Madrid

Viernes, 01 marzo 2019 14:33

«Medinaceli es la imagen de un Dios que muestra su poder con amor»

«Medinaceli es la imagen de un Dios que muestra su poder con amor»

Desde hace diez días, la calle de Jesús –que da paso a la basílica de Jesús de Medinaceli– viste engalanada de emoción en la mirada de miles de fieles madrileños que esperan, con alegría e inquietud, besar al Cristo que custodia el templo de los hermanos capuchinos.

Hoy, por fin, primer viernes de marzo, ha llegado el día. El sueño se ha hecho realidad. «Venimos alegres aquí porque confiamos en un Dios que ha tomado rostro humano, y que quiere que todos hagamos como Él y no excluyamos a absolutamente nadie». Con el corazón tendido en cada una de estas palabras, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha presidido la solemne Eucaristía en honor al Cristo que preside la basílica. «En el beso que damos a Jesucristo, manifestamos que queremos su ayuda y su modo de ser y de estar en el mundo», ha subrayado, ante un templo a rebosar.

Besapie Medinaceli Osoro Misa3

«La vida se realiza dándola»

Mirando a la imagen que, incluso durante la celebración, espera el beso de todos los fieles que acuden a venerarle, el prelado ha destacado que «se hizo carne de nuestra carne para que conociésemos hasta dónde llega el amor de Dios». Un amor «que quiere entrar y pastorearnos». Nos acercamos a una imagen, «pero es la imagen de Cristo, de un Dios que muestra su poder con amor».

Y sin despegar la vista del Nazareno, ha recordado que «nos mueve una persona, que es el mismo Dios». Un Dios que «quiere cuidar al hombre» y que «cuando nos acercamos a besarle en esta imagen, nos invita a pastorear a los demás». Porque «Él cuidó a todos los hombres, se acercó para curar y para sanar», y «cuenta con nosotros para que hagamos lo mismo».

Al besarle, ha subrayado, «Él sabe cómo somos y qué armas utilizamos». Y «sabe ayudarnos, porque a nadie le echa de su lado». En esta misma línea, ha confesado que «ha muerto por nosotros para mostraros que la vida se realiza dándola». Ante una persona así, «y ante un Dios que ha hecho esto», ha insistido, tras unos segundos de silencio, «¿Cómo vamos a responder».

Besapie Medinaceli Osoro Misa2

«Hay un antes y un después en la vida de quien viene aquí»

Entre la multitud que escuchaba con atención las palabras del pastor de la Iglesia madrileña, se encontraba el hermano mayor de la hermandad de Jesús de Medinaceli, Miguel Ángel Izquierdo. «Yo he tenido la oportunidad de estar muchos años limpiándole el pie a este Cristo, y la palabra que más se oye entre la gente es “gracias”; dan las gracias, de una manera muy especial, por otro año más que están aquí».

Izquierdo reconoce que en todas las personas que pasan por allí «hay un antes y un después», pues «a nadie deja indiferente, por la serenidad y la paz que transmite». Y ayuda, «desde luego que ayuda –asevera– para seguir afrontando los problemas de la vida».

Besapie Medinaceli Feligreses

«La vida se realiza dándola»

Mirando a la imagen que, incluso durante la celebración, espera el beso de todos los fieles que acuden a venerarle, el prelado ha destacado que «se hizo carne de nuestra carne para que conociésemos hasta dónde llega el amor de Dios». Un amor «que quiere entrar y pastorearnos». Nos acercamos a una imagen, «pero es la imagen de Cristo, de un Dios que muestra su poder con amor».

Y sin despegar la vista del Nazareno, ha recordado que «nos mueve una persona, que es el mismo Dios». Un Dios que «quiere cuidar al hombre» y que «cuando nos acercamos a besarle en esta imagen, nos invita a pastorear a los demás». Porque «Él cuidó a todos los hombres, se acercó para curar y para sanar», y «cuenta con nosotros para que hagamos lo mismo».

Al besarle, ha subrayado, «Él sabe cómo somos y qué armas utilizamos». Y «sabe ayudarnos, porque a nadie le echa de su lado». En esta misma línea, ha confesado que «ha muerto por nosotros para mostraros que la vida se realiza dándola». Ante una persona así, «y ante un Dios que ha hecho esto», ha insistido, tras unos segundos de silencio, «¿Cómo vamos a responder».

Besapie Medinaceli MiguelAngelIzquierdo HermanoMayor

«En el silencio de Medinaceli aprendes a escuchar»

Entre todas las personas que esperan para besar al Cristo se encontraba Ismael. A sus 30 años, este madrileño que viene de Navalagamella, advierte que «hay momentos en la vida en los que en el silencio, aprendes a escuchar», y «eso pasa en Jesús de Medinaceli».

«Solamente» lleva cinco horas de espera, tal y como destaca, pero apenas guarda algún tipo de cansancio en sus ojos. «Bajo las inclemencias meteorológicas impredecibles y bajo el abrazo de un Jesús bueno, se empieza a vivir la Semana Santa». Como si del camino a Getsemaní se tratara, afirma, «acompañamos al mismo Jesús en su Pasión: en cada paso, en cada suspiro, en cada gesto, en cada vida, en cada ofrecimiento, cargamos con una Cruz que nunca se cansa de perdonar».

Y antes de despedirle, quiere dejar escrita la razón que le mueve a sobrellevar cualquier temporal: «Al igual que cuando soy costalero, es como si ayudase al mismo Cristo a llevar la Cruz».

Besapie Medinaceli Cristo

«Es una explosión de alegría en el alma»

Y la última de la fila es Marisa. Apenas puede hablar, porque la emoción descuadra por completo su sentir. «Como ves, para mí es una explosión de alegría en el alma». «Después de tantas horas en esta interminable cola, a veces con durísimas inclemencias por el frío, el agua y el viento, siempre encuentras aquí a esa persona que te da un ejemplo de vida».

A Marisa se le quiebra la voz cuando recuerda esos ejemplos que han pasado por su vida… «Aquí te vas enriqueciendo como persona, y eso te da paso a ir dando gracias a Dios por su infinita bondad y por su mano poderosa que yo no quisiera soltar nunca».

«¿Y cuando se produce el encuentro?», le pregunto, ante la atenta mirada de su amiga Begoña. Esta, le toma del brazo, para que nunca olvide que, pase lo que pase, siempre estará acompañada… «Entonces, frente a Jesús, mi corazón se acelera cuando le miro, y sus ojos me dan cada año la serenidad de saber que no estoy sola en esta lucha tan dura». Un sentir, el de Marisa, que la madrileña completa con la enseñanza que el Cristo de Medinaceli dejó grabada en la Cruz: «Solo le pido me guíe por el buen camino, sin egoísmo, estando siempre en disposición para ayudar a mis hermanos más necesitados».

Besapie Medinaceli Mujer

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