«¿Dónde está Dios?». Con esta pregunta comenzó el obispo auxiliar de Madrid monseñor José Cobo su homilía este jueves, 26 de marzo, en la Misa que se retransmite desde la catedral de la Almudena. «¿Cómo podemos escuchar a Dios en medio de la enfermedad, del miedo, de la muerte de nuestros hermanos?». Son cuestiones que se plantean en esta «Cuaresma de cuarentena», en la que se descubre que «Dios tiene su lenguaje», que tiene «un sueño grande para nosotros», pero «nosotros queremos a Dios en nuestros sueños, no meternos en el suyo», y, «cuando Dios no actúa como queremos, tenemos la tentación de abandonarle».
Es lo que le pasó al pueblo de Israel mientras Moisés estaba en el monte Sinaí: «No tiene paciencia, no puede esperar 40 días de silencio, quiere lo inmediato […], que Dios actúe como ellos quieren. Por eso, cuando no aguantan más, se fabrican un becerro de metal, un Dios a su medida», algo que ahora, en medio de esta crisis, puede pasar. «Es fácil buscar a Dios allí donde no está», explicó el obispo auxiliar, que indicó el modo que tuvo Moisés para sacar a su pueblo de esta trampa: la oración de intercesión por el pueblo, colocando la vida de su pueblo en los ojos de Dios, bajo su misericordia.
«Jesús hoy nos rescata también a todos nosotros de esta trampa –continuó–. No es una teoría el canal de amor y de entrega que estamos viendo estos días a nuestro alrededor, en cada hogar, en cada profesional que se está sacrificando y dando la vida, en cada enfermo que está ofreciendo su enfermedad y su dolor, en cada agonizante que está uniéndose a la Iglesia y dando esperanza allí donde parece que no la hay».
«Jesucristo no es una teoría»
Monseñor Cobo recordó que «Jesucristo no es una teoría, sino que lo podemos ver a través del testimonio de tanta gente. Lo único, que hay que saber mirar. Esta es la tarea que tenemos estos días. Podemos mirar a los becerros de oro o podemos mirar a los lugares de esperanza y sufrimiento, donde Jesús está trabajando, convirtiendo los corazones, dando esperanza allí donde no se ve, donde se está sembrando misericordia».
En este tiempo, además de saber mirar, el prelado apuntó otros tres caminos. En primer lugar, hay que «parar un momento y escuchar dónde Dios está hablando, porque a lo mejor está hablando en tu casa o por ese enfermo que has llamado por teléfono o en ese mismo silencio de la Palabra». «Dios estos días tiene algo que decirte, algo personalmente para ti», aseveró. En segundo lugar, se trata de no perder la memoria, «recuperar la acción de Dios en nuestras vidas, que te da capacidad para reconocer por dónde sigue actuando». Y por último, se debe interceder, «sabiendo que no nos salvamos solos: Presentemos a Dios a nuestros hermanos. No solo aplaudamos sino intercedamos también por ellos».