel día dentro de mí?».

Cultura postcristiana

A continuación, tomó la palabra Ángel Cordovilla, sacerdote y profesor del Departamento de Teología Dogmática y Fundamental de la Universidad Pontificia Comillas. La ponencia llevaba por título «El ministerio sacerdotal en la encrucijada» y, en unos sencillos puntos, desgranó los retos y dificultades que tienen los sacerdotes en el siglo XXI. El primero de ellos es la propia existencia en un mundo en constante cambio. El sacerdote afirmó que hoy no existe, como tiempo atrás, una crisis de identidad del ministerio, aunque sí estamos en medio de una crisis de la pastoral: «No hay dudas acerca de lo que somos o hacemos, sino sobre cómo aterrizarlo» en el día a día.

La segunda de las encrucijadas a las que se refirió Cordovilla fue lo que llamó la «cultura poscristiana». En un mundo en el que parece diluirse la percepción de Dios y en el que la cultura cristiana ha dejado de ser hegemónica, los representantes de Dios «tenemos que compartir cierto estilo [evangélico] y cierta extrañeza cultural». Los ministros, además, no son «representantes de una institución que hay que mantener» con un espíritu funcionarial, sino que son escogidos con un fin: «acompañar» a las personas y «provocar» a la sociedad con su estilo de vida.

Vida interna de la Iglesia

La relación con la antropología clásica fue el tercero de los temas que centró la ponencia. La transformación digital, la ideología de género, el individualismo, el transhumanismo y otros de los retos del siglo XXI exigen del sacerdote de hoy un conocimiento profundo de la realidad del ser humano, que no es «excusa para justificarse», encerrándose, sino «acicate para una profunda configuración con Cristo. El ponente puso el acento en la vida interna de la Iglesia como el cuarto lugar de encrucijada para el ministro hoy: la relación con los laicos y el papel coprotagonista de estos en el día a día de la Iglesia exige del clero una transformación: «los sacerdotes no están llamados a gobernar la Iglesia en solitario, sino a ser pastores» del pueblo de Dios, recordaba, haciendo especial énfasis en el papel de fraternidad y comunión que puede desempeñar el presbítero con su ministerio».

La vida pastoral de la Iglesia fue el último de los puntos desarrollados en su presentación. Una pastoral que ha cambiado mucho desde que algunos recibieron el ministerio y que, como Cordovilla les animaba, «hay que ser flexibles y creativos» en el ministerio. Eso sí, advertía «también valientes y audaces para dejar según qué trabajos y estructuras».

Este encuentro fraternal continuó con las intervenciones de Juan Francisco Garvía, que representó a los sacerdotes que celebraban sus 50 años de ministerio y Juan Luis Rascón, que hizo lo propio con los presbíteros que celebraban medio siglo. Intervenciones centradas en una visión muy personal de estos años de servicio que, desde su propia particularidad, de algún modo se hacía eco en los corazones de quienes les escuchaban

El encuentro siguió con una Eucaristía en la capilla del Seminario Conciliar. Presidida por el cardenal Osoro y concelebrada los presbíteros asistentes, fue un momento de acción de gracias. Durante la homilía, el arzobispo les animó a ser agentes de conciliación a evitar «las controversias» y poner su trabajo para que la sociedad camine en comunión. Les invitó, de igual modo, a «permanecer en el Señor», como clave de la vida del sacerdote. No quiso pasar sin hacer memoria del Año Santo de san Isidro: «La santidad es no anteponer nada a Cristo. No antepongamos nada al amor de Cristo».

Todas las fotografías del encuentro las puedes encontrar en este este enlace: