Madrid

Lunes, 06 abril 2020 11:16

Monseñor Montoya: «¡Cuántos cireneos entre nosotros, creyentes y no creyentes!»

En la celebración de vísperas del Domingo de Ramos emitida por el canal de YouTube de la diócesis, el obispo auxiliar de Madrid monseñor Santos Montoya explicó, contemplando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que esas ramas y esas palmas con las que el pueblo lo aclamaba «están anticipando una victoria, están clamando, están diciendo que el Señor cumple sus promesas». Una victoria y una manifestación del poder de Dios que ya se han perfilado en estos pasajes del Evangelio de la Cuaresma: en las tentaciones del desierto, en la transfiguración, en la vida transformada de la samaritana, en la curación del ciego y en la resurrección de Lázaro.

El prelado animó a contemplar estos días la Pasión de Cristo desde aquellos personajes «secundarios que tantas lecciones nos pueden dar». Tal es el caso de la mujer de Pilato, que previene a su marido de actuar contra Jesús: «Le avisa. Como desgraciadamente, en la situación que nos encontramos de esta pandemia, se ha avisado de lo que acechaba al mundo. Y no se ha hecho el caso suficiente. A veces las desgracias son la consecuencia de no atender a aquellos que están viendo y señalando el problema».

Otras personas recordadas por monseñor Montoya fueron los soldados a los que es llevado Jesús previo a la crucifixión: «Lo increpan, lo apalean, le escupen». Pero seguro, explicó, que hubo algún soldado que no quiso participar de «esta injusticia», y recordó a aquellos que habían reconocido ya en su día en Jesús al Hijo de Dios, como el centurión cuyo hijo es sanado. «Cuántas personas, también en estas circunstancias que estamos viviendo, dicen “conmigo no cuentes, no cuentes para mentir como portavoz en cualquier ámbito, para dejar de atender a este anciano…”. Estamos pensando en tantas personas que dicen “no, conmigo la ignominia no. Conmigo no vas a conseguir que dé un paso hacia la injusticia”».

«Dios, que ve en lo escondido, lo premiará»

Y finalmente, Simón de Cirene, también destacado por el prelado: «El que es forzado a acompañar al Señor en la cruz. Porque el Señor hasta en eso es misericordioso, deja que participemos de su cruz para acompañarlo y para transmitirnos esa necesidad de estar cerca de los que sufren. ¡Cuántos cireneos entre nosotros, creyentes y no creyentes! ¡Cuántas personas atendiendo heroicamente a enfermos en sus casas! ¡Cuántas personas atendiendo pacientemente a la familia en este confinamiento! ¡Cuántos signos, pequeños y grandes, de relación de vecindario, de una llamada de teléfono, de un gesto de caridad, de un donativo, de tantas y tantas personas que están entregando lo mejor de sí en estos momentos! Tantas realidades escondidas que están permitiendo que el triunfo ante el fracaso se siga dando. Y Dios, que ve en lo escondido, lo premiará».

Monseñor Santos Montoya concluyó recordando que la Iglesia es ese cireneo también: «La Iglesia no cierra; se cerrarán los templos, pero no la actividad de la Iglesia. Y la Iglesia sigue acompañando con su oración, con sus obras, porque no deja de hacer, no deja de atender sus obras asistenciales, no deja de estar pendiente de los demás».

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