Madrid

Miércoles, 28 octubre 2015 13:45

Monseñor Osoro, en la Misa de inauguración del congreso de la fundación Joseph Ratzinger:«Jesús es el único que hace posible que cambien este mundo y los corazones de los hombres»

La fundación vaticana Joseph Raztinger-Benedicto XVI celebra, por primera vez y a luz del V Centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, su Congreso Internacional en España. Bajo el lema La oración, fuerza que cambia el mundo, más de 200 personas de hasta ocho países diferentes se reúnen hoy y mañana en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid.

Ayer se celebró una Misa presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, así como un concierto de músicas místicas, en la catedral de la Almudena.

Mons. Osoro, en su homilía, se refirió al Salmo 125, «donde decíamos que el Señor ha estado grande con nosotros, y es una realidad». Como a santa Teresa de Jesús le gustaba decir: «nosotros no somos los que buscamos a Dios, es Dios quien nos busca a todos nosotros. Y ha estado grande con nosotros porque nos ha dado su vida, hemos conocido el rostro de Dios en Jesucristo, nuestro Señor; hemos conocido la vida de Dios, que nos ha sido regalada y entregada por el Bautismo, y hemos experimentado también lo que supone poner en acto esta vida de Dios en medio de esta historia y de este mundo», aseveró.

Buscados por Dios

Nos hemos dejado encontrar por Dios, dijo. «Hemos conocido, también, que este encuentro, si queremos mantenernos firmes en este mundo, en las huellas de nuestro Señor, tenemos que vivir en ese dialogo permanente». Por ello, «tiene una belleza especial este salmo que acabamos de cantar. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar, y los gentiles decían: “el Señor ha estado grande con ellos”. Esto es lo que tienen que decir también todos los hombres que nos rodeen en este mundo, que experimenten por nuestro modo de vivir, de estar en medio de esta historia, que Dios está grande con nosotros, que nos hace volver siempre cantando, siendo nuestras vidas un pentagrama donde las notas son nuestras propias acciones que van diciendo la belleza y la fuerza que tiene el Señor en nuestras vidas», subrayó.

En cuanto al Evangelio proclamado, afirmó que manifiesta lo que el papa Benedicto XVI, como teólogo antes siquiera de convertirse en obispo, le gustaba decir: «el gran tema central de la predicación de Jesús, el que dominó la predicación de Jesús, es precisamente la predicación del Reino de Dios». Jesús, además, «es el Reino en persona; sí, Dios reina, nos ha revelado Jesucristo, está presente y es decisivo este reinado para los hombres». Este Reino, continuó, «se desarrolla donde se realiza la voluntad de Dios, y esta se realiza cuando Dios vive en nosotros, y nosotros llevamos a Dios a este mundo». Por eso, al iniciarse este congreso que tiene este marco «maravilloso» –La oración, fuerza que cambia el mundo– quiso hacer llegar «a vuestro corazón y a vuestra vida» tres aspectos aparecidos en el Evangelio proclamado.

El Señor quiere reinar

Démosle al Señor nuestra vida, dijo, «dejemos que nuestro corazón sea conquistado por el Señor, dejemos que se haga verdad aquella expresión paulina: “no soy yo, es Cristo quien vive en mí». El Reino se desarrolla donde la voluntad de Dios se realiza, «y la voluntad de Dios es que quiere estar en medio de los hombres, que quiere hacerlo a través de nosotros; vive en nosotros y nosotros tenemos que llevar a Dios al mundo. Este deseo de Dios tiene que ser esa gran decisión que nosotros tomamos en nuestra vida, vamos a dejarle que entre en nuestro corazón», subrayó el arzobispo.

Trabajar por el Reino

En segundo lugar, el Señor nos invita a trabajar por el Reino, «a desarrollar todas nuestras actividades, todo nuestro quehacer, con todo nuestro entusiasmo, con toda nuestra vida, con todas las acciones que hagamos en medio de este mundo y con los hombres, se manifieste la vida de Dios», apuntó. «Jesús es el reino en persona y, en la medida que vivamos más en comunión con el Señor, en la medida en que digamos más y con más verdad que es Cristo el que vive en nosotros, se hará ese Reino y se hará porque nuestras maneras de actuar, de ser, de interpretar las cosas, nuestro corazón será el corazón de Dios mismo; y lo entregaremos en la vida que cada uno realizamos y tenemos la misión en este mundo, y el quehacer que Dios nos entrega y nos regala».

Esta página del Evangelio tiene una actualidad tremenda. «Él quiere reinar, démosle el corazón, trabajemos por el Reino de Dios. Sí, Dios reina, tiene que estar presente y es decisivo para los hombres».

Estamos viviendo un momento decisivo, «no se trata de hacer estrategias nuestras que siempre terminan mal, se trata de llevar y hacer presente a Cristo, nuestro Señor. Él quiere hacerlo a través de nuestras vidas, de nuestro camino que realicemos en medio de los hombres», añadió. Hagamos realidad el deseo del Papa Francisco que nos invita a salir, «a entrar en los caminos por donde van los hombres, pero no entremos de cualquier manera, trabajemos porque el Reino de Dios se visibilice, se experimente, descubran los que van a nuestro lado, que algo diferente ha aparecido en este mundo, que es Cristo que quiere hacerlo a través de nosotros».

El Reino no es del mundo

En tercer lugar, el Reino no es del mundo, no es de este mundo, pero cambia este mundo. «El Reino no viene de acá abajo, viene de arriba, ha venido con Jesucristo, y cambia este mundo, hace verdad lo que el apóstol Pablo nos dice en la Carta a los Corintios cuando nos narra ese himno maravilloso: “podíamos tener todos los tesoros que nosotros nos imaginemos, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden”». El amor es compasivo, recordó, «es servicial, no tiene envidia, no es maleducado, ni egoísta, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia y se alegra con la verdad, disculpa sin límites, aguanta sin límites, espera sin límites, es Dios mismo y no pasa nunca. Es el amor de un Dios, que nos buscó, que nos encontró, que le hemos dejado entrar en nuestra vida, que nos da el impulso para entrar en los caminos, trabajando y haciendo realidad el Reino de Dios, que nos hace ver con toda claridad que no es de este mundo, que no lo busquemos». Es de Dios, pero cambia este mundo.

Esto solo se puede hacer y realizar con la fuerza que cambia el mundo, «que es en el diálogo permanente con Dios, en la amistad íntima con este Dios que se nos ha revelado en Jesucristo y que se va a hacer presente en este altar dentro de unos momentos, en el misterio de la eucaristía», aseveró.

Jesús es el Reino en persona

Con este Jesús que se acerca a nuestras vidas, expresó, «que quiere establecer con nosotros esa comunión y ese diálogo», que nos impulsa y «nos hace salir a esta tierra y a este mundo, no con nuestras fuerzas sino con la que viene de Dios, de arriba, pero que es la única que hace posible que cambie este mundo y que cambien los corazones de los hombres».

Finalmente, el arzobispo de Madrid animó a todos los presentes a vivir este Congreso Internacional «haciendo esta memoria del Papa Benedicto XVI, a través de sus escritos». «Cuántas veces en sus escritos habló del Reino de Dios... Acojamos el Reino de Cristo, como el Papa nos dice y manifiesta en todos sus escritos, en Cristo, Jesús es el Reino en persona, dice el Papa. Acojámoslo en nuestro corazón», concluyó.

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