Est, 4 de junio, la Iglesia celebró la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, jornada de santificación sacerdotal. El cardenal Carlos Osoro, presidió una solemne Eucaristía en la capilla del monasterio de las Oblatas de Cristo Sacerdote, en la que concelebraron algunos presbíteros respetando las pautas sanitarias.
El purpurado se dirigó a las religiosas al comienzo de su homilía. «Vosotras nos interpeláis con vuestra entrega y con vuestra vida, haciendo de esta entrega una oblación solemne y clara para que los sacerdotes asumamos este regalo inmenso que el Señor nos ha entregado a todos nosotros».
A continuación, invitó a los presbíteros a contemplar a Cristo a través de tres peticiones: «Jesucristo nos pide a los sacerdotes su ternura y su amor. Ser creadores de unidad. Y estar llenos de la alegría y de la libertad que nace del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo». En relación a la contemplación de Dios en su ternura, dijo que «el estilo de Jesús es el estilo del pastor. Y no hay otro». Y recordó que «una de las señales del buen pastor es la mansedumbre».
En segundo lugar, animó a los presbíteros a ser «creadores de unidad, sacerdotes con conciencia y creadores, por tanto, de unidad». «El Espíritu nos impulsa a estar con todos los hombres». «Lo importante es Jesucristo», insistió. «Tenemos que descubrir que hay un solo Redentor, que es Jesucristo. Y hay una sola unidad. Cristo murió por todos».
Por eso, exhortó a las oblatas a pedir al Señor «que nos ayude a ver que en Jesús todos somos hermanos, que Él es pastor de todos y que todos nosotros también tenemos que inaugurar esta manera de vivir el pastoreo».
En tercer lugar, Jesucristo «nos pide ser hombres de una gran alegría y de una gran libertad». «El Espíritu de libertad lleva a la alegría. Porque Jesucristo, con su Resurrección, trajo alegría. El trato con Dios, el trato con Jesús, no se basa en hacer cosas… Es un trato de acoger en nuestro corazón a nuestro Señor. Es gratuito. [...] Dios se nos da para que llene yo la vida de alegría a los demás y me llena de libertad», aseguró.
«Esta mañana, el Señor nos da la oportunidad, aquí, en este lugar, en este monasterio de las Oblatas, de decirle a Jesús lo mismo que Él: aquí estoy, Señor, quiero hacer tu voluntad. Quiero tener tu ternura. Quiero ser hombre de unidad en la Iglesia. Quiero ser un hombre que esté lleno de alegría. La que viene de ti», la «que sintieron los apóstoles» en Pentecostés.
