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Miércoles, 22 octubre 2025 09:12

Isabel Alonso, directora del Colegio María Corredentora, ante la Misa Jubilar en la catedral: «La apuesta de nuestros fundadores por la unidad, la fraternidad y el amor compasivo sigue guiando nuestro camino»

Isabel Alonso, directora del Colegio María Corredentora, ante la Misa Jubilar en la catedral: «La apuesta de nuestros fundadores por la unidad, la fraternidad y el amor compasivo sigue guiando nuestro camino»

Este sábado, 25 de octubre, a las 16:30 horas, se celebrará en la Catedral de la Almudena una Eucaristía en ocasión del Jubileo de la Esperanza, presidida por Vicente Martín Muñoz, obispo auxiliar de Madrid, con los profesionales y familias del Colegio María Corredentora.

Un encuentro de acción de gracias y esperanza ya que la misa tendrá lugar además pocos días antes del 1 de noviembre, fecha en la que se conmemora el aniversario de la Congregación de las Hermanas de la Compasión, a quienes se reconoce su testimonio constante de amor y servicio.

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Las Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión fueron pioneras en la atención educativa a niños y niñas con necesidades especiales en España. Sin apenas recursos y con mucho esfuerzo, pusieron en marcha el colegio, que hoy mantiene vivo el espíritu compasionista de entrega y acogida gracias a un claustro formado por más de un centenar de profesionales.

El Instituto de las Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión fue fundado en 1817 por el padre Mauricio Garrigou y Juana María de Desclaux. «Los fundadores deseaban que sus hermanas vivieran la verdadera fraternidad y fueran testigos y transmisoras del amor compasivo de Dios», recuerda la directora del centro, Isabel Alonso.

En este sentido, añade Isabel, «en un momento tan convulso, que un hombre como Mauricio Garrigou y una mujer como Juana María de Desclaux apostaran por la unidad, la fraternidad y el amor compasivo demuestra que fueron dos personas adelantadas a su tiempo». Su ejemplo, concluye, «sigue guiando nuestro camino para vivir, como ellos nos enseñaron, con un solo corazón y una sola alma».

Piedad, hermana de la Compasión, afirma que ellas son —o quieren ser— «una visibilidad de la Compasión y conmoción de Dios en un mundo resquebrajado por las fisuras que provocan el individualismo, la violencia y la indiferencia». Su vida, añade, «como familia compasionista, está llamada a hacer visible la Compasión de Dios y a transformarse cada día en conmoción, es decir, a moverse con aquellas personas a quienes la historia va dejando al margen».

En este sentido, recuerda que «el espíritu de Jesús compasivo, que nos transmitió nuestro fundador, nos convierte en cauce de ternura hacia los pequeños». Por eso, hoy «nos alegramos y celebramos en esta Eucaristía que también los que no cuentan encuentren su lugar y su palabra en esta historia que es fuente de esperanza».

Por su parte, Inmaculada, también hermana de la Compasión, explica que, «con el corazón lleno de gratitud», desean expresar su agradecimiento por la celebración de esta Eucaristía en el Jubileo de la Esperanza y en el marco del 208 aniversario de la fundación de su congregación. «Este momento —añade— es un verdadero regalo para nosotras, una ocasión para renovar juntos nuestro compromiso y revivir la esencia de nuestro carisma de Compasión».

Las hermanas quisieron agradecer especialmente al personal del colegio, «cuya dedicación y compromiso han sido fundamentales para hacer de esta celebración un evento al estilo Compasión». Su implicación y entrega, señalan, «reflejan el profundo amor y cuidado hacia quienes con frecuencia son olvidados o descartados por la sociedad». Porque «su trabajo no solo transforma vidas y reaviva la esperanza, sino que también nos inspira a todos a vivir, como un gran reto, la compasión en nuestro quehacer diario».

En este jubileo, recordaron también que «nuestra misión es manifestar a todos que Dios es Compasión, especialmente para quienes más lo necesitan». Y concluyeron: «Nos alegra celebrarlo juntas, hermanas y laicos, en el horizonte de la Misión Compartida que seguimos construyendo. Gracias de corazón».

Por último, pusieron en manos del padre Mauricio y de la hermana Juana María «todo lo que habita en nuestros corazones, en los de cada familiar, profesor, colaborador y hermana, para que el lema “Un solo corazón y una sola alma”, al que nos invitaron nuestros fundadores, sea una experiencia viva y fuerte en nuestra familia compasionista». En definitiva, que «esta celebración nos llene de fuerza y nos impulse a seguir caminando juntas, siempre guiadas por el espíritu de compasión que nos une».

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