En una nota hecha pública este domingo, 15 de marzo, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española subraya que, en estos días «de singular y dolorosa experiencia ciudadana y eclesial, a la que nos ha llevado la pandemia del coronavirus», la Iglesia debe «ofrecer sus recursos en favor de los afectados, así como la presencia del Señor que salva, animando a todos los cristianos a interceder ante la Madre de Dios, que nos ampara y escucha nuestra oración».
Por este motivo, los integrantes de la comisión –entre ellos, el cardenal Osoro– piden «que a la hora del ángelus suenen las campanas de nuestros templos para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia». Proponen que, cada día a las 12:00 horas, repiquen para «mostrar nuestro agradecimiento y fraterna solidaridad y orar»:
- Por los enfermos contagiados por el virus, por sus familiares, por quienes están en cuarentena y por otros enfermos que «ven afectada su atención por la prioridad de atajar la pandemia».
- Por los trabajadores de todos los centros y servicios sanitarios.
- Por los equipos de Emergencias, por los de Protección Civil y por las Fuerzas de Seguridad del Estado.
- Por los equipos de Pastoral de la Salud y por los voluntarios.
- Por las personas de riesgo: niños, mayores y enfermos crónicos.
- Por los padres, madres, abuelos y educadores.
- Por los que están viviendo esta situación de emergencia en soledad.
- Por quienes carecen de hogar o de lo imprescindible para vivir.
- Por las diversas autoridades públicas.
- Por los sacerdotes y por los monasterios de vida contemplativa, que «con su oración y entrega siguen dando esperanza a todos los ciudadanos».
También piden que, a la conclusión del ángelus, «digamos juntos estos días y a esa hora la oración del Papa Francisco: "Oh, María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba».