San Isidro, patrón de Madrid, acogía en su casa este 15 de mayo a todos para celebrar, con toda solemnidad, su fiesta, la fiesta de la ciudad de Madrid pero también la de tantos otros lugares del mundo del que es patrón.
La colegiata de San Isidro, en la que reposan los restos del santo labrador y los de su esposa, santa María de la Cabeza, recibía a cientos de devotos desde el punto de la mañana que iban a participar en la Misa, a las 10:00 horas, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.
Allí estaba Carmen, su hija Noemí, sus nietas Diana y Daniela, vestidas de chulapas, y otros miembros de la familia para celebrar un día que es especialísimo. Los padres de Carmen se casaron tal día como hoy y ella lleva 60 años acudiendo a la Misa de la colegiata en honor al santo. «Para mí —dice Carmen, y se emociona— san Isidro es al que siempre le pido cuando necesito algo».
Como las pequeñas, también Leo acude con sus abuelos. De ellos ha heredado la devoción por el santo patrón de Madrid. «Me gustaría mucho ser agricultor, como san Isidro». Y como su abuelo que, de hecho, también lo es. La abuela, Asunción, le ayuda a expresar, porque lo han estado hablando, «por qué lo hicieron santo: era super bueno y muy trabajador».
«Permanecer unidos a la vid»
«San Isidro siempre ha sido un modelo de evangelización», ha señalado el cardenal Cobo al comienzo de la Eucaristía. Una celebración en la que ha estado acompañado de los obispos auxiliares Juan Antonio Martínez Camino y Vicente Martín, y el obispo emérito de Carora (Venezuela) Luis Tineo. Asimismo, han concelebrado vicarios episcopales y el párroco de la colegiata, Ángel Luis Miralles.
Por parte de las autoridades civiles han asistido el delegado del Gobierno, Francisco Martín, así como representantes del gobierno regional de Madrid y del Ayuntamiento de la ciudad.
El arzobispo de Madrid ha detallado en su homilía las cualidades de un santo que ha acompañado a los madrileños desde hace siglos. «Un hombre sin poder, pero con fe; sin riquezas, pero lleno de Dios; sin títulos, pero reconocido por generaciones como patrono de Madrid».
Fue Isidro «el amigo de Dios que aprendió a orar no en la teoría, sino mientras labraba la tierra, confiando siempre en la Providencia». Su vida, añadía el cardenal Cobo, «nos recuerda que la santidad no es una camino vedado para unos pocos». Cuanto más se preocupaba el santo patrón de los demás, «más descubría cómo Dios lo protegía, lo cuidaba y lo acompañaba».
«La vida de Isidro siempre fue un eco de la palabra de Dios», y en este punto el arzobispo de Madrid ha enlazado con la Palabra proclamada en el día de hoy. «Sabemos que hay que estar unidos a la vid y permanecer —y ha enfatizado la palabra «permanecer»—; para así poder dar fruto».
La semilla de la fe, la esperanza y la caridad
Continuando con su homilía, el cardenal Cobo ha explicado cómo «la vida de Isidro se puede sembrar en esta Iglesia de Madrid del siglo XXI para seguir dando fruto». Un fruto primero de fe. «Isidro nos invita a enraizarnos en lo fundamental, a buscar la raiz de Cristo». Por eso, los madrileños «acudimos a él, porque necesitamos tener una fe tan grande y tan perseverante como la suya».
El segundo fruto que «siembra en nosotros Isidro» es la esperanza. «Él se aferraba a la Palabra de Dios en la oración y en los sacramentos». Un fruto que enlaza directamente con el año jubilar de la esperanza que celebra la Iglesia universal con el lema Peregrinos de la esperanza. Esto implica «estar como hoy, distintos pero juntos, en la diversidad pero firmes en la fe».
Y el tercer fruto es «el testimonio de su caridad». San Isidro reservaba la tercera parte de sus ganancias como labrador para los pobres. «Celebrar a san Isidro nos lleva un año más a no cerrar los ojos ante aquellos a los que él miraba, a las muchas formas de pobreza».
«San Isidro —ha resumido el arzobispo— nos llama a sembrar Madrid de fe, de esperanza y de caridad, a su estilo». Así, ha pedido al santo que «nos enseñe a ver lo que Madrid necesita de nosotros, que unamos esfuerzos para construir una sociedad más justa» y esperanzada.
El arzobispo de Madrid ha concluido invitando a todos los presentes a «celebrar con alma este día». Entre el bullicio, ha subrayado, entre las calles y el asfalto «también se puede orar y labrar la tierra con el Evangelio». «Madrid necesita a san Isidro, y nosotros somos los isidros e isidras nuevos de este tiempo».
Desde Tenerife a Estados Unidos
Terminada la Eucaristía, y mientras el cardenal y los sacerdotes subían al camarín a venerar los restos del santo patrón de Madrid, se iba formando ya la cola de cientos de madrileños para subir también a ver al labrador. Entre ellos, Javier y sus hijos Nuria y Ruy que, aunque son de Madrid, era la primera vez que acudían a esta Misa en la colegiata. Este año es especial, sobre todo para Nuria, que el 31 de mayo hará su Primera Comunión. Por eso, ella tenía claro lo que le iba a pedir al santo, en un anticipo de lo que ocurrirá en dos semanas en su vida: «Recibir a Jesús».
Los que no habían llegado a tiempo de la Misa de las 10:00 horas pero esperaban ya a la siguiente eran Domingo y sus sobrinos James y John. De Estados Unidos (Nueva York y Carolina del Sur) y Filipinas, los tres se han encontrado en Madrid porque el viernes 16 de mayo empiezan el Camino de Santiago, partiendo desde León. Qué mejor que encomendarle en este día la peregrinación a san Isidro, «el santo más popular en Filipinas». Más cuando Domingo tiene un hombro lesionado y las piernas ya no son lo que eran, se sonríe. Un Camino que ofrecerán por el alma del padre de Domingo y abuelo de los chicos, que falleció en septiembre y «también por el Papa León XIV y por toda la Iglesia».
Y de Estados Unidos, a Canarias, donde el santo madrileño y su esposa son los patrones de La Orotava (Tenerife). Por eso, cada año oficialmente desde 2011 acuden los hermanos mayores y representantes de la hermandad del santo de la ciudad isleña para presentarle sus respetos y sus ofrendas, entre ellos la vara de la hermandad y los productos típicos de la tierra: pan, tostas de manteca, mojos, almogrote (mojo con queso duro), plátanos y ron miel, «que en invierno viene estupendamente», cuenta Dominga, la madre del actual hermano mayor, Daniel. Este tiene claro lo que le ha venido a pedir al santo: «La dedicación y la fortaleza que tenía a la hora del trabajo».