La Iglesia católica vive estos días la espera esperanzada de la elección del nuevo Papa, y en Roma, centro de la cristiandad, el año jubilar de la esperanza de este 2025 continúa celebrándose. Después de un intenso fin de semana, con el Jubileo de los Adolescentes coincidente con las exequias del Papa Francisco, se ha vivido el de las Personas con Discapacidad, que comenzó hace tres días.
Hasta allí se ha desplazado un grupo de la diócesis de Madrid, integrantes de la peregrinación que organizó la Comisión de Discapacidad de la Conferencia Episcopal. Isabel Cano, catequista para personas con discapacidad intelectual —y en algunos casos también física— en la parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos, nos atiende desde Roma, junto a algunos de sus catecúmenos. Cuenta que llegaron a Roma el domingo, que están alojados en la Casa San Juan de Ávila, donde «nos dan de comer de maravilla», y que regresarán a Madrid este miércoles por la tarde.
Les impresionó la Misa jubilar del lunes por la tarde en San Pablo Extramuros, con el templo a rebosar de personas de todo el mundo y, muy importante también en el caso concreto de este jubileo, una iglesia «muy accesible». Para Isabel, en concreto, fue «muy impactante; me pareció muy especial el silencio y el respeto que se respiraba, con tanta gente con tantas discapacidades diferentes». Era, resume, «el silencio de la discapacidad tenue, con respeto».
Reconoce la catequista que ha habido cosas que no han estado bien adaptadas, teniendo en cuenta las particularidades de estos peregrinos —caminos de gravilla en el espacio de las catequesis, que dificultaban muchísimo el tránsito de las sillas de ruedas, o celebraciones excesivamente largas para personas con dificultades de atención—, pero la experiencia, igualmente, ha sido muy positiva.
Que se lo digan a José Luis, catecúmeno del grupo de Isabel en Tres Cantos (en la imagen inferior, portando la cruz, junto a Viki, otra peregrina del grupo), que no se lo pensó dos veces cuando surgió la posibilidad de ir a Roma «al ver el tema de la esperanza». Para él, lo más «impresionante» fue el pasar la Puerta Santa. «Viví muy de cerca el mensaje de Jesús, el del amor; cuando entré por la puerta fue como entrar en una nueva dimensión».
Para Daniel, compañero de José Luis de catequesis, el Jubileo le ha parecido «importante porque todos somos Iglesia», afirma con sencillez pero a la vez con toda sinceridad. «Nosotros también somos importantes para Dios».