Madrid

Lunes, 20 abril 2020 09:52

Cardenal Carlos Osoro: «Sin Cristo no hay nada, no hay vida, no hay amor verdadero, no hay solidaridad auténtica»

El arzobispo de Madrid cardenal Carlos Osoro comenzó su homilía del viernes de la octava de Pascua, durante la Eucaristía retransmitida por YouTube, animando a dar gracias al Señor: «Es bueno, como decía el salmo». Y además, recordó que «el Señor hoy actúa» y por eso «le pedimos en este tiempo de la pandemia: “Señor, danos la salvación”».

En su Palabra, Dios, tal y como explicó, invita a «eliminar todo tipo de descarte». Al igual que Pedro y Juan curan al paralítico y lo incorporan a la comunidad en nombre de Cristo resucitado, nosotros «estamos llamados a curar, a sanar, a aliviar, a incorporar a los hombre s a la vida comunitaria», al anciano, que «tiene su palabra, tiene su misión; nos han dado la vida, nos han dado lo mejor», a los más débiles… «El discípulo de Jesús es el que entra en este mundo y va precisamente a los que más necesitan».

El purpurado aseguró que la solidaridad de la Resurrección, de la que ha hablado en su última carta semanal, «es precisamente esto: llamemos, demos a todos los hombres algo de la vida que nos ha dado Jesucristo Nuestro Señor. Esto elimina todo descarte». Y no se hace «solamente por decretos, aunque sean necesarios; se hace porque cambia el corazón, porque Jesucristo resucitado está en nuestra vida».

Jesús en el centro de la vida

Sobre las palabras del Evangelio, el arzobispo de Madrid incidió en la importancia de la comunidad. Pedro y algunos más de los discípulos se animaron a ir juntos a pescar, pero faltaba alguien: «Saldremos de esta situación [en la] que estamos viviendo la noche y la oscuridad; lo tenemos que hacer juntos, pero que no falte el Resucitado». Los apóstoles no habían pescado nada antes de que se les apareciera Jesús porque, «hermanos, sin Cristo no hay nada, no hay vida, no hay amor verdadero, no hay solidaridad auténtica; sin Cristo paso de largo ante muchas situaciones puedan vivir los hombres».

Por último, el vicepresidente de la CEE alentó a poner a Jesús en el centro de la vida. A los discípulos les dijo que echaran la red y no podían sacarla de la cantidad de peces que había «porque Jesús siempre agranda el corazón; Jesús hace que nunca olvidemos a nadie».

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