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Lunes, 27 octubre 2014 06:00

Monseñor Carlos Osoro Sierra: “Mi misión es difícil y sencilla: anunciar a Jesucristo” Featured

Esta mañana, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, ha comparecido en una rueda de prensa en la que ha agradecido a los Medios de Comunicación el trabajo realizado con motivo de su Toma de Posesión este sábado, 25 de octubre, al tiempo que les ha pedido “que me ayudéis a realizar esta misión que tengo y que, a través de la Iglesia y del Papa Francisco, el Señor quiere que realice en la Archidiócesis de Madrid. Mi misión, como sabéis, es difícil y sencilla, porque se trata de anunciar a nuestro Señor Jesucristo y de hacerle presente no sólo con palabras, también con obras. Y en este anuncio lo que tengo que hacer es llevar esa alegría que trae una gran noticia para los hombres: Dios nos quiere, cuenta con nosotros, no prescinde de nadie; que el Evangelio deslumbra luz y gloria, e invita a esa alegría que nace en lo más profundo del corazón del ser humano cuando se siente querido, amado y respetado en la situaciones en las que esté y en las que viva”.

“Lo que me importa, ha añadido, es vital para este mundo: anunciar una noticia que sea liberadora, transformadora del ser humano, que tenga capacidad de hacernos salir de nosotros mismos y de ir por los caminos de la historia no rompiendo al ser humano, sino construyéndolo siempre, y haciéndolo en todas las ocasiones, sin demoras y sin miedos. La alegría que el Señor me invita a anunciar es su propia persona, es una alegría que es para todos los hombres, no se puede excluir a nadie. Os pido que me ayudéis a anunciar a Jesucristo”.

Para Mons. Osoro, “es más importante el ser humano”. Por ello, ha señalado que “vamos a empeñarnos en descubrir que el ser humano y el diseño que Jesucristo ha hecho en esta historia concreta de lo que es el ser humano, merece la pena darlo a conocer y llevarlo a todos los hombres, a todos sin excepción”.

En respuesta a los periodistas, el Arzobispo de Madrid ha hablado de los jóvenes, recordando que “desde que soy obispo me dediqué a eso. He sido Rector del Seminario de Santander, y he estado con jóvenes; en Orense hacía vigilias en la Catedral, y me reunía todos los meses con ellos. En Orense y Oviedo les escribía una carta todos los meses a los jóvenes y a los niños, en Valencia no me dio tiempo, y aquí me pasará algo parecido”. “Siempre me he reunido con los jóvenes, ha proseguido. Lo he hecho los viernes porque es el día que los jóvenes salen, no tienen clases al día siguiente”. En este sentido, ha anunciado que la primera cita con los jóvenes “será la Vigilia de la Almudena, pero es a una hora que no tengo prevista”. Mons. Osoro desea que sus encuentros con los jóvenes se celebren “a las 10 de la noche, como hemos hecho en otros sitios. Si nos traemos el bocadillo, lo tomaremos antes de ir a la Vigilia”. Aunque ha hecho alusión a la Vigilia de la Inmaculada, que tendrá lugar en diciembre, no ha precisado más encuentros con jóvenes porque antes quiere reunirse con el Delegado de Juventud.

Lo importante, ha precisado, es “estar junto al Señor, estar en el centro. Porque hay una cosa preciosa: cuando el Papa Francisco dice que la Iglesia tiene que ser una Iglesia en salida, tiene que salir del centro a las periferias. El centro es Jesucristo. Si sale de otra manera, va muy mal a las periferias, o hará distinciones en las periferias: con estos voy y con estos otros no voy. Cuando sale del centro, va con todos y va por todos los caminos. Ayudar y animar a los jóvenes a que descubran que en el centro nos reunimos en torno al Señor, y en el misterio de la Eucaristía, y escuchamos su palabra” es lo que pretende el Arzobispo de Madrid con sus encuentros con los jóvenes. “Yo daré una catequesis, y después escucharemos los ecos de los jóvenes que quieran hablar en cada momento, y terminaremos dando la bendición del Señor. Será algo sencillo. Lo he hecho siempre así”.

