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Jueves, 24 noviembre 2022 14:09

El cardenal Osoro presenta el libro de Ferran España, que se sintió amado por Dios y acompañado por la Iglesia en su enfermedad

El cardenal Osoro presenta el libro de Ferran España, que se sintió amado por Dios y acompañado por la Iglesia en su enfermedad

 «Jesucristo no sobra nunca y menos cuando estamos enfermos». El cardenal Osoro hace esta afirmación en el prólogo del libro ¡Amado hasta el extremo! (San Pablo), de Ferran España Cucarella, que presentó la semana pasada en Valencia. El autor, a quien le une una estrecha amistad de sus tiempos de arzobispo de Valencia, quiso agradecer la presencia del purpurado en un acto en la parroquia San Juan de la Ribera, en el que también participaron Arturo Ros, obispo auxiliar de la diócesis de Valencia, y Fernando Ramón, rector del seminario diocesano, además de familiares y amigos.

El volumen, editado por San Pablo, recoge los dos años que España, de 37 años, casado y padre de tres hijos, ha sufrido un cáncer linfático del que ya está recuperado y que, en sus palabras, son las «vivencias de una persona anónima que ha visto la muerte de cerca y ha experimentado la paz del cielo en la tierra». El libro, además, enaltece el matrimonio y el amor, «el verdadero amor, el amor de Dios, y el de una esposa fiel, tanto en la salud y en la enfermedad». Un amor, afirma en la introducción, que «va más allá de los estereotipos hollywoodienses». A pocos días de la presentación, el autor apuntala esta idea: «La fórmula del rito del matrimonio se ha hecho carne; la enfermad ha hecho que yo me enamore más de mi mujer, ha permitido que yo la ame de verdad».

Durante la presentación, el arzobispo de Madrid observó que «amados hasta el extremo somos todos, aunque no nos demos cuenta», y afirmó que «lo más bonito del libro» es ver cómo Ferran vivió su enfermedad «en esa cercanía» a Jesús. Ferran, por su parte, asegura que «no puedo más que dar gracias a Dios por la Iglesia y por todo lo que ha supuesto don Carlos en mi vida; no solo en la enfermedad, sino también en el noviazgo, cuando Clara y yo lo conocimos siendo novios, durante el matrimonio, con la educación de nuestros hijos, a los que él bautizó, y por todo el regalo que Dios me ha hecho a través de su ministerio».

Amado hasta el extremo firma

Una «historia de amor»

Ferran cuenta en su libro que tuvo una infancia feliz, rodeado del cariño de sus padres y hermanos, en un barrio humilde de Alzira. La separación de sus padres cuando tenía 18 años lo cambió todo: «Había perdido la ilusión por la vida, por la familia, y dejé de creer en Dios, en la Iglesia». Se introdujo en el mundo de los gimnasios y de la noche, hasta que, poco a poco, y gracias a su párroco, fue saliendo del «pozo» y descubriendo una nueva vida, llena de paz, alegría y felicidad a través de los campamentos, las peregrinaciones y los campos de trabajo. «Pese a mi vida de pecado, Dios buscaba todos los medios para llamarme a su lado». Se supo «amado tal y como era» por Dios, y redimido. En 2008 conoció a Clara, con la que se casó dos años más tarde.

«La mayoría nunca pensamos que podemos caer enfermos […] sufrir un cáncer». Hasta que pasa. El 20 de octubre de 2019, Ferran se despertó con un malestar en el estómago que a mediodía se había transformado en un dolor insoportable. En las pruebas le detectaron una «masa» que resultó ser un tumor maligno. «Estaba claro, tenía cáncer». Este momento para él fue devastador; creyó que moriría. «Me hundí totalmente». Tanto, que «en ocasiones el miedo casi pudo conmigo». Pero, ante esto, «siempre tenía un ángel a mi alrededor que me hacía seguir adelante».

