El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, inauguró este domingo, 21 de septiembre, la Semana de la Palabra, unos días para, como Iglesia diocesana, ponerse a la escucha de Dios. «No basta escuchar, es necesario que la Palabra llegue al corazón y descubrir la grandeza de la misión que compartimos y a la que somos convocados», aseguró en su homilía.
En este sentido, Gabriel Benedicto, coordinador de la comisión encargada de preparar esta semana, sacerdote, párroco de La Paloma y vicario de la Vicaría VI, explica que «en octubre empieza la maquinaria» de las parroquias y es necesario en septiembre «preguntarle al Señor qué espera de nosotros». Porque «el peligro es ser como Marta, “hay muchas cosas que hacer”, y perder el recogimiento de María».
El Evangelio propuesto para la lectio divina son las parábolas del Reino, de ese «hombre que trabaja y, en lo cotidiano, contra su pronóstico, se encalla el cayado y aparece un tesoro». Significa hallar «lo extraordinario en medio de la vida ordinaria», porque «no te tienes que ir al Himalaya para escuchar a Dios».
¿Y cómo habla Dios? «Toda la creación es Palabra de Dios». No solo las estrellas —que también, «los Reyes Magos siguieron a una»—, sino «la vida que vivimos, las personas; el Señor nos habla a través de los acontecimientos y de la gente que nos rodea». «Dios habla nuestro lenguaje», y además «le gusta muchísimo hablarnos». Pero «hay que aprender a darse cuenta de que nos está hablando» y ser consciente de que «no hay casualidad, hay causalidad».
Dios habla también «a la voz de la conciencia». «Somos —indica Benedicto— pequeños sagrarios de la Palabra». El problema es que hoy en día «la conciencia se ha deformado y adormecido» y a veces puede suceder que la realidad «te golpea con un acontecimiento y eres más capaz de escuchar» porque «Dios también nos habla en el silencio de nuestro corazón».
Igualmente, «una manera muy ordinaria en que Dios nos habla es a través de los deseos». En la oración «nos hace querer lo que Él quiere». Ya lo decía san Pablo, «te suscita el querer y el obrar. El problema es que «a veces no escuchamos los deseos que Dios pone en nuestro corazón». Y Dios habla también a través de su Palabra, por supuesto, «pero vamos, que habla incluso a través de las películas».
Escuchar a Dios
¿Cómo se escucha a Dios? «Lo primero sería la purificación de lo que tenemos hoy, que es la dictadura del ruido» y, después, aprender a escuchar con el corazón, «quitando la cera de los oídos» porque «sólo nos escuchamos a nosotros mismos, estamos muy seguros de nuestros criterios».
Así, en esta Semana de la Palabra, la Iglesia que camina en Madrid ayuda a escuchar, porque quizá el Señor, apunta el sacerdote a modo de ejemplo, está pidiendo en las parroquias nuevos servicios o desinstalarse de lo acostumbrado… «Ver si lo que uno hace lo hace desde el servicio a la parroquia o desde uno mismo», resume.