Todos son necesarios
Mons. Osoro ha advertido que “el ser humano necesita que se le diga quién es. Yo digo que hay una gran enfermedad, y lo llamo la enfermedad de las 3D, y es importante que la descubramos y vivamos. Hay un desdibujamiento”. En este sentido, y recurriendo a Julián Marías en el año de su centenario, ha explicado que “cuando habla del ser humano, dice que es imagen de Dios, y que la descripción de lo que es de verdad esa imagen de Dios es lo que dice el Señor cuando dice que Dios es amor. El ser humano es imagen de ese Dios, que es amor. Ese desdibujamiento es una enfermedad. Cuando uno no sabe lo que es, camina mal”. “La otra D, ha apuntado, es el desencanto, la desesperanza, la desilusión, motivadas por situaciones que son reales”. Y es que muchos jóvenes “no tienen trabajo, o están por horas. Eso es un desencanto, pero también lo es cuando tenéis razones incluso para saber vivir”. Por último, la tercera D, que “es la desorientación. El ser humano, o vive como un vagabundo o vive como un peregrino. Al vagabundo le da igual estar hoy aquí, en Madrid, que en Valencia, Orense, Asturias, Oviedo, Santander. Al peregrino no, porque tiene metas. Esa enfermedad no puedo quitarla solo, pero entre vosotros y yo podemos quitarla, porque podemos dar otra noticia distinta: que hay metas, esperanza, que nadie sobra en este mundo, que todos nos necesitamos, que no podemos hacer una cultura del descarte sino que tenemos que tenemos que hacer la civilización del amor, o lo que el Papa actual llama la cultura del encuentro, donde nadie sobra. Y esto se puede hacer si damos a conocer el dibujo del ser humano, si no lo imponemos. Tenemos un dibujo, y si le pones claro haremos felices a los demás. Esta es mi misión. Porque todos tenemos el dibujo, que es la imagen de Dios: hay que hacerlo ver, y cómo esa imagen tiene vida”.

Otro de los temas abordados en su intervención ha sido el de la familia, que para Mons. Osoro “es esencial. Todos nosotros estamos aquí porque hemos tenido dos laderas, padre y madre. Sin esas laderas ninguno estaríamos aquí, y esas laderas son necesarias y nos han dado lo mejor de nuestra vida. Cuando me hablan de la familia, recuerdo a mis padres. Eran sencillos y me dieron lo mejor que tengo en mi vida. A mí no me la han dado los lugares donde he estudiado, donde he alcanzado unos títulos. Saber amar, querer, servir, respetar, acoger, descubrir que era de todos, todo lo aprendí en mi casa”.

Desafío de una espiritualidad misionera
Ha insistido en que va a mantener con todos “relaciones de hermano, porque todos somos hijos de Dios. Yo creo que este es el ánimo que hay que dar, porque esto es lo que dice el Santo Padre en la Evengelii Gaudium, cuando dice: no a una economía de la exclusión, no a una idolatría del dinero, no a un dinero que gobierna en lugar de servir... la economía, las finanzas, todo, absolutamente todo, tiene que estar a favor del ser humano. No a una desigualdad que genera violencia, enfrentamiento, no a un prescindir de la búsqueda de la verdad; la verdad hay que buscarla siempre, siempre… No a un fundamentalismo que nos encierra en nosotros mismos, en nuestras cosas y no nos abre a la verdad que tienen otros”.

Algo que, ha asegurado, “es un desafío para todos, para los sacerdotes y para todos los cristianos: el desafío de una espiritualidad misionera, es decir, de unos hombres y mujeres que pasamos de un individualismo, de una falta de dibujo y, por tanto, de identidad, de una caída de fervor, que son grandes males que pueden acuciar nuestra vida, a todo lo contrario: a un sabernos vivir en comunidad, salir todos juntos, tener un dibujo real de lo que tenemos el ser humano, aunque a veces tengamos deficiencias en vivirlo y en hacerlo, y un fervor que nace de un encuentro y una pasión que genera Jesucristo en nuestras vidas”.

“Si el prójimo es imagen de Dios, se identifica”, ha afirmado. “Se tiene que mostrar que, de verdad, el Dios en quien creemos es un Dios que cambia nuestra vida” en “la vida real, en la vida social, en las relaciones entre nosotros… Por tanto, todo aquello donde existe odio, división, calumnias, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, persecuciones a gente porque a lo mejor no coincide con lo que yo pueda pensar… Todo eso, cuando uno vive, no teoriza, sino que vive –que eso es la doctrina social de la Iglesia- nos hace situarnos en el núcleo del Evangelio. En esas realidades es esencial conocer las consecuencias que tiene para nosotros la adhesión a Jesucristo”.

