El pasado jueves, 1 de junio, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, presidió en la iglesia parroquial de San Jerónimo el Real la solemne Eucaristía de acción de gracias organizada con motivo del 110 aniversario del nacimiento y el 20 del fallecimiento de Pilar Bellosillo García-Verde, miembro de la Acción Católica e impulsora de Manos Unidas.
En su homilía tuvo un recuerdo especial hacia esta mujer, «por todo lo que significó su vida en el trabajo y en el anuncio del Evangelio en la iglesia, y también en España», así como por su «participación en el Concilio Vaticano II». Una «testigo del Evangelio» que destacó «por su cercanía a las situaciones de los hombres». «Una mujer excepcional» que sobresalió «por la compasión que tuvo» así como por su «pasión por dar a conocer el Evangelio» y lo más hondo del mismo, «que es el amor de Dios. Por querer sanar este mundo con la ayuda del Evangelio y con la fuerza de Jesucristo. Y por ser una mujer siempre positiva y alegre» con «una capacidad especial para ver lo mejor y, sobre todo, para regalar su vida y su existencia para el anuncio del Evangelio, desde la alegría del Evangelio».
Pilar Bellosillo buscó hacer la voluntad de Dios. «Ella esperaba en el Señor» e «inició en la vida de la iglesia un cántico nuevo de la presencia de la mujer en lugares donde era necesario que se oyese su voz», añadió en alusión a su participación en el Concilio Vaticano II. «Ella abrió el oído a quienes se acercaban a su vida. Y, sobre todo, le dijo al Señor con todas las consecuencias: aquí estoy para hacer tu voluntad».
En alusión a la Palabra de Dios proclamada, resaltó «tres aspectos que son parte importante de la vida de Pilar Bellosillo: ponerse en manos de Dios, dar todo por Jesucristo; buscar hacer su voluntad; y, esto, velando y orando».
«Si algo tendríamos que decir de esta mujer de iglesia, de la Acción Católica, explicó, es precisamente que lo dio todo por Jesucristo Nuestro Señor; por ser testigo del Señor. No guardó nada para ella». «El Señor, en la vida de la iglesia, la zarandeó; la llevó por lugares diversos. Pero siempre para dar testimonio de Jesucristo Nuestro Señor. Sabiendo que el Señor proveerá. En una confianza total con el Señor. El Señor la bendijo, y la hizo participar en tareas eclesiales diversas, como en el Concilio Vaticano II, con lo que supuso en la iglesia la voz de una mujer».
«Ella, prosiguió, buscó hacer la voluntad de Dios en los momentos importantes de la vida», Y lo hizo «en un momento nuevo de la vida de la Iglesia, con todo lo que supuso el Concilio Vaticano II para afrontar una época que estaba ya, pero que quizás no nos habíamos dado cuenta de que estaba. Y era necesario vivir la experiencia de cómo anunciar el Evangelio en el momento histórico nuevo que estaba naciendo. Y ahí tenéis a Pilar Bellosillo, buscando hacer la voluntad de Dios». Todo ello, «unida a Jesucristo» y buscando hacer su voluntad». Y, siempre, «velando y orando».
«En este recuerdo sincero, abierto, esperanzado, nosotros le decimos al Señor, con todas nuestras fuerzas, que Pilar Bellosillo descanse en paz. Ella, que quiso ser testigo y cercana a los hombres con la compasión misma de Dios; que sabía que la sanación de la vida y del ser humano vienen solamente con Jesucristo, y que fue siempre positiva y alegre». Porque, añadió, Pilar estaba llena de la alegría «que nace de saberse querida por Dios».
Y concluyó manifestando su deseo de que seamos capaces de descubrir «los momentos en los que tenemos que poner todo lo nuestro al servicio de la iglesia, como ella lo hizo y lo supo hacer».
Al término de la Misa, tuvo lugar un acto en el que las asociaciones que impulsan la causa de canonización de Pilar Bellosillo -Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), Acción Católica General, Manos Unidas y Centros de Cultura Popular y Familia- presentaron su figura.
