Eran poco más de las ocho de la mañana de este viernes, 1 de agosto, cuando la explanada de la basílica de San Pablo Extramuros comenzó a teñirse de rojo y blanco. Banderas de la Comunidad de Madrid ondeaban al ritmo de cánticos, mochilas y saludos entusiastas. Más de 3.500 jóvenes peregrinos, llegados de parroquias, colegios y comunidades, se preparaban para un momento clave de su Jubileo: cruzar la Puerta Santa con su arzobispo, el cardenal José Cobo.
Un gesto sencillo pero profundamente simbólico. «Todos hemos pasado por la misma puerta», recordó don José minutos después, ya dentro de la basílica. «Venimos de muchos sitios, de historias distintas, con luces y sombras, pero Cristo nos une. Esta es su puerta. Y una vez que pasas por ella, esa puerta ya queda abierta para siempre».
La celebración, sobria y fraterna, no fue una Misa, sino una liturgia de la Palabra. «Porque la Palabra es quien nos convoca y nos transforma», explicó el arzobispo. Allí, entre columnas milenarias y bajo la mirada serena del Apóstol de los gentiles, el pastor de Madrid se dirigió con cercanía a los jóvenes, invitándoles a escuchar con el corazón.
Una pregunta que atraviesa el alma
«Jesús no te pregunta si lo haces todo bien, ni si tienes todas las respuestas. Te pregunta: "¿Me amas?"», dijo con pausa, dejando que las palabras calaran. Repetida tres veces, como a Pedro, esa pregunta se convirtió en el hilo conductor de toda la predicación.
«¿Me amas incluso cuando no estás aquí, cuando vuelvas a Madrid, cuando las cosas no salgan bien?», insistió. «Si me amas, apacienta. Sé amor de Dios para los demás. El resto es secundario».
Con voz templada y convicción serena, el arzobispo urgió a los presentes a no dejar pasar la oportunidad de responder. «Cristo te ha traído hasta aquí, hasta Roma, para hacerte esta pregunta. No respondas con teorías. Respóndele con la vida».
Caminar juntos, formar red
El cardenal Cobo no ocultó su preocupación por un cristianismo vivido en solitario, por eso invitó a los jóvenes a rezar el padrenuestro tomados de la mano. «Por esa puerta no se sale solo», afirmó. «Se sale con la parroquia, con la diócesis, con la Iglesia entera. La fe no es un viaje individual. Es un camino compartido».
En esa línea, animó a los jóvenes a ser protagonistas en la vida eclesial: «Madrid necesita jóvenes que acompañen a otros jóvenes. Formaos, cread red, invertid tiempo en ser los mejores cristianos posibles. Ayudadnos a construir comunidades vivas, donde se escuche, se discierna y se camine en nombre de Jesús».
«Gracias por venir»
El encuentro terminó con una oración compartida y un agradecimiento emocionado: «Gracias por venir. Porque la Iglesia entera da un paso más grande con vuestro ‘sí’. Porque hoy contamos con el corazón verdadero de los jóvenes de Madrid». El arzobispo, también invitó a los jóvenes al WOW, el evento de inicio de curso el 27 de septiembre en la plaza de la Almudena.
Tras la celebración, una foto para enviar a toda los madrileños y los jóvenes salieron con prisa hacia el Vaticano, donde por la tarde se reunirán con otros peregrinos españoles. Pero algo había cambiado. Como dijo uno de ellos: «Hemos cruzado una puerta, sí… pero no cualquier puerta. Hemos cruzado la del corazón».