Cuando Enrique Solana se jubiló como arquitecto, lo que pidió en su despedida fueron libros de Gaudí. Así, en plural. Se los leyó todos y empezó a escribir artículos, hasta el punto de publicar incluso un libro, Cuerpo y alma del templo de la Sagrada Familia. Hablamos con él poco después de conocerse que el arquitecto catalán ha sido declarado venerable, lo que supone un paso adelante en su proceso de canonización. Será declarado beato cuando se acredite un milagro por medio de su intercesión.
«Todo en Gaudí es providencia», asevera Solana, que es presidente de honor del Centro Gaudí Madrid, una asociación cuya misión principal es dar a conocer la figura de Gaudí en una ciudad en la que no tiene ninguna obra, pero sí impronta en su arquitectura modernista. Y, por qué no, también en su espiritualidad. La próxima conferencia que ha organizado el centro será en la parroquia Sagrado Corazón (General Zabala, 2), el sábado 26 de abirl, a las 12:00 horas, sobre la obra culmen del arquitecto catalán. Precisamente Solana será el encargado de la charla, él que «ya de antes de dar conferencias, me entusiasmaba» la figura de Gaudí.

«Estuve una hora rezando y llorando»
Fue en un viaje a Barcelona, al poco de casarse, cuando visitó por primera vez la Sagrada Familia. Nada que ver como estaba entonces a los avances actuales, pero a él le impactó. Volvió después de 2010, cuando fue consagrada por el Papa Benedicto XVI, y pudo entrar dentro del templo. «Estuve una hora rezando y llorando», tal era la Belleza de la que se impregnó. «Me conmovió».
Para Solana, «la Sagrada Familia es un compendio de la fe cristiana». Por eso, al ver la obra de Gaudí en su conjunto, casi más que como arquitecto, a él le fascina como hombre de fe. «En Gaudí se aúnan mis dos grandes pasiones: la fe y la arquitectura, por este orden». Como ejemplo: cuentan que Gaudí, cuando le encomendaron la restauración de la catedral de Mallorca, estuvo un año completo yendo por las mañanas al templo para imbuirse de él. Solo entonces, cuando ya lo había observado, sentido, palpado y rezado, presentó al obispo su proyecto. Así era él.
Solana destaca un rasgo fundamental de su persona: «Pese a su inteligencia, su intuición, su enorme fe, pese a ser un hombre tan importante en todos los sentidos, Gaudí era sensible a los problemas de sus obreros, de los ancianos, de los enfermos». Es «un contraste grande», explica, entre tanta proyección humana y a la vez el ser capaz de «estar en las cosas más pequeñas». Era tal este respeto que durante la guerra civil —observa como detalle clarificador— su tumba, frente al resto de lugares sagrados, tanto de la basílica como de iglesias de la Barcelona, fue protegida por los propios trabajadores y no sufrió daños.

Jornadas y eventos
Además de las conferencias —a Solana le pidieron cuatro más a raíz de la declaración como venerable—, el Centro Gaudí Madrid organzia otros eventos a lo largo del año que sirven para reconocer esta figura tan destacada del panorama arquitectónico y también espiritual. Así, cada mes de junio, coincidiendo con el aniversario de su muerte y nacimiento preparan un viaje para conocer sus obras. Este 2025 será a un recorrido por León (Museo Casa Botines), Astorga (Palacio Episcopal), Gijón (Basílica Sagrado Corazón) y Comillas (El Capricho).
Asimismo, en octubre organiza las Jornadas Nacionales Gaudí en Madrid. La última edición, en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria, el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, la Fundación ADIPROPE y el Círculo Catalán de Madrid, dentro de la Semana de la Arquitectura.
