La catedral de la Almudena se ha llenado en la noche de este viernes, 28 de noviembre, de música sacra y navideña de la mano del Coro Madrigal-Martin Constantin, llegado de Rumanía, que ha querido así celebrar el año jubilar de la Esperanza y el Día Nacional del país. La belleza en forma de música se ha hecho presente en un entorno único. Una treintena de cantantes, vestidos de época —rasgo característico del conjunto— se han situado en el presbiterio, que lucía con adornos florales en lila y blanco, a los pies del magnífico Crucificado de Juan de Mesa.
El acto ha concitado a cientos de personas. Aforo completo —incluidos dos autobuses llenos venidos expresamente desde Cuenca— en la catedral de la Almudena, en la que se han dado cita también numerosas autoridades y miembros del cuerpo diplomático. Entre ellos, el cónsul general de Rumanía, Tiberiu Trifan, la directora del Instituto Cultural Rumano, Maria Floarea, así como el encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica, Roman Walczarx.
Estaban también presentes Leonard Diac, capellán de la comunidad rumana católica en Madrid; el padre Ciprian Farcas, delegado ecuménico de la Iglesia ortodoxa de Rumanía para España y Portugal, y Vasile Bogdan, capellán de la comunidad greco católica rumana en Madrid.
A todos ellos ha saludado el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, antes de comenzar el concierto. «Esta es una casa que quiere ser casa de todos» y, mencionando a la Virgen de la Almudena, ha agradecido «a todos los que habéis hecho esfuerzos por seguir caminando con nosotros, por hacer que esta Iglesia siga tirando murallas en un mundo dividido, polarizado, pero que quiere lanzar un canto precioso». Haciendo un llamamiento a la unidad, ha asegurado que «es mejor que cantemos juntos; que las diversas voces, sin perder su tono, sepan armonizarse».
Poniendo de relieve la presencia de la comunidad rumana en la diócesis de Madrid, ha reconocido que «esto es lo que quiere nuestro Dios, que disfrutemos de la variedad y la diversidad». «Si algo hemos aprendido —ha continuado— es que no importa de dónde venimos, lo que importa es si sabemos cantar juntos o no».
El arzobispo de Madrid ha concluido expresando un deseo: «Quisiera que esta belleza se transforme en oración por la tierra rumana y madrileña» y «que hoy sea un abrazo donde, juntos, lo que nos mueva es lo que Dios quiere de todos nosotros: que cantemos juntos, que seamos felices y que disfrutemos de lo importante de la vida, que es el encuentro de las personas».
Por su parte, la encargada de negocios de la embajada de Rumanía, Raluca Mihaila, se ha dirigido a los asistentes comentando que «hoy rendimos homenaje a una amistad que fortalece los lazos entre Rumania y España», unos lazos profundos espirituales, culturales y humanos. En un momento de «tanta división —ha dicho— la música nos une».
También ha tomado la palabra la directora del Instituto Cultural de Rumanía, quien ha subrayado cómo «la música te enseña a vivir con el otro, a dialogar con él, a veces en contrapunto». Así, la música enseña «el arte de vivir en comunidad», «a respetarnos en la diversidad». Celebrar este concierto «bajo la luz especial del jubileo de la esperanza» es «reconocer la fuerza transformadora que nace cuando artistas, instituciones y público deciden caminar juntos». «¡Viva la esperanza y viva la música!», ha expresado.
Técnica non vibrato
Bajo la batuta de la directora, Anna Ungureanu, la primera parte del concierto ha estado compuesta por música religiosa de diferentes períodos históricos, desde el Renacimiento hasta la época contemporánea. Y la segunda, por villancicos tanto rumanos como internacionales. Las voces de este coro de cámara han llenado cada rincón de la catedral haciendo viva la experiencia que se cantaba en uno de los villancicos: «Dios ha nacido, Dios está aquí».
En declaraciones a Alfa y Omega previas al concierto, Ungureanu señalaba que cantar en la catedral, «un espacio espiritual precioso», supone «poder estar en contacto con el público». Al ver la alta demanda de este concierto, la directora reconocía que «es una gran alegría que haya tanto interés por parte de la comunidad rumana en Madrid y por los españoles».
El coro es muy particular precisamente por la técnica non vibrato que emplea al cantar, lo que le da un tono de voz firme, sin las oscilaciones propias al cantar.
El concierto de la catedral se ha realizado por iniciativa de la embajada de Rumanía en España, el Instituto Cultural Rumano de Madrid, y los consulados de Rumanía en Sevilla y Madrid. Forma parte de una gira que ha llevado a los músicos al Teatro Romano de Mérida y a la catedral de Córdoba.
A lo largo de su historia, el Coro Madrigal ha realizado ocho giras por nuestro país bajo la dirección del maestro Marin Constantin, destacado músico, director y compositor rumano que fue nombrado embajador de buena voluntad de la UNESCO. La agrupación nació en 1963 como un sueño personal suyo. Además de las luces, los vestuarios y el canto sin instrumentos, es el único coro que ha cantado en las cumbres del Machu Pichu.
