Con el tiempo de Cuaresma recién emprendido, la catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido este jueves, 7 de marzo, una Eucaristía remarcada con un acento muy especial. Los responsables de cada comunidad católica china en los diferentes lugares de España han peregrinado hasta el templo madrileño para clausurar su convivencia anual de la mano de monseñor José Cobo.
«La Virgen nos invita a celebrar la Eucaristía», pues «Ella es siempre la que hace posible que los discípulos estén juntos». Con estas palabras, el obispo auxiliar de Madrid, ha destacado que «la catedral y los cristianos os recibimos con mucha alegría por poder celebrar con vosotros la Eucaristía de Jesucristo».
«Gracias por venir a la casa de María»
Reunidos a los pies del altar de la Almudena, María ha sido, de principio a fin, la hoja de ruta que el prelado ha seguido en su homilía. «Gracias por venir a la casa de los cristianos, a la casa de María, por caminar como discípulos y por enseñarnos que el encuentro con María es parte de nuestra vida cristiana». Y con la mirada puesta en la Virgen, ha subrayado que la miramos «con gozo», porque «nos hace ser plenamente católicos».
La comunidad china, que permanecía atenta a todas y cada una de las palabras del pastor, iba recorriendo con su mirada la transcripción que hacía el padre Esteban, responsable de la comunidad china en Valencia. Con María «aprendemos que cada uno somos como somos» y «damos gracias a Dios por ello». Y con Ella «aprendemos a entrar en relación con los otros discípulos que traen su vida, su cultura y su vocación».
Ella, ha destacado monseñor Cobo, «nos reúne hoy en esta catedral y sonríe». En su nombre, «nos abrazamos los unos a los otros y nos sentimos que somos católicos y que tenemos el vinculo fundamental puesto en Jesucristo».
Un camino «al estilo de los discípulos de Jesús»
Cada Cuaresma es una posibilidad «para seguir a Jesús y disfrutar de Él». Con este propósito, el obispo ha alabado su opción de caminar juntos, a una sola voz y en un mismo camino: el que marca Jesús. «La Iglesia hoy os anima a seguir adelante a ese ritmo, al estilo de los discípulos de Jesús: olvidándose de uno y cargando con la cruz de cada día». Ese «es el sentido de la vida», ha confesado, «y lo hacemos juntos, con toda la comunidad cristiana que da la mano a Jesús y a su Madre».
Y dirigiendo su mano hacia Ella, el prelado ha concluido agradeciendo su unión y su entrega, «por dar la mano a María y a toda la Iglesia católica que os quiere, os apoya y os necesita».
«Deseamos mostrar nuestra pertenencia como católicos»
Junto al prelado madrileño han concelebrado los sacerdotes responsables de las comunidades católicas chinas en España. Entre ellos, el padre Esteban, sacerdote desde hace once años y destinado en Valencia. Las palabras del presbítero, que se expresa con una calma y un lenguaje ejemplar, irradian paz y sosiego. Su mirada, que guarda las raíces de un país donde espera volver, desprende el brillo del Jesús por quien ha arriesgado su vida.
«Mi obispo chino me envió desde mi diócesis para cuidar de la comunidad católica china en Valencia, y estoy muy feliz allí». Una comunidad de más de 500 personas que este sacerdote custodia y acompaña con una inmensa alegría: «Cada domingo tenemos Misa en chino y muchísimas actividades de catequesis, formación, coro, retiros… Prácticamente todos los días tenemos cosas que hacer».
«Nosotros queremos mostrar nuestra unidad con la Iglesia de Madrid», revela Esteban, «y deseamos mostrar nuestra pertenencia como católicos», porque «todos somos uno y, por eso, queremos imitar a este pastor y llevar su palabra a toda nuestra vida».
