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Lunes, 07 marzo 2022 11:06

El arzobispo de Madrid alerta a los jóvenes contra la tentación del poder, que lleva a la «opresión de los demás»

El arzobispo de Madrid alerta a los jóvenes contra la tentación del poder, que lleva a la «opresión de los demás»

«En esta noche seguiremos rezando por la paz en el mundo, y muy especialmente en Ucrania». Con estas palabras dio comienzo la vigilia de jóvenes en la catedral de la Almudena, que cada primer viernes de mes celebran acompañados por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. Esta tuvo un momento especial de agradecimiento al purpurado por sus 25 años como obispo, que acaba de celebrar, y su dedicación a los jóvenes en todo este tiempo.

«Todo esto que yo hago aquí comenzó en mi tierra de Santander» y ya en Orense, siendo obispo, lo adaptó. Reunía a los jóvenes los domingos por la tarde, y en el Obispado habilitó dos zonas con literas, para chicos y para chicas. Así, los que llegaban de los pueblos y estudiaban en Orense se podían quedar a dormir. En su siguiente destino, en Asturias, lo replicó en las ciudades de Oviedo y Gijón. También en Valencia, «donde la plaza de la Virgen se llenaba de jóvenes». El día que celebró su primera Eucaristía en Madrid «os invité» y desde entonces, excepto en los meses del confinamiento, se han ido sucediendo las vigilias.

Los jóvenes quisieron regalarle un cuadro con fotografías de las distintas vigilias celebradas en la catedral y una dedicatoria de agradecimiento, que el arzobispo les devolvió: «Os doy las gracias a todos vosotros porque ciertamente sois los que animáis a seguir adelante». «Vamos a seguir anunciando el Evangelio a los jóvenes», haciendo una propuesta para «situarnos junto al otro», animó. Esto es posible, subrayó, «porque contamos con la fuerza y con la gracia de Nuestro Señor Jesucristo».

En la vigilia también estuvo presente una representación de los concursantes de Madrid Live Talent, el certamen de música católica organizado por la Delegación de Jóvenes, que entra ya en la recta final. Uno de ellos contó que «la experiencia ha sido máxima; nos está permitiendo conocer nuevos talentos del canto católico, conocernos más y poder mostrar a Cristo mediante la evangelización del canto».

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La «guerra sin sentido de Ucrania»

Ya en su meditación, al hilo del Evangelio proclamado el domingo sobres las tentaciones de Jesús, el purpurado invitó a los presentes a hacer esa experiencia del desierto que Él mismo vivió. «Lo hacemos en estos momentos donde la humanidad está sometida a una crisis grande: la guerra de Ucrania es un dato», pero hay muchos otros lugares donde hay conflictos, aseguró.

«Es conmovedor y hasta emocionante contemplar a Jesús en el desierto», sometido a la oscuridad, a la angustia, pero, a la vez, «a la escucha de lo que Dios quiere de Él». «Jesús sometido a la tentación como un hombre cualquiera», aseveró, que le lleva a un conflicto interno. Las tentaciones, sobre todo «del tener, del poder y de la gloria», son una constante en el hombre. La evidencia «de esta guerra sin sentido de Ucrania» es la experiencia justo de estas tres tentaciones.

Cuando Jesús sintió hambre, en su debilidad, llegó la tentación. La primera fue la duda sobre su condición de hijo de Dios: «Si eres hijo de Dios…». «La tentación más grave de la vida es precisamente esta, dudar de que somos hijos de Dios, de que somos amados por Dios». Y por tanto, si se duda de ser hijo, se duda del ser hermanos entre otros. Pero Dios mismo se lo había dicho a Jesús: «Tú eres mi Hijo amado».

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«¿Acaso dudáis vosotros de que sois hijos de Dios?», preguntó a los jóvenes. «Ese olvido de que somos hijos de Dios trae las consecuencias que nosotros estamos viendo en la humanidad: la guerra entre hermanos, la ruptura, el matar al otro hermano para conseguir lo que fuere a costa de la vida del otro…». Esta duda «de lo que somos» está «entrando en esta humanidad». Se ha retirado a Dios de la historia, y por eso el ser humano ha olvidado quién es, observó.

La segunda tentación es «el querer manipular a Dios, usar a Dios; como tiene poder…». Pero hacerlo «para mi servicio», utilizarlo en beneficio propio. Es la tentación «de querer satisfacer los deseos, las apetencias…». «No manipulemos a Dios», pidió. «El poder de Dios es para amar, para servir, no para utilizar a nadie, no para hacer gestos grandilocuentes», sino para «hacernos crecer mutuamente».

Aún queda una tercera tentación, más grave: la del «poder absoluto» en cualquiera de sus formas. El poder «lleva a la opresión de los demás» y la experiencia humana, afirmo el arzobispo de Madrid, muestra «la corrupción a la que puede llevar la ambición de poder». Ante esta tentación, Jesús es tajante: «Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto».

Jesús «corta de manera radical con la tentación» y elige «la fuerza de la docilidad a Dios». Solo Dios puede «liberarnos de nuestras fragilidades, de nuestras heridas», y apoyados en Él «podemos vencer todas las tentaciones». Él «siempre nos acompaña, no nos deja solos». En este inicio de la Cuaresma, concluyó el cardenal Osoro, «vayamos al desierto, abrámonos a Dios».

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