El obispo auxiliar monseñor José Cobo señaló durante su homilía en la Misa del jueves, retransmitida por YouTube, que en «este corazón de la Pascua se nos introduce en el centro de la obediencia». Y explicó que en el mundo de la fe, el hombre tiende a pensar que si obedece a Dios, desaparecerá la libertad, «o tenemos la tentación de pensar que Dios nos puede quitar algo; para qué preguntarle a Dios, no sea que nos pida más de lo que podamos dar». Pero la obediencia «no quita nada sino que lo da todo», y añadió que si algo hemos aprendido en la Semana Santa es que «Jesús aprende a obedecer, y en esa obediencia aprende a ser libre» y nos enseña cómo «la vida es fecunda, amplia y eterna en la medida en que se introduce en la obediencia a Dios».
El problema es lo que el Papa llama autorreferencialidad: «Caminar fijándonos en nuestras bondades o en nuestros fracasos […] en el qué me dicen, qué no me dicen, y nos convertimos en esclavos de esas voces; o podemos caminar mirando exclusivamente a aquellos que nos dan la razón», indicó el prelado, que apuntó una forma más sutil: obedecer a Dios «pero a nuestra manera», queriendo que «Dios sea el copiloto, que haga lo que nosotros queremos. Es el pecado de la falta de docilidad».
Por eso, en Pascua la gran pregunta es «si nos dejamos resucitar por Dios, si somos capaces de mirar más allá de lo que hemos hecho siempre». «En definitiva –continuó el prelado–, dejar que Dios pase también a través de nuestras fragilidades y de nuestras dificultades. Ahí nos va la obediencia». Monseñor José Cobo recordó que «en esto consiste ser cristiano, en ser testigos de la obediencia de Jesús, de cómo aprende a ser hijo. Jesús afronta la realidad y responde en esa realidad a la voluntad de Dios». Y a los discípulos, incluso ya resucitado, «les enseña a ver la cruz de otra manera, con una misión».
Discernimiento comunitario
El estilo concreto de la obediencia a Dios es el servicio, el amor y la entrega. Pero hay un paso más: hay que mirar a los apóstoles, porque la comunidad enseña también el camino de la obediencia. Y a los apóstoles, tal y como se ve estos días en el libro de los Hechos, este camino les lleva a la cárcel, «les complica la vida, pero ahí encuentran su felicidad», aseguró monseñor Cobo, que insistió: «Es importante aprender a obedecer a Dios juntos». Haciendo referencia al Plan Diocesano Misionero, utilizó el término «discernimiento comunitario», por el que «se aprende, juntos, a escuchar la voluntad de Dios en nuestra realidad».
El obispo auxiliar hizo referencia a otro de los elementos clave de la obediencia: «Escuchar, honradamente, la voz de Dios en el corazón, sin reservas, sin cálculos, sin límites». «Somos elegidos, como Pedro y como los apóstoles –enfatizó monseñor José Cobo–; Dios se ha fiado de ti para que con tus hermanos desarrolles el plan que Él tiene sobre la humanidad. [...] Jesús te presenta un plan al que te pide obediencia para dártelo todo, no para quitarte nada». En este tiempo de epidemia, concluyó el prelado, «sabiéndonos elegidos, ayudemos a nuestra gente a ver la vida de una forma nueva; Dios tiene un plan, y lo único que hace falta es ir como los niños», de su mano.