El mundo empresarial ha celebrado su jubileo en Roma, en unos días especialmente intensos imbuidos en el ambiente de precónclave en el Vaticano. «Si hubiera podido, me habría quedado hasta el miércoles», destaca Begoña Sánchez Ramos, refiriéndose al miércoles, 7 de mayo, día de comienzo del cónclave.

Ella ha sido una de las empresarias que ha peregrinado, de domingo a martes, con el grupo de peregrinos de la Asociación Social Empresarial (ASE), con su presidente, Javier Fernández-Cid, a la cabeza y Beatriz de Andrés (en la imagen principal, Begoña Sánchez Ramos, la segunda por la derecha, entre Javier y Beatriz). Vinculada a la Conferencia Episcopal Española, ASE está integrada, como entidad española, en la UNIAPAC, federación internacional ecuménica de empresarios cristianos.

Habiendo fundado tres empresas, una en España, otra en Colombia y otra en Chile — consultoras de desarrollo de negocio para las grandes (Repsol, Sanitas, Canon, Mapfre…)—, Sánchez Ramos empezó a vivir su fe de manera más intensa cuando, al acabar la carrera, «empecé a ir a Misa cada día». Esto fue determinante en su vida. Desde hace ya años vive su vida cristiana en el movimiento de Cursillos de Cristiandad y, además, imparte unas catequesis online para adultos, El hombre es capaz de Dios.

Necesidad de orar por los empresarios

En Roma se han dado cita empresarios de todo el mundo, lo que ha supuesto un enriquecimiento. Para Sánchez Ramos, esta unidad es muy importante, y también su visibilidad en la Iglesia. En su opinión, los empresarios cristianos «tenemos la obligación moral para con la sociedad con nuestra tarea empresarial, pero también el derecho como cristianos» de estar presentes, y se lamenta de que «a veces no somos muy comprendidos en el mundo de la Iglesia».

«Los empresarios tenemos una misión que es una vocación —continúa—; porque buscar el bien común no es algo necesariamente asistencialista, sino hacer bien nuestro trabajo sabiendo que el objetivo es generar estabilidad económica y bienestar social, y llegar a la plenitud de cada ser humano como hijo de Dios».

Así, «nuestra misión en la Iglesia es ser excelentes empresarios, pero necesitamos la oración y el acompañamiento». Recalca «la dificultad extrema que tenemos de tomar decisiones en justicia y en verdad, pero también en perdurabilidad de la empresa para hacer un bien».

Por eso quiso acudir al jubileo, para, «compartiendo la alegría de ser Iglesia, trasladar al mundo nuestra misión en ella» y, a su vez, «pedir desde dentro que se ore por nosotros; queremos sabernos ayudados como parte de la Iglesia a través de la oración». Porque, en su opinión, «existe la sensación de que el empresario por naturaleza es malo y algunos son buenos».

Subraya la empresaria que cada católico tenemos misiones muy diferentes, pero una misma vocación. «Nosotros no estamos aquí porque queramos ser ricos, sino porque queremos ser santos, con la gracia de Dios». Y en este punto, esta mujer madrileña que se acaba de jubilar se emociona cuando recuerda una conversación en este sentido que tuvo con una religiosa durante el jubileo. «Me prometió que a partir de ahora toda su congregación rezará cada día por nosotros».

Fraternidad y comunión

Durante estos días, los empresarios han podido vivir una experiencia de fraternidad y de «profunda comunión en nuestra misión del quehacer empresarial, un quehacer que es construir Iglesia y llevar a Dios a través de nuestra vocación». «Nos parece importantísimo que dentro de la Iglesia se celebre con júbilo la presencia de los empresarios en la vida pública».

El encuentro jubilar en Roma —diferente a como inicialmente se había previsto por el fallecimiento del Papa Francisco— comenzó el domingo con una Misa conjunta en la iglesia de Santa María in Traspontina, en la Via della Conciliazione. Esa misma tarde, en Santa María en Trastevere mantuvieron una encuentro-cena con la Comunidad de Sant’Egidio.

El lunes fue un día de compartir. Entre otras actividades, visitaron la Biblioteca Apostólica Vaticana. Asimismo, se presentó la figura del empresario argentino Enrique Shaw y su proceso de beatificación, una charla en la que estuvieron presentes sus nietas. E igualmente escucharon voces destacadas como la de la hermana Helen Alford, presidenta de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales; monseñor Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey y hasta este año presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y Alejandro Pellico, vicepresidente de Incidencia de la asociación mexicana, con su charla Empresarios, constructores de Esperanza.

Ya el martes fue el momento de atravesar la puerta santa de la basílica de San Pedro, simbolizando el compromiso de los empresarios con la conversión y el servicio, y pudieron rezar ante la Piedad, la tumba de san Juan Pablo II y la cripta de san Pedro.