El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha subrayado este jueves, 9 de mayo, en las IV Conversaciones PPC que, aunque «Dios hizo esta tierra y este mundo para todos», los hombres «ponemos muros, ponemos fronteras, hacemos descartes», y ha recordado que esto «nada tiene que ver con la adhesión a nuestro Señor Jesucristo».

«Lo nuestro no es poner muros, es hacer posible que este mundo sea la gran familia de los hijos de Dios. No es utopía, se puede hacer. Y los discípulos de Cristo tenemos que ser creativos en estos momentos de la historia», ha aseverado en la apertura del encuentro, dedicado a los retos y propuestas a las migraciones.

Justo el día en que el continente celebra el Día de Europa, el purpurado ha lamentado que «esta Europa vieja que se cierra, vieja por historia pero también por los que estamos en ella, no quiere hacerse joven y no busca salidas creativas».

El cardenal Osoro ha agradecido a la editorial PPC y al Instituto Superior de Pastoral la convocatoria porque «la teología no es una abstracción, tiene que ver con la vida» y debe «acercarse a los caminos y a las realidades de los hombres».

«Una búsqueda compartida con los demás»

En la jornada, cuyo programa completo se puede consultar en este enlace, también ha intervenido el vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid, José Luis Segovia. En su ponencia La Iglesia ante el desafío de las migraciones ha subrayado que, «a la hora de emitir un juicio ético o religioso sobre los desplazamientos forzosos de seres humanos», es necesario «no movernos del terreno firme de la ética de los principios y los valores del Evangelio sin glosa». 

A partir de ahí, ha proseguido, «hemos de partir de una visión del ser humano como ser abierto a los demás; siendo amigable y dispuesto al encuentro con la diferencia».  «Cuanto más diferente a mí sea, más me permite acceder al misterio de Dios», porque «la verdad se construye siempre con otros y se pronuncia en primera persona plural: nosotros». 

El nosotros, ha subrayado, «implica una búsqueda compartida con los demás». Siempre teniendo presente que la tradición religiosa católica «es universalista, abierta e incluyente», porque «todos somos uno en Cristo».

Asimismo, Segovia ha destacado que «hay realidades que están fuera del comercio, que no pueden ser profanadas por el dinero... Uno de esos ámbitos es la realidad de las personas extranjeras: un tema sagrado e innegociable».

En este sentido, ha incidido en que «el ser humano es constitutivamente migrante» y ha lamentado el «inmoral» derecho de extranjería, que «está tocado de una intrínseca indecencia moral porque sofoca necesidades naturales y favorece intereses egoístas». Este derecho «está dirigido a la expulsión de la persona» y «es un derecho sin corazón». El buen derecho, ha recordado, «busca satisfacer necesidades y proscribe intereses espurios» y «es una llamada a la universalización». 

«La inmigración no es los otros, es nosotros»

Antes de Segovia, Juan Iglesias Martínez, doctor en Sociología y director de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas, ha hablado de Lloviendo piedras. La integración social de la población inmigrante en la sociedad española. Según ha señalado, «no podemos confundir inmigración con flujo migratorio y con fronteras, por muy importante que sea», y hemos de tener claro que «la inmigración no es los otros, es nosotros».

Iglesias ha incidido en que «no puede ser que volvamos a olvidar la inmigración y a los 6,85 millones de personas de población inmigrante que viven ya en nuestro país», porque «forman parte de nuestra sociedad, de nuestro presente y de lo que vamos a ser». Este es el país «que tenemos que construir», ha subrayado, y «ya solo podemos hablar de vecinos españoles». Tras asumirlo, «debemos construir políticas en torno a esto». 

Sin embargo, ha destacado que, hoy en día, «tristemente», los inmigrantes «son la vanguardia del precariado», y están «concentrados en sus posiciones más bajas». A pesar de esto, ha animado a los presentes a no olvidar que en España «hay convivencia y coexistencia pacífica». Y esto «es un tesoro que tenemos» y «en el que hay que invertir».