Madrid

Miércoles, 13 mayo 2020 10:03

Monseñor Montoya recuerda que la paz, «un don que se nos ofrece», existe aun en medio del sufrimiento

El obispo auxiliar monseñor Santos Montoya se refirió durante la Misa del martes de la V semana de Pascua, retransmitida por YouTube desde la catedral de la Almudena, a la paz del alma, la paz interior, la paz del corazón. Recordó esas palabras de Jesús en el Evangelio de estos días pasados, «no se turbe vuestro corazón», a las que en este martes se añadía también que «no se acobarde», sabiendo que «está manejado por multitud de realidades externas e internas; dificultades que nos pueden quitar la paz».

La pregunta, ante esto, es cómo equilibrar nuestro interior. El prelado explicó que «no es una cuestión estoica, de fortaleza y de lucha particular, como si todo dependiera de nosotros». La paz, enfatizó, es un don, «es algo que se nos ofrece» para que «nos cale, nos penetre y evite que nos zarandeen todas esas situaciones externas e internas». La paz, por tanto, existe aun en medio del sufrimiento, y el mayor ejemplo lo tenemos en Jesucristo en la cruz.

La paz que da el Señor «no os lo doy como la da el mundo», dice Él mismo en el Evangelio. La paz del mundo «no alcanza a pacificar el corazón –indicó monseñor Montoya– es la paz interesada […] es la que viene del orgullo», es la paz que viene de alguna humillación al otro, de una pequeña venganza, «la paz momentánea de la soberbia». Y ante esta «nos tenemos que defender, pidiéndole al Señor que nos libre de esta falsa paz; queremos esa paz profunda que incluso en el sufrimiento interno y externo» el Señor otorga. Y «estar enclavados en el mensaje del Señor, guardar su palabra, actuar como Él nos pide, va a ser la fuente que retroalimenta la paz».

Firmes en la Palabra

Parece un contrasentido, sin embargo, tal y como puso de manifiesto monseñor Santos Montoya, aquellas palabras del Jesucristo «no he venido a traer paz sino espada». Pero es que, explicó, cuando «la Palabra se pone en juego va a encontrar dificultades; y las encontramos en la convivencia diaria, en las situaciones de cada uno», pero ahí es donde «trata de sobreponerse el don que se nos ofrece».

Aludiendo a la Palabra,recordó cómo san Pablo, en un momento en el que acaban de apedrearlo hasta el punto de darlo por muerto, «se levantó y volvió a la ciudad». «Esto sí que es estar asentados en la Palabra, firmes en la Palabra –aseguró–, y entender que nuestra vida no es sino donación al estilo del que nos dio la vida, nos sostiene la vida, nos anima a entregar la vida en su nombre». Concluyó deseando «que podamos experimentar esta paz, para que esta paz que se nos da la podamos ofrecer».

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