La historia de Naamán, general del Ejército sirio, que quedó curado de su lepra después de haber ido a visitar al profeta Eliseo, y que se contemplaba en la liturgia de la Palabra del III lunes de Cuaresma, sirvió al arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para alentar a los fieles a dirigir a los hombres «al camino que da verdadera curación, que es Jesucristo Nuestro Señor».
Así lo explicó durante su homilía en la Eucaristía que, como todos los días durante este tiempo de cuarentena, se retransmite a las 19:00 horas desde la catedral de la Almudena a través del canal de YouTube de la archidiócesis de Madrid.
Al igual que hizo la sierva de la mujer de Naamán cuando animó a que fuera a ver al profeta para que le librara de su enfermedad, «seamos en estos momentos, los discípulos de Cristo, esto para los demás. Es verdad. Es el Señor el que puede curarnos, incluso el que puede libranos en este momento de este virus que nos está trayendo unas consecuencias graves a todos, de todo tipo».
Y, a diferencia de Naamán, que hubo de bañarse siete veces en el Jordán para curarse, «para nosotros el Jordán es el mismo Jesucristo. Reconozcámosle. Él cura. Él sana. Él salva. Busquémosle a Él. Pidámoselo a Él». La homilía concluyó con una invitación a hablar a Jesús al corazón «desde vuestro corazón. Lo que nos parece imposible, Él lo hace posible».