Era la festividad de Santiago Apóstol, patrón de España y símbolo del peregrino, los jóvenes madrileños emprendieron su camino hacia Roma para vivir el Jubileo de los Jóvenes, acompañados por catequistas, sacerdotes y voluntarios.
La basílica de la Sagrada Familia acogió el acto de envío, presidido por José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid, cuya homilía —llena de llamada, impulso y consuelo— sigue resonando en el corazón de esta generación peregrina. Hoy, al recordarle con gratitud, reconocemos en sus palabras una herencia viva que sigue alentando nuestro caminar en la fe.
Una familia en camino
«Es una gran alegría comenzar esta peregrinación todos juntos», comenzaba diciendo el obispo, subrayando el sentido de esta experiencia. «Compartiremos camino, experiencias, alegrías… y alguna incomodidad también. Pero lo haremos como parte de una familia, de un proyecto, de una misión: la de ser discípulos y testigos de Jesucristo».
Este envío marcaba el inicio de un recorrido que llevaría a los jóvenes por lugares emblemáticos como Asís, Turín o la misma Roma, corazón de la Iglesia universal. En su homilía, el obispo destacaba que este no era un viaje más, sino una respuesta a una llamada profunda: «No es un plan de verano. Sois peregrinos porque habéis sido llamados, elegidos. Tenéis un lugar y una misión en este mundo».
En el día de #Santiago Apóstol, patrón de #España y símbolo del peregrino, los jóvenes madrileños han comenzado su camino hacia Roma, acompañados por catequistas, sacerdotes y voluntarios.
— Archidiócesis de Madrid (@archimadrid) July 26, 2025
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Una brújula llamada esperanza
El prelado invitaba así a los jóvenes a preguntarse por el norte de sus vidas: «¿Hay esperanza en mi vida? ¿Qué me ilusiona? ¿Qué me hace seguir caminando?». Reconociendo la tentación de la mediocridad o el conformismo, los animó a vivir «de verdad, en plenitud», sin resignarse a una felicidad superficial. «Estamos bien hechos y llamados a una alegría que no es solitaria, sino compartida».
Testigos del Evangelio
A lo largo de estos días, los peregrinos madrileños encontraron inspiración en grandes testigos de la fe: san Francisco y santa Clara en Asís, san Juan Bosco en Turín, o los jóvenes beatos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, «que no permanecieron indiferentes ante las necesidades del mundo». También recordaba la figura del arquitecto Antoni Gaudí, cuya pasión por la belleza se convirtió en testimonio vivo del Evangelio.
Una Iglesia joven que camina unida
Así, animaba a los jóvenes a vivir esta peregrinación en comunión, «como Iglesia que peregrina en Madrid», cuidando la fraternidad y reconociendo en la unidad con sus pastores —el cardenal José Cobo, los obispos auxiliares, sacerdotes, catequistas y el Papa— un signo de esperanza para el mundo. «No olvidemos que, aunque somos vasijas de barro, llevamos un tesoro: la fuerza de Dios».
Santiago y a María
Aludiendo a la figura del apóstol Santiago, José Antonio Álvarez recordaba cómo este pescador galileo descubrió la verdadera felicidad en la llamada del Señor: «Ven y sígueme». Y concluía animando a no tener miedo de abrirse a Dios, «que no viene a complicarnos la vida, sino a llenarla de sentido». . «¡Adelante, peregrinos!», exclamaba al terminar. «Disfrutad de estos días. No dejéis de abriros a las sorpresas de Dios que, a buen seguro, os va a conceder».