Para Mons. Osoro, no se puede “ser un hombre que divida”, sino que hay “que buscar la unidad. Que somos diversos, es verdad. Pero no puedo ser un hombre que para conseguir cosas calumnie… primero, porque la calumnia no es manera de vivir de quien es imagen de Dios, y es consciente de que es imagen de Dios; las venganzas no tienen sentido en nuestra vida”. “Una Iglesia particular que se encierra en sí misma, ha recordado, no es la Iglesia de Jesucristo. El primer mandato de Jesús a los apóstoles es: id por todo el mundo a anunciar el Evangelio… El ‘id’ es esencial. La Iglesia, o es misionera, o es la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo”.

Felicitación del Papa Francisco
Preguntado por su agenda y sus prioridades, ha contado que este domingo había mantenido un encuentro con los ancianos de la residencia donde se aloja de momento, después había celebrado una Eucaristía en la Catedral, y por la tarde había visitado a las Oblatas de Cristo Sacerdote, religiosas encomendadas a rezar por los sacerdotes, “para decirles que mi vida y la de todo el presbiterio la ponía en sus manos, que hiciesen lo que pudiesen pero que teníamos que ser santos para anunciar el Evangelio… Aquí la única razón de ser es ser de Jesucristo. Y esto es lo que tenemos que empeñarnos”. Por último, había visitado un centro de religiosas que acogen a niños cuyos padres no los puede atender. Para Mons. Osoro, había sido una delicia poder compartir su tiempo con los pequeños.

Ha confesado que tiene “un empeño grande” en relación con lo que el Papa denomina “las nuevas formas de esclavitud”. Ha dicho que es algo que “se lo ha tomado muy en serio la Conferencia Episcopal inglesa. Oficialmente, en ningún país del mundo está admitida la esclavitud; es decir, en las Constituciones no está admitida la esclavitud, está condenada. Pero el Papa Francisco, en la Evangelii Gaudium, dice algo que me parece muy importante: siempre me angustió, dice, la situación de los que son objeto de diversas formas de trata de personas; el grito de Dios ‘¿dónde está tu hermano esclavo?’, ‘¿dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para la mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas…?’ Y el Papa dice: no nos hagamos los distraídos”. En este sentido, se ha preguntado “cómo se explica esta contraposición” hoy. “El desdibujamiento, el no saber qué es el ser humano, es lo que trae esclavitudes, y nos permitimos hacerlas tan campantes … También están entre nosotros. Y hay gente trabajando, hay cristianos y consagrados trabajando con todas las consecuencias, en toda esta dimensión”. Por ello, ha explicado que va “a ver a algunas personas que están trabajando en este mundo, también de la droga, de la esclavitud de las personas en medio de la prostitución, utilizando diversos medios… Hay católicos, religiosas, trabajando en estas fronteras”, como mencionó en la homilía de su Toma de Posesión como Arzobispo de Madrid. “Me parece que es muy importante el trabajo que están realizando”, ha asegurado.

Para el Arzobispo de Madrid, “hay que dejarse sorprender por Dios”. Algo que, a su juicio, nos alejará de “posibles tentaciones”, como la de “descuidar la realidad”. Y es que, ha dicho, realidad está ahí, “y hay que transitar por ella, siempre desde el centro, que es Cristo”. En este sentido, aseguró que “la verdad hay que buscarla siempre”. “Vengo en nombre del Señor, afirmó. Y me voy a empeñar en intentar anunciar a Nuestro Señor”. Un empeño grande, que realizará de diferentes maneras. Entre ellas, ha anunciado que está trabajando en un libro para que los padres se lo cuenten a los niños.

Preguntado por su último contacto con el Papa Francisco, ha confesado que ayer, domingo, había recibido una llamada que no pudo atender porque estaba rezando. Cuando terminó, pudo escuchar el mensaje que el Papa Francisco había dejado en su móvil: “Monseñor Osoro, soy el Papa Francisco para desearle lo mejor en su Arzobispado. En todo caso, más tarde intentaré llamarlo. Gracias”. Y, ciertamente, había recibido la llamada personal del Santo Padre.

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