La luz en el atrio de la catedral de la Almudena es tenue pero, al acceder, la figura de la Virgen se impone. Está subida ya en su trono —prestado por la hermandad de Jesús el Pobre— con el que saldrá a las calles de Madrid el día de su fiesta, el domingo 9 de noviembre. Su porte es elegante y sencillo a la vez. Hay dulzura en su mirada, en su sonrisa que asoma, y ternura en esa manera tan propia suya de mostrar a su Hijo, como entregándolo ya al mundo cuando aún es un bebé.
La talla que procesionará es una de las copias en resina que hay de la original, la que está en el retablo de la catedral, y que se bajó de ahí por última vez en 1993. Espera a que la adornen para lucir esplendorosa en su día. El encargado de este trabajo es Jorge Matas (en la imagen principal), media vida ligado a la catedral y los últimos diez años preparando a la Virgen de la Almudena para su gran día, desde que el Cabildo Catedral y el Museo Catedral de la Almudena decidieron darle uso a su ajuar, integrado por una de las colecciones de mantos más destacadas de España, y quizá de Europa. La mayoría son de reinas o damas de la corte que, «por protocolo, no podían repetir», de modo que se los regalaban a la Virgen. «Las telas son lo mejor de lo mejor», asegura Matas.

El de este año será el del 'señor de Arce', que aparece inventariado en el siglo XVIII como donación de este personaje del que se desconocen más datos. «Probablemente de los talleres de Lyon», es un brocado en verde manzana, tejido con hilos de oro —fríos y rígidos al tacto— y ramilletes de flores bordados en tonos amarillo, fucsia y lila. Verde. Por la esperanza. Por el año santo. El mismo manto que lució en 2020, cuando se asomó a la puerta de la catedral para dar consuelo a su pueblo de Madrid, asolado por la pandemia (imagen inferior).
La Almudena tiene casi 20 juegos de mantos, que, al ser para Virgen de camarín y, además, una talla ya vestida, se solían bordar solo por delante. La Almudena recibió su primer manto en 1640 y, hasta 1890, por decisión del cardenal Sancha, los madrileños la han conocido siempre revestida. «Quitando el de María Luisa de Parma, que es muy delicado, se está intentado sacar todos los mantos», reseña Jorge.

Un armazón a la medida de cada manto
La Virgen no se reviste entera para que se mantenga reconocible por los fieles; de ahí que solo se coloque el manto, desde los hombros, y una mantilla que le cubre la cabeza, bajo la corona. Para ello, Jorge diseñó hace tiempo un armazón con listones de madera, adaptable a las medidas de cada uno de los mantos. No tiene más de 60 grados de inclinación para que no resbale la tela, a lo que también ayuda la capa de gomaespuma que lo recubre. Así, además, se preserva mejor, «porque ponemos los menos alfileres posibles». Y, por último, facilita su retirada rápida en el caso de que llueva durante la procesión.
Matas, que coordina todo el montaje, tiene en cuenta otros detalles. Por ejemplo, las flores, que consensúa con la florista para que coordinen los colores en función del manto elegido y no opaquen a la Virgen. «Este año serán en tonos verdes y fucsias». Y la iconografía, que mantiene también en el trono procesional porque es a la que «estamos acostumbrados».

Así, la talla lleva a ambos lados las dos velas encendidas, por cómo fue hallada en el interior de la muralla, y la media luna a sus pies porque ella es también Inmaculada. Este elemento fue un regalo de la Real Congregación de San Isidro en 2018, y en ella aparece la imagen del santo. La relación entre los patronos de la ciudad de Madrid es estrecha, «no en vano, Isidro iba a rezarle a la Virgen», y como reflejo de ellos, la relación entre las dos hermandades, la de la Almudena y la de San Isidro, también.
La Almudena luce también dos condecoraciones: la medalla de oro de la ciudad de Madrid y la medalla de honor de la ciudad de Madrid, ambas estrenadas con la Virgen como primera distinguida por ser la patrona de la villa. Asimismo, lleva el fajín y bastón de Capitana General, que se le otorgó por decreto ley en 1948 con motivo de su coronación canónica y supone los mayores honores militares. Y, por último, el bastón de mando de alcaldesa, que tiene varios porque son regalos personales de los alcaldes de Madrid. El último, el de José Luis Martínez-Almeida.

«Como madrileño y devoto de la Virgen de la Almudena —reconoce Jorge— para mí es un orgullo que el museo y el cabildo confíen en el trabajo que realizo». La Virgen se pondrá más guapa si cabe para recibir «todo el cariño que se merece» de su pueblo.
