El obispo auxiliar de Madrid monseñor Jesús Vidal situó el Evangelio que estos días se está proclamando en el contexto de las grandes preguntas que se hacían los fariseos que discutían con Jesús: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿a dónde va? Todos estos diálogos se produjeron en la Fiesta de las Tiendas, en la que los judíos, durante varios días, como explicó monseñor Vidal durante la Eucaristía del martes en la catedral, retransmitida por YouTube, «hacían memoria de cómo Dios había acompañado al pueblo de Israel por el desierto en una tienda. Dios estaba presente con ellos».
Pero en el libro del Éxodo se ve que en ese caminar del pueblo de Israel, «en diversas ocasiones surge en su corazón un miedo, una sospecha, una desconfianza hacia Dios y el camino por el que les está llevando». «En el fondo –constató el obispo auxiliar–, el pueblo sufre una crisis de fe. No entiende, no ve». Esta crisis les lleva al dolor, y al igual que los israelitas, como se expuso en la primera lectura, miraron a la serpiente de bronce para sanar ese dolor y recuperar la confianza en Dios, así Jesucristo les mostró a los fariseos, y «nos enseña [a nosotros], a confiar en Dios mostrándonos su propia confianza».
Esta es una forma de enseñar a «vivir como hijos, que es la llamada más grande que el hombre puede recibir, vivir como hijos fiándonos del Padre». El prelado se refirió a las palabras que Jesús dijo al final del Evangelio del día, «el que me envió está conmigo, no me ha dejado solo», para poner de manifiesto que «Jesús tiene esta certeza profunda, incluso cuando en la cruz experimenta la soledad más absoluta». Y Jesús está en la cruz «para que nosotros le miremos y creamos y conozcamos quién es Él, que es Dios, que camina con nosotros, que no nos abandona nunca».
Monseñor Jesús Vidal aseguró que la Cuaresma, en esta recta final hacia la Semana Santa, nos ayuda a vivir con fe, y pidió que en estos días de crisis del coronavirus «demos el testimonio de un pueblo de hijos, de un pueblo que confía en Dios y que, confiado en Dios, permanece en el cuidado de los hermanos, sin olvidarnos especialmente de los más pobres y necesitados, de los enfermos».