Vecinos y fieles de cinco pueblos que llevan el nombre de San Pantaleón en el nombre propio de su población y parroquia, peregrinaron el sábado 24 de mayo hasta la Iglesia del Real Monasterio de la Encarnación, en Madrid, de las monjas Agustinas Recoletas, para venerar las reliquias de un hueso y de la sangre de San Pantaleón, médico y mártir del año 305, que habitualmente están en la capilla-relicario del monasterio con otras muchas reliquias de santos desde su fundación en 1616.
La Asociación de Amigos de San Pantaleón, que radica en la localidad de San Pantaleón de Losa (Burgos), promueve una peregrinación anual que por turno cíclico realizan sucesivamente a cada uno de esos cinco pueblos.Y en esta ocasión especial, después de un decenio, los pueblos que han peregrinado otra vez hasta Madrid son: San Pantaleón de Aras, en Cantabria y diócesis de Santander, cuyo templo parroquial comenzó a ser edificado en el siglo XV; San Pantaleón de Cabanas, de la provincia de Lugo y diócesis de Mondoñedo-Ferrol, cuya iglesia parroquial fue empezada a construir en el siglo XIV; San Pantaleón de Viñas, provincia de Coruña y de la archidiócesis de Santiago de Compostela, y su iglesia parroquial es de estilo románico del siglo XII; San Pantaleón del Páramo, provincia y archidiócesis de Burgos, a orillas del río San Pantaleón, renacentista con un retablo barroco; y San Pantaleón del Losa, también de la provincia y archidiócesis de Burgos, cuya gran ermita de comienzos del siglo XIII está dedicada a San Pantaleón sobre la “Peña colorada”, como si esta montaña fuera la proa de un barco que desde la tierra apunta al cielo.
Doscientos peregrinos venidos de estas poblaciones, con los que se añadieron originarios de esas parroquias y que actualmente viven en Madrid, participaron en la Misa del Real Monasterio de la Encarnación, concelebrada por sacerdotes que los atienden. Después, pudieron pasar a venerar las reliquias de San Pantaleón, un hueso y una porción de sangre, situadas en su propia vitrina dentro de la capilla-relicario del mismo monasterio.
Joaquín Martín Abad, capellán mayor del Real Monasterio de la Encarnación, en su homilía destacó cómo San Pantaleón, al dar identidad con su mismo nombre a cada uno de estos cinco pueblos y parroquias, «es a la vez patrón y patrono; porque un patrón sirve de modelo no solo para confeccionar trajes sino también para configurar la vida cristiana; y patrono porque bajo su patronazgo peregrinamos por esa vida hasta que nos conceda llegar a la vida eterna con Dios, con Santa María, y con todos los ángeles y santos».
Y, al referirse a la fiesta de san Pantaleón de cada 27 de julio, cuando «sin faltar ningún año se comprueba en la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación el prodigio de que la porción de sangre del santo está licuada mientras que durante el año permanece solidificada», realzó que, «cuando participamos en el santo sacrificio de la Misa, asistimos al prodigio de que, por la fuerza del Espíritu Santo y la mediación del sacerdocio ministerial, el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre, para alimento del peregrinar por la vida desde la mesa de la Eucaristía hasta la mesa del banquete del Reino de los cielos».