Madrid

Lunes, 18 marzo 2019 11:31

El cardenal Osoro invita a jóvenes y mayores a «entrar en la vida del otro con la medicina del amor de Dios»

El cardenal Osoro invita a jóvenes y mayores a «entrar en la vida del otro con la medicina del amor de Dios»

Los ancianos «son la memoria del pueblo» y los jóvenes «debéis tomar como propios los sueños de los mayores». Detrás de cada una de estas palabras, se esconde la mirada providencial del Papa Francisco, quien es consciente de que si los ancianos no sueñan, los jóvenes no pueden ver el futuro.

Tomando su relevo, como padre y pastor, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, mantuvo un encuentro el pasado viernes, 15 de marzo, con jóvenes y mayores en el marco de la VIII Muestra Internacional de Cine y Realidades que Inspiran Madrimaná. Con el tema Opción por los jóvenes y ancianos y en un escenario propicio para el coloquio y la escucha, los cines Mk2 Palacio de Hielo acogieron un diálogo donde diferentes personas plantearon sus dudas y preocupaciones al prelado madrileño.

CarlosOsoro2 EncuentroMadrimana2019

La belleza de la familia

María es madre de familia numerosa. Tiene tres hijos varones, de 10, 7 y 5 años. Su corazón entregado la llevó, junto a toda su familia, a República Dominicana. Allí comenzaron a ser casa de acogida, «porque podía ser algo bueno, tanto personal como familiarmente». Una opción de vida que, al volver a España, continuaron desplegando con todas sus fuerzas. «Deseo tener una casa abierta, ser familia de acogida, para nosotros y para otras personas que lo necesiten, pero tenemos muchas limitaciones…», reveló, ante la mirada atenta purpurado.

¿Cómo custodiar el deseo de ser casa de acogida y vivirlo cotidianamente?

La familia cristiana tiene tal belleza porque su casa es un santuario, es un lugar donde la dimensión eucaristía se tiene que vivir: de los padres entre sí, de los esposos con los hijos, de los hijos entre sí. Las mejores cosas que he aprendido en mi vida no han sido en la universidad, sino en casa de mis padres. Aprender a amar, a querer, a perdonar, a asumir responsabilidades, a ayudar, a estar abiertos a otros… que fuese un lugar de descanso de todo el que llegase.

La casa de familia es un santuario donde se respeta, se ama, se cree, se ayuda, se comparten las alegrías y las tristezas, y donde las puertas siempre están abiertas. Es volver a vivir lo que se vivía en la Iglesia primitiva, siendo comunidad. Hemos de pastorearnos los unos a los otros. Volver a descubrir la belleza grande de la familia; una familia que es, vive y se hace Eucaristía. Sin olvidar, por supuesto, la labor de los abuelos, que es esencial. También los abuelos son importantes, ya que eso es lo que da raíces.

El voluntariado como opción de vida

El segundo en preguntar al prelado fue José, voluntario de Cáritas en Aravaca desde hace muchos años. En su misión por ser luz en medio de este mundo, subrayó las dificultades que se presentan cuando el sacerdote no acompaña en la tarea. Ahora, cuando trabaja en varios proyectos, junto a 40 voluntarios, destacó la importancia de «sentirse útil y al servicio de la Iglesia», cuando el sacerdote «sí colabora, motiva, orienta e incentiva».

¿No sería posible, desde su misión, iniciar una campaña seria y rigurosa para mentalizar a los sacerdotes de que muevan, formen y activen grupos de seglares que estén entregados a la labor de ser fermento en la sociedad y llevar con naturalidad y sin complejos el mensaje del Evangelio?

No solamente el acompañamiento del sacerdote, que es importantísimo, sino que también en el acompañamiento tiene que haber laicos con otros laicos. La Iglesia no la podemos clericalizar. El sacerdote ha de estar disponible para la escucha siempre. Pero hay muchos laicos que ya acompañan. A mí me parece esencial provocar esa escucha, porque eso engendra que todos los cristianos descubran lugares en los que puedan estar y llegar, en realidades concretas donde es necesario establecer el anuncio del Evangelio.

En la zona centro de Madrid hay unas 50.000 personas que viven solas. Que no tienen a nadie, incluso, que les compre la comida. Y yo he visto a jóvenes que acompañan a esas personas mayores y las acompañan hasta el momento de morir. No os podéis imaginar lo que cambia la vida de un ser humano cuando se siente acompañado y escuchado...

Esta llamada al voluntariado es importante porque mi vida es siempre para los demás. Y eso se tiene que mostrar en gestos y tareas concretas. Porque no se es cristiano de libro, sino que tenemos que mostrar lo que creemos con obras. Se tiene que notar. Al laico hay que darle responsabilidades en la Iglesia. Porque la Iglesia no es solo de los curas y las monjas, sino que es de todos los cristianos. Y todos tenemos una misión. Y si de verdad nos encontrásemos con Cristo, todos seríamos voluntarios.

