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Domingo, 16 noviembre 2025 12:44

La Iglesia de Madrid camina con los más pobres, «lugar de encuentro con Cristo»: «Nuestro empeño no puede ser otro que abrir los ojos y el corazón para mantenernos anclados en lo esencial»

La Iglesia de Madrid camina con los más pobres, «lugar de encuentro con Cristo»: «Nuestro empeño no puede ser otro que abrir los ojos y el corazón para mantenernos anclados en lo esencial»

Toda la Iglesia de Madrid se ha unido este domingo a la celebración de la IX Jornada Mundial de los Pobres con una Misa jubilar en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. La celebración ha reunido a fieles, voluntarios, instituciones eclesiales y numerosas personas en situación de vulnerabilidad, a quienes el cardenal ha dirigido palabras de especial cercanía y agradecimiento.

La eucaristía ha comenzado con un signo significativo: el depósito en una urna del compromiso de la Iglesia de Madrid de acompañar activamente a quienes sufren pobreza, exclusión o marginación. «Hemos elegido caminar junto a quienes sufren», se ha recordado en este gesto, donde cada voto representaba a colectivos reales y a personas concretas que siguen enfrentando situaciones de precariedad en Madrid y en el mundo.

Durante la homilía, el cardenal Cobo subrayó que este Jubileo «nos invita hoy a escuchar las voces de las personas empobrecidas: sus sueños, sus búsquedas, sus necesidades y sus esperanzas». Asimismo, ha expresado su «abrazo» a toda la vida consagrada presente en la celebración y que se dedica especialmente al servicio a los más pobres. Coincidiendo con el final del año litúrgico, el arzobispo ha planteado la gran pregunta del Evangelio de la jornada: «¿Hacia dónde vamos y con quién caminamos?»”. Ha explicado que entrar por la puerta jubilar significa dejar que Jesús cuestione el rumbo de la vida personal, familiar y social.

Asimismo, ha recordado que el salmo proclamado es la oración de quien conoce el dolor, pero no pierde la esperanza: «Es la voz de quien ha vivido desprecio, opresiones y peligros, pero se sabe sostenido por un Dios que no abandona a quien está tirado en el suelo».

El cardenal José Cobo ha exhortado a mirar el mundo «sin maquillaje», como hace Jesús, que va más allá de los muros y de las apariencias. Ha denunciado así la construcción de una sociedad «donde a veces nos relacionamos por interés, donde la violencia dicta reglas, donde dejamos de escucharnos porque pensamos distinto, un mundo que divide, intriga y descarta». Un mundo así —ha advertido— «no tiene futuro», porque Dios no habita en los muros levantados por el odio o la indiferencia. Sin embargo, ha asegurado que Dios no destruye lo que ha creado: «Derriba todo lo que impide la verdad, la justicia y el amor».

Citando la exhortación Dilexi te del Papa León XIV, el cardenal ha destacado que «la voz de los pobres nos interpela profundamente» porque en su rostro «encontramos el sufrimiento de los inocentes, y por tanto el propio sufrimiento de Cristo».

Ha recordado también los datos del reciente informe FOESSA de Cáritas España, que revela cómo la exclusión sigue creciendo incluso en sociedades avanzadas: «Casi la mitad de las personas en situación de pobreza en España trabajan, pero no logran salir de la precariedad. La vivienda se ha convertido en un lujo y muchos quedan al margen».

Ante esta realidad, ha afirmado que la Iglesia camina con ellos «sin ingenuidad, pero sin resignación», convencida de que Cristo se deja encontrar en el pobre: «Los pobres no son un problema. Son un lugar de encuentro. Nuestro empeño no puede ser otro que abrir los ojos y el corazón para mantenernos anclados en lo esencial y su llamada es siempre una invitación a la esperanza y a la conversión». El cardenal ha alertado sobre la tentación de pensar que nada puede cambiar, lo que llamó León XIV la “globalización de la impotencia”: «Creer que esto es lo que hay, que lo mejor es ir tirando, que ante el sufrimiento solo queda mirar a otro lado».

Frente a ello, ha invitado a abrir los ojos y el corazón para descubrir cómo los pobres enseñan a confiar y a sostenernos en medio de las tormentas: «Cuando todo se tambalea, ellos nos ayudan a mantenernos anclados a lo esencial. Son roca y fortaleza para nosotros».

pobres 2

El arzobispo ha insistido en que este Jubileo de los Pobres no puede quedarse en palabras: «Estamos llamados a construir signos concretos de esperanza: acciones que unan, presencias que acompañen, luchas que defiendan a los más frágiles». Ha agradecido especialmente a quienes trabajan cada día con las personas en situación de vulnerabilidad: «Sois un signo de esperanza para la Iglesