La Iglesia universal espera al nuevo Papa, que será elegido en cónclave reunido a partir de este miércoles, 7 de mayo, pero la impronta de Francisco sigue muy viva en el corazón de los católicos. En la diócesis de Madrid, los delegados episcopales describen quién ha sido para ellos el Papa argentino.
«Cualquier delegado episcopal podría decir que el Papa Francisco ha sido su Papa», reflexiona Alberto Fernández, delegado episcopal de las Causas de los Santos de la archidiócesis de Madrid. «Es decir, el Papa que ha prestado una atención especial a ese ámbito concreto de la vida de la Iglesia», explica. El Papa de los jóvenes y ese «gran documento Christus Vivit» para ellos; el Papa de los migrantes, el Papa de las personas que vienen buscando sueños nuevos a nuestra vieja Europa; o el Papa de la familia y de «la alegría del matrimonio con esta gran exhortación Amoris laetitia».
«Pues yo, como delegado de las Causas de los Santos, puedo decir que el Papa Francisco ha sido el Papa de los santos y el Papa de la santidad». Él, en su magisterio y en su vida, «ha ofrecido unas claves de lectura sobre lo que es la santidad; la santidad de la vida cotidiana y también la santidad que se busca proponer a toda la Iglesia mediante los procesos de beatificación y canonización».
Varias han sido las intervenciones del Papa sobre la santidad. Para el delegado, la más importante ha sido Gaudete et exsultate sobre la santidad en el mundo moderno y la llamada universal a la santidad. «Una de las expresiones más famosas, que creo que quedará para la historia del Papa Francisco, es la de “los santos de la puerta de al lado”». La santidad «del pueblo paciente, de las madres que crían con amor a sus hijos, de los trabajadores que se esfuerzan por llevar el pan a sus casas, de los ancianos que siguen sonriendo, de la vida consagrada, la vida religiosa que se entrega en silencio».
Incluso el Papa hablaba de que su abuela Rosa era una santa. «No sabemos si esto es un acto formal de canonización», bromea el delegado, pero «muestra esta visión sobrenatural del Papa sobre las personas que le rodeaban y que fueron para él testimonio y rostro visible del amor de Dios».
Dejarse modelar por Dios
Y esto es en definitiva la santidad, explica, «una revelación del rostro de Dios en nuestro mundo». Generalmente, reconoce, «entendemos la santidad como una meta inalcanzable, una perfección moral, algo reservado a personas excepcionalmente perfectas, a sacerdotes muy santos, a religiosos, religiosas, obispos…». Pero el Papa «ha puesto de nuevo el foco en lo que ya decía el Génesis, que el hombre está creado a imagen del Dios santo y que está llamado a ser semejanza de Dios».
También destaca como especialmente bonito «que el Papa identifica la santidad con la alegría». Y, además, ha beatificado un gran número de siervos de Dios, ha canonizado a muchos beatos y «su magisterio en este sentido marca un camino para la Iglesia y para cada uno de nosotros, para acoger el don de Dios que es la santidad».
El delegado subraya otra de las insistencias de Francisco: «La santidad no es una meta que se conquista con nuestras fuerzas, con nuestros propósitos, con nuestro esfuerzo, sino que la santidad es la obra paciente de Dios en la vida del hombre; la santidad es permitir que Dios modele con sus manos nuestros corazones, nuestras vidas, para que seamos cada vez más imagen y semejanza del Dios santo y para que reflejemos el rostro de Dios en un mundo tan necesitado».
«El Papa Francisco ha sido el Papa de los santos, especialmente de los santos de la puerta de al lado», resume.
