Tres fueron las palabras que el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, quiso destacar en su homilía del III domingo de Cuaresma: confianza, esperanza y donación. «Vivamos en la confianza. Confiemos. Dios nos quiere. Dios sale de nuestra parte», explicó en la Misa retransmitida por streaming desde la catedral. Y esto lleva a la esperanza, pero no a cualquiera, como señaló, sino la que «se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. La prueba de que Dios nos ama es que se hizo hombre, murió y dio la vida por nosotros. Y la va a dar. La sigue dando».
Aludiendo al pasaje del Evangelio que se proclamaba este domingo, el encuentro de Jesús con la samaritana en el que Él mismo se dona para apagar la sed, el purpurado situó a los fieles ante una de las grandes preguntas del hombre: «¿Cuál es la sed más profunda de nuestra vida? Preguntémonos también si no hemos abandonado la fuente de agua viva para ir a unos pozos que no apagan la sed. Yo os ofrezco a Jesucristo Nuestro Señor. Dejadle entrar en vuestras casas».
«La sed simboliza el deseo profundo que está en el corazón de todo ser humano, el deseo de verdad, de vida, de bien, de vivir en la fraternidad, el deseo de dar sentido a nuestra vida», aseveró. Al igual que hizo la mujer, animó a pedirle a Jesús también esa agua: «Es Jesús el que nos entrega la vida verdadera y nos quita la sed».
Sobre la situación que atraviesa España, y en concreto la diócesis de Madrid, el purpurado volvió a manifestar «un profundo agradecimiento a todos los que están mostrando durante estos días esa entrega incondicional por eliminar este coronavirus que nos atormenta a todos», y destacó en particular la labor de los «sacerdotes, que de formas diferentes están manifestando el deseo de entregar el amor del Señor en su máxima radicalidad».