El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha celebrado una eucaristía con los internos del Centro Penitenciario de Soto del Real, con motivo del Día de la Virgen de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias. El acto ha sido un acontecimiento cargado de emoción, que ha congregado a numerosos reclusos, al punto de que el salón de actos ha quedado pequeño para albergar a todos los que han deseado participar en la misa. Al ritmo de la batería y acompañado por un coro, la ceremonia ha comenzado con un ambiente de recogimiento y fraternidad, dando a los internos la oportunidad de expresar sus peticiones y desafíos personales.
El cardenal José Cobo, en su homilía, ha ofrecido un mensaje de esperanza y cercanía, subrayando que la Iglesia de Madrid no se olvida de aquellos que están privados de libertad. “Os traigo el abrazo de toda la comunidad”, ha dicho, destacando que la oración de muchos fieles se dirige a quienes se encuentran en situación de reclusión, así como a los profesionales y autoridades que trabajan en el centro penitenciario. El cardenal ha resaltado que el mundo de la prisión es especialmente querido por la Iglesia, que se preocupa por los internos y por sus procesos.
Durante la homilía, el cardenal ha compartido una historia para ilustrar la importancia de los vínculos. Relató el caso de un niño que, cruzando la frontera entre México y Estados Unidos, ayudaba a su hermana, cargándola pese a las dificultades del camino, y cuando se le preguntó si no le pesaba, él respondió: “No pesa, es mi hermana”. A partir de esta anécdota, el cardenal Cobo ha reflexionado sobre cómo los problemas y las cargas de la vida pueden afrontarse de manera diferente cuando nos vinculamos con los demás desde el amor y la fraternidad. “Quizá ese es el milagro que asistimos hoy: que nuestras cargas pueden ser más ligeras cuando las compartimos con los demás y nos sentimos hermanos”, ha añadido.
El arzobispo también ha destacado el papel de la Virgen de la Merced como madre de todos, tanto de los internos como de aquellos que trabajan en los centros. En su mensaje, ha subrayado que María no juzga, sino que mira a cada persona con el amor y la ternura de una madre, lo que invita a cada uno a redefinir su vida no por los errores cometidos, sino por el amor y la capacidad de perdonar y ser perdonado. “Nadie puede ser definido por sus errores, sino por la capacidad de ponerse en marcha y de ser perdonado”, ha afirmado el cardenal.
Ademas, ha insistido en que la misericordia de Dios es más grande que cualquier pecado, y que todos los que se encuentran en prisión tienen la oportunidad de redimirse y empezar de nuevo. “El amor de Dios es más grande que nuestros errores, y su perdón, mayor que cualquier falta”, ha concluido.
Al final de la misa, los internos se han acercado al cardenal agradeciéndole su mensaje de esperanza. Asimismo, Paulino Alonso, capellán de la prisión de Soto del Real, ha felicitado a los internos y junto con ellos han agradecido ese abrazo, también físico, del arzobispo de Madrid.