Exactamente un mes después del primer dolor de estómago que desató todo comenzó el primero de los seis ciclos previsto de quimioterapia. Lo hizo con la determinación de ofrecer cada uno de ellos por otros: los seminaristas de la archidiócesis de Valencia, sus rectores y formadores; por las familias, por los matrimonios; por las personas alejadas de la Iglesia, las que no creen en Dios, las que habían vuelto a rezar o lo habían hecho por primera vez; los amigos, la familia…

El confinamiento por el coronavirus le llegó a Ferran días después de recibir el sexto y último ciclo. En realidad, «se podría decir que yo llevaba ya seis meses confinado». El Viernes Santo de aquella semana tan atípica de 2020, Ferran dio positivo en COVID-19. «Pensé que si no me había muerto antes, esa sería la ocasión […], pero, a diferencia de la primera cirugía, yo no estaba preparado». «Allí estaba yo, en Viernes Santo, adorando mi cruz, por si no había tenido suficiente. Estaba totalmente abrazado al árbol de la cruz».

La vuelta a casa supuso 15 días más de aislamiento. «Qué difícil era ver a Dios en todo esto». Y sin embargo, Ferran llega a reconocer: «Hay ocasiones en que nos hace falta la cruz porque si no, no vemos a Dios en nuestra vida». En la actualidad, Ferran está pasando con éxito las pruebas rutinarias de seguimiento de la enfermedad.

Amado hasta el extremo osoro ferran

No todo fue cruz

Humanamente, el autor vivió momentos terribles. «Cuando te ves cara a cara con la muerte y el sufrimiento es indescriptible, entendí a la gente que, por no tener nada a lo que aferrarse, pueden llegar a hacer cualquier barbaridad». En este dolor, él miraba el crucifijo, a los pies de su cama, por recomendación de un amigo sacerdote. «Me daba consuelo».

Pero no todo fue cruz. De hecho, Ferran asegura, días después de la presentación del libro, que se puede ser feliz en la enfermedad. «Sí, sí y sí. He experimentado muchísimos momentos de mucha felicidad y alegría: la visita de un amigo, una llamada…». Ha sido feliz con las cosas sencillas y pequeñas.

Asimismo, ha vivido muchos detalles de cariño que le hacen afirmar que solo por uno de ellos habría merecido todo la pena. Como caminar de la mano de su padre y de su madre, 20 años después, por los pasillos del hospital. «La separación fue muy difícil y eso lo tenía en mi corazón con mucho dolor». O la reconciliación de su padre y de una de sus hermanas, a los que descubrió juntos, y junto a él, cuando despertó en la UCI tras las intervención. «El Señor de un mal saca un bien, siempre». Y por eso hace suyas las palabras del Papa san Juan Pablo II: «El amor vence siempre».

La oración de muchos, muchísimos, ha sido también vital para él. La de las monjas de clausura, clarisas, carmelitas, iessu communio, que «han estado en la distancia pero me han tenido presente en su día a día»; la de tantos sacerdotes y seminaristas —«son héroes del siglo XXI, debemos ayudarlos y cuidarlos para que no se pierdan sus vocaciones»—; la de amigos… También en la archidiócesis de Madrid, por la que se ha sentido muy acompañado. «Se han ofrecido Misas por mí en la catedral e igual que se me encomendó a la Mare de Deu dels Desamparats, también a la Virgen de la Almudena. Me he sentido muy querido por Madrid».

A las personas que pueden estar pasando por un episodio como el suyo, Ferran las anima a no tener miedo. «Que sean valientes y que se dejen ayudar por la Iglesia, porque tenemos la Verdad; la muerte no tiene la última palabra». También pueden leer su libro, que él escribió porque «sentía en mi corazón el deseo enorme de gritar al mundo este testimonio de fe, donde yo fui amado hasta el extremo». Así, la obra es un «testimonio real, sincero y escrito desde mi corazón». «El Señor sabrá a qué corazón va a llegar», concluye.

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