La parroquia de San Valentín y San Casimiro (Villajimena, 75), atendida por sacerdotes de la Fraternidad de Rodríguez Maradiaga, está ubicada en la zona más popular de Vicálvaro. Y, como explica su párroco, Cristóbal José Galdeano, «hemos vivido una situación muy complicada, porque el barrio ha tenido mucho contagio por el coronavirus».

Durante el confinamiento al que hemos estado sometidos a causa del COVID-19, el templo ha mantenido sus puertas abiertas para todo aquel que acudía a rezar.

Las celebraciones se emitían en streaming, y las catequesis se realizaban de manera virtual. «Las eucaristías 'on line' las hemos mantenido hasta esta semana, indica Galdeano. Pero ya no son necesarias, porque la gente ha retomado las misas. Salvo los dos primeros días. Ahora, ya participan normalmente». Las catequesis se siguen trabajando 'on line'.

Experiencias de comunión

«Una cosa bonita que hicimos durante el confinamiento, prosigue Galdeano, es que comunicamos a la gente de España con las otras parroquias en las que hemos estado, en México y en Italia. Compartíamos canciones, paisajes del lugar, algunas experiencias de los distintos lugares... Además, por ejemplo, cuando rezábamos el vía crucis, había personas de distintos países -de Argentina, de México, algún italiano, y de aquí, de Madrid- que hacían la reflexión en torno a cada estación. Una experiencia muy bonita. También hemos compartido recetas de comida...».

«Ha servido para que estuvieran un poco entretenidos, sobre todo los que estaban muy solos. Pero además ha enriquecido mucho. Cuando fallecía alguien del barrio, todo el mundo rezaba. Ha sido una experiencia que vale la pena mantener», asegura.

Acción social

La Cáritas parroquial ha continuado con su actividad, aunque no de forma presencial. Los voluntarios se han encargado de atender por teléfono las nuevas situaciones surgidas durante la crisis. Y las ayudas han sido distribuidas por los dos sacerdotes que se encargan del templo, y una religiosa claretiana.

«Antes se hacía un seguimiento a unas 60 unidades familiares más o menos», comenta Galdeano. «Sobre todo, inmigrantes de Colombia y de Venezuela». «Ahora vamos por cerca de las 130 familias, a las que seguimos acompañando». Entre ellas, «hay muchas españolas. Por ejemplo, padres de niños que están en catequesis en situación de ERTE, o con madres que trabajaban en la limpieza». «Para ellos, asegura, ha sido bastante más duro, porque no están acostumbrados a pedir».

Mantener la ayuda

«El trato que hemos hecho con las familias, señala Galdeano, es que los que tienen necesidad vuelvan a llamar. Porque algunas están saliendo de la situación, ya que están empezando a cobrar el ERTE o están retomando el trabajo, y eso ayuda». Aunque «la idea es mantener esta ayuda hasta septiembre, porque la situación en el barrio está bastante complicada».

Todas estas familias reciben ayuda en forma de un lote de alimentos. Los productos proceden de Cruz Roja, y de la solidaridad de los vecinos del barrio. Para el párroco, «esto ha sido una sorpresa muy bonita, dentro de la situación que estamos viviendo. Gente que veía la situación, y nos traía comida para ayudar».

Los repartos se realizan por la mañana, tres días a la semana, mediante turnos asignados por teléfono. Y la documentación se entrega, también previa cita, por la tarde.

En cuanto a la ayuda económica, se ha tramitado a través del teléfono en coordinación con Cáritas Vicaría III.

Culto con fieles

Desde el lunes 18 de mayo, el templo ha recuperado el culto con fieles siguiendo las normas para ello establecidas.

Con un aforo para 100 personas en esta primera fase, han aumentado el número de celebraciones dominicales. Así, el horario de las eucaristías es el siguiente:

• De lunes a sábado: a las 19:30 horas.
• Domingos: 9:00, 10:00, 11:00, 12:00 y 13:00 horas.