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Martes, 12 marzo 2024 08:40

Jesús Díaz Fernández, feligrés de Nuestra Señora de la Granada: «Desde sus inicios ha sido una parroquia muy familiar»

Jesús Díaz Fernández, feligrés de Nuestra Señora de la Granada: «Desde sus inicios ha sido una parroquia muy familiar»

Este martes, 12 de marzo, la parroquia Nuestra Señora de la Granada celebra el 50 aniversario de su erección canónica por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, entonces arzobispo de la diócesis de Madrid-Alcalá.

Jesús Díaz Fernández, feligrés desde sus comienzos, relata que «Nuestra Señora de la Granada ha sido desde sus inicios una parroquia muy familiar». Desmembrada en su tiempo de Nuestra Señora del Recuerdo, «se ubica en un barrio en el que no había nada. Solo unas cooperativas de viviendas, con unos pocos bloques construidos, aunque ya estaba proyectado el desarrollo urbanístico de la zona. Mi mujer y yo fuimos de los primeros feligreses, ya que habíamos adquirido un piso aquí. Las pocas viviendas que había entonces pertenecían a cooperativas de empresas como Iberia, la actual Bosch o el Banco Central. Una zona en expansión, con familias muy jóvenes. Nosotros, mi mujer y yo, éramos unos veinteañeros en aquel entonces. Mi señora trabajaba en la Thermo Electro, que edificó una cooperativa de viviendas, y por eso tuvimos acceso a un piso en condiciones ventajosas. Montaron la cooperativa El Milagro, que para nosotros fue un milagro, porque gracias a ella encontramos casa. En nuestro bloque vivíamos 50 trabajadores, aunque había cooperativas con más edificios».

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Recuerda que «el barrio era una zona que entonces se consideraba como extrarradio de Madrid. Éramos las afueras de la capital. De hecho, solo había unas camionetas, que venían de Vicálvaro, y cuando las cogíamos, decíamos: “nos vamos a Madrid”. Para nosotros, Madrid empezaba en la plaza de las Ventas». Y, es que, «había pocos coches. Éramos una clase media baja, trabajadora. Alrededor del barrio teníamos una serie de 'basureros', que eran chatarrerías. Y, un poco más lejos, lo que se llamó entonces el centro de distribución de droga, en la avenida de Guadalajara. Ahora eso es una zona totalmente reformada. Pero el entorno de entonces era así».

En ese marco fue en el que, hace 50 años, dio sus primeros pasos la incipiente parroquia: «Para nosotros, tener una iglesia supuso no tener que ir muy lejos para ir a Misa el domingo», afirma Jesús. Aunque el templo, en sus primeros 25 años de existencia, cambió varias veces de ubicación. «Nuestra parroquia ha estado en cuatro locales comerciales, pero hemos ido mejorando. Empezamos en uno muy pequeño, en la calle Paredes de Nava. Y, desde ahí, fuimos progresando poco a poco. La Misa se celebraba en una mesa de camping, porque no teníamos altar. Y el sacerdote tenía que traer los ornamentos. No teníamos de nada», evoca.

La evolución territorial del templo fue a mejor, ya que cada traslado se hacía a un espacio más amplio, aunque siempre en locales comerciales. «El último, que hacía el número 4, era más digno, gracias al padre Enrique Mª Laburu, jesuita, que era muy conocido entonces. Este sacerdote recibió una herencia de su tierra, y nos construyó una parroquia bastante digna, aunque también en un local. Pero por lo menos ya se podían celebrar más actos», añade.

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Parroquia muy familiar

Javier García Toledano, actual párroco del templo, coincide con Jesús al asegurar que «la parroquia era desde sus comienzos muy familiar. De corazón grande. De vivir ese ambiente de familia que, en Madrid, es más complicado. Algo que aún se vive», insiste, orgulloso.

Y nos habla de sus antecesores. «El primer sacerdote que llegó a esta parroquia fue Francisco Margallo, que estuvo desde el 1 de octubre de 1974 hasta el 13 de septiembre de 1995. Tuvo como colaboradores a José Bravo Roda, a Enrique Mª de Laburu, SJ, y a Ildefonso Ballesteros. Este último, que vino como colaborador, en 1995 se quedó ya como párroco. Con él colaboraron Enrique Sánchez Martín, que era escolapio; Crescencio Vicente Vicente, y Francisco Javier Pérez Sánchez, que, en 2010, a la muerte del párroco, quedó al frente de la parroquia. Yo llegué al templo siendo él párroco: fui su vicario parroquial. Y, en octubre de 2013, tomé posesión de la parroquia. Conmigo han colaborado Gonzalo Barbed Martín, Miguel Prados Torreira, Pablo Galiot y, el actual vicario parroquial, Ignacio Palacios Blanco, entre otros sacerdotes».

Jesús, asintiendo, puntualiza: «a José Bravo Roda le llamábamos Pepe. Y, es que, he conocido a todos los párrocos. Todos han venido a mi casa a comer. Mi mujer era catequista. Y yo ayudaba, y ayudo, en la gestión económica o financiera, desde los comienzos de la parroquia».

«En esta parroquia nació un Aula de Cultura», señala Jesús, «que hoy está ampliada. En sus inicios, allá por los años 80, ofrecía talleres de costura, de manualidades, de pintura... Poco a poco ha ido creciendo». «Desde un primer momento - apunta Javier - el objetivo era conectar con los vecinos, y se pusieron en marcha muchas actividades de carácter social. Por ejemplo, pensando sobre todo en las mujeres, había clases de adultos, de pintura, de costura, de cocina, de manualidades... Y, es que, desde sus inicios, era muy importante la conexión social». «Era una parroquia en la que todos éramos jóvenes, con muchos niños», insiste Jesús. «Una familia muy viva». «Me gustaría haberles conocido en esa época», sonríe Javier.