Jose EncuentroMadrimana2019

El drama de la inmigración

Thomas tiene 22 años y es de Burkina Faso. Salió de su ciudad a los 16 en busca de una vida mejor, persiguiendo el sueño de ser futbolista profesional. Un camino que, desde el principio, no fue fácil. «Llegué en patera, sin saber siquiera nadar», reconoce. Tras realizar un curso de jardinería por medio de una ONG, ahora tiene casa donde vivir y un trabajo de jardinero. Pero lo más importante: «Tengo muchos amigos que me acompañan en la vida; he nacido de nuevo, soy otra persona y me hace ser muy feliz». Sin embargo, compartió con el prelado madrileño que conoce a otros inmigrantes que no han vivido su misma experiencia…

¿Qué ofrece la Iglesia a estas personas?

La inmigración es un tema esencial en nuestra vida. El ser humano tiene un derecho que le ha dado Dios a pasear por toda la tierra. Y no se lo puede quitar nadie. Todos somos inmigrantes. Y hemos de ser capaces de integrar en esta vida a quien llega. Eso es cristiano, y el cristiano tiene que hablar con hechos. La integración no se hace por decretos, se hace cuando se tiene un corazón que se siente herido cuando ve a gente que tiene que salir de su tierra y buscarse la vida. Y se encuentra gente con un corazón abierto y sensible ante las necesidades de los demás.

El mandato de «no matar» que tenemos todos es mucho más amplio. Yo puedo matar cuando a otro le siento como extraño, que no es de los míos. Y lo hacemos porque son inmigrantes. Y estamos matando, y de eso no se confiesa casi nadie. Porque pensamos que matar es solo dar una puñalada… pero quitamos la vida cuando no acogemos y rechazamos al hermano.

Thomas EncuentroMadrimana2019

El matrimonio con Cristo en el centro

«Llevamos 55 años casados y tenemos una vida muy plena y muy cumplida: el Señor nos ha regalado cuatro hijos y once nietos, y esperamos nuestro segundo biznieto... El amor de Dios se ha volcado con nosotros». Lo contó Pilar, quien detalló que, a través de los años, han visto a Cristo presente en su vida, «como un abrazo que Dios nos ha dado, aun con muchas dificultades: nuestros hijos han tenido varias enfermedades, nuestra casa se quemó entera…, pero el Señor nos ha acompañado siempre». Un matrimonio en el que «siempre hemos sido rescatados por Su amor». Por eso, reconoció que «lo que Dios ha hecho por nosotros, no lo podemos callar». 

¿Qué se puede hacer para que los demás puedan tener el mismo gusto por Cristo que tenemos nosotros, para que conozcan a Alguien que les salva y que les cambia el corazón, que transmite felicidad y alegría?

Es verdad que cuando uno experimenta el amor de Dios tiene que entregarlo, y tenemos que recordar lo que nos decía Benedicto XVI: «No nos mueve una idea, nos mueve una persona, que es Jesucristo, que ha dado la vida por nosotros, y nos enseña a construir este mundo de una forma diferente». Lo importante es dejar pasar al Señor por tu vida y escuchar «Sígueme». Es muy bonito ver lo que le pasó a Mateo el día de su vocación: se levantó y le llevó a su casa. Jesús entra en la casa de un pecador, porque no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. Lo que tenemos que hacer los cristianos, fundamentalmente, es entregar este amor del Señor.

En un mundo como el de hoy en el que las ideologías nos mueven y nos enfrentan y a veces rompen las relaciones, tenemos algo que es esencial, que no se puede explicar con una idea, que se muestra con la vida y con los hechos. Si yo he recibido algo, se lo regalo a otro. Es entrar en la vida del otro con la medicina del amor de Dios, que abre a la esperanza a quienes nos encontramos en la vida. No son solo palabras, son personas concretas que se han hecho cercanas a nosotros y han vivido así, que han experimentado el amor de Dios y nos lo han entregado.

Pilar EncuentroMadrimana2019

Espacios de encuentro entre distintas religiones

El último en compartir su experiencia con el cardenal fue Abdelmafoud. Es trabajador social y se dedica a hacer la vida más fácil a los más vulnerables de la tierra. «Quizá estoy fuera de la religión cristiana, pero al final estoy mucho más cerca… Soy trabajador social e, independientemente de las creencias, lo que ponemos delante es a las personas», reveló.

¿Cómo la Iglesia católica puede buscar o facilitar los espacios de encuentro para que intercambiemos la vida entre las distintas confesiones religiosas?

Yo cada día estoy más convencido del Concilio Vaticano II que celebró la Iglesia hace muchos años, porque no es solamente un libro que ponemos en la estantería. Allí la Iglesia afirma que hay que tener relaciones con las demás religiones, y aprender también de ellas. Jesús y María: los seres más excepcionales que hemos conocido los cristianos tenían procedencia judía. Y con todas las demás religiones. En Madrid, más o menos todos los meses desayuno con judíos y algún musulmán. Porque las religiones aún tienen mucho que decir a la humanidad. Esas relaciones son necesarias y fundamentales.

En un mundo que está fracturado y roto, con guerras donde está muriendo gente, la religión no puede ser un elemento de muerte. Porque entonces deja de ser religión. Dios da vida, y por tanto debemos estar en tales relaciones que sean para dar vida a todos. Creencias para dar vida, no muerte. La religión está al servicio de la vida, no de la muerte. Las religiones no deben ser causa de enfrentamiento o fractura, ya que eso es negar al Dios en quien creemos, seamos cristianos, musulmanes, judíos… Y eso es un paso importante que debemos dar todos. Hemos nacido por un acto de amor de un Dios que quiere a los hombres. Y negar esto es destruir el ser humano.

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