El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, se refirió, en el lunes de la V semana de Pascua, al salmo 113 para instar a dar «gloria a Dios con nuestra vida […] con nuestra manera de comportarnos, de obrar, de situarnos ante los demás», especialmente en estos tiempos de pandemia en los que «hay tanto sufrimiento en todos los lugares de la tierra». Lo hizo durante la Eucaristía retransmitida por YouTube desde la catedral de la Almudena, en la que aseguró que a Dios se le ha de ver «en nosotros, los discípulos de Cristo», que en todas las partes de la tierra tienen que manifestar esa gloria suya.
Perseguidos. Confiados. Amados. Son las tres palabras con las que resumió la Palabra proclamada, que situó a los fieles en los tiempos de la persecución a Pablo y Bernabé, y en aquella curación del paralítico por parte de Pablo: «Era Jesucristo mismo que actuaba a través de Pablo y de Bernabé, como actúa a través de todos nosotros si dejamos que Él ocupe nuestra existencia y nuestra vida». Y a pesar de las dificultades, de las persecuciones –«a lo mejor no entendidos por mucha gente»–, «lo importante es que dejemos habitar a Jesucristo en nuestra existencia, que dejemos que Él ocupe nuestra vida».
Por eso, animó el purpurado a fiarse de Jesucristo, a confiar en el Señor, que se manifestará en la vida de cada uno: «Tendremos alegría, tendremos paz, tendremos capacidad para aguantar todo lo que venga en nuestra vida, porque el Señor nos da una fuerza que no tiene límites, capacidad para afrontar todo».
Si amamos al Señor, «Él estará en nosotros, hará morada en nosotros, y obraremos como él obra», aseveró el arzobispo. Y puso como ejemplo la vida de los santos, recordando especialmente a san Juan Pablo II, del que este 18 de mayo se celebrará el centenario de su nacimiento, y cómo manifestaba el amor de Dios a los hombres. También a otra mucha gente, «algunos conocidos vuestros», que sienten tal amor del Señor en su vida «que son capaces de regalarlo a los demás sin más».