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Regalo de los feligreses

En alusión al gran corazón de los feligreses, el párroco explica que «la parroquia actual está construida entre dos barrios. Los dos ejes eran las calles Paredes de Nava y Villaescusa. Los terrenos pertenecían a las cooperativas correspondientes. Y fueron los propios feligreses quienes quisieron construir una parroquia y ofrecieron el terreno al obispado. La construcción - incide - fue aquí porque los feligreses regalaron el terreno al obispado. Por eso, la parroquia es muy de ellos».

El nombre, precisa Jesús, «se debe a que en la zona había muchos inmigrantes extremeños, procedentes de Llerena, en Badajoz. Y su patrona era Nuestra Señora de la Granada. Por eso, pidieron que se pusiera ese nombre a la parroquia». En este sentido, el párroco alude a que, en el marco conmemorativo de las bodas de oro parroquiales, «el 1 de mayo vamos a ir a Llerena, a hermanarnos con la Hermandad de la Virgen de la Granada».

Como la construcción del templo «fue promovida por los feligreses de un barrio y de otro - continúa Javier -, el edificio se colocó en el medio. Y hace dos días hemos instalado las campanas, con motivo del 50 aniversario», comenta orgulloso. «La primera piedra se colocó en 1996, y la inauguración fue el 15 de octubre de 2000, siendo arzobispo de Madrid el cardenal Rouco, que fue quien presidió la ceremonia de dedicación y consagración».

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Creciendo como comunidad

En estos 50 años de vida, prosigue el párroco, «la parroquia ha ido creciendo como comunidad. Tenemos unos 15.000 feligreses en estos momentos. Y continuamos con el Aula de Cultura, con muchas más actividades. Y tenemos también un Aula de formación espiritual y doctrinal, que está dirigida a todos: hay acciones para niños, para mayores, para matrimonios jóvenes, para universitarios, para adolescentes, para jóvenes profesionales, para el grupo que denominamos 'de maduritos', para personas mayores, para visitadores de enfermos... También tenemos una Escuela de Liturgia y otra de Biblia. Y, además, la parroquia mantiene su carácter misionero y social, heredado de sus comienzos. Sin olvidar la ayuda a los más pobres y necesitados. Porque la gente es muy sensible ante las necesidades de los más vulnerables. Por eso, yo siempre digo que el corazón grande que tienen los fieles es la mayor riqueza de la parroquia». «Para eso tiene que haber un gran dinamizador», asevera Jesús.

En lo social, además de la presencia de Cáritas y Manos Unidas, «la parroquia está colabora con el Hogar Jesús Caminante, de San Blas, entre otras acciones. Además, ofrece ayudas especiales para causas concretas. Y, es que los fieles se vuelcan con todas las necesidades que se presentan: Venezuela, terremoto de Marruecos, Ucrania... Son cosas pasadas o presentes. Pero ellos son muy generosos. Tanto, que yo no me quejo, porque si les pido ayuda para algo, se mueven enseguida. Por eso, intento pedir poco», advierte, insistiendo en el «corazón grande y generoso» de los miembros de su rebaño. Jesús replica: «los fieles, si se les da, responden». Y, anota: «aquí, de verdad, hay de todo».

De las primeras épocas, destaca la labor realizada «por unas mujeres, feligresas, que no tenían labor teológica, pero sí una gran sensibilidad y un gran olfato. Ellas han mantenido en pie la parroquia, desde el punto de vista espiritual. Venían al templo y se encargaban del rosario, de las oraciones... Por eso, ellas han contribuido mucho a lo que la parroquia es en la actualidad».

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Parroquia enamorada

Javier, que vivió en esta parroquia un año de su época de seminarista, «además de un año como diácono, y casi otro como vicario parroquial, hasta ser nombrado párroco en 2013», manifiesta que «el centro tiene que ser Jesús Eucaristía. Yo aposté por ello desde el primer momento. Es algo que heredé del párroco anterior: Jesús Eucaristía, y el amor a María, su madre. Con eso, el resultado está asegurado. Porque el Señor bendice siempre. Y es que, hay actividades sociales, pero las espirituales son mucho más numerosas. Y eso se nota».

«Hoy en día - interviene Jesús - la puerta de la Iglesia está prácticamente abierta todo el día, para que puedas pasar y entrar a rezar un poquito. Es algo maravilloso». Por eso, este feligrés que ha visto nacer su parroquia, dice que, «al futuro, yo le pido continuar como estamos en este momento». A lo que su párroco añade, con humor: «hombre, para el futuro habrá que pedir más santidad. Y que estemos más enamorados de Cristo. Porque todavía nos queda mucho recorrido». «Una parroquia enamorada. Es lo que yo anhelo. Que todos nos enamoremos mucho de Cristo. Y, desde ahí, descubrir a Cristo en el que tenemos al lado, en el que nos necesita. Esa es la esencia de estos 50 años de la parroquia. Y de todos los sacerdotes que han pasado por ella», concluye.

Una efeméride doble, la de los 50 años de la erección canónica y los 25 de construcción del templo actual, que se desarrollará desde el 12 de marzo de 2024 hasta el 15 de octubre de 2025. Un comité es el responsable de la organización de los diferentes eventos que se van a ir desarrollando durante este tiempo, con un amplio programa de actividades pensadas para familias, para jóvenes, para mayores… En definitiva, para todos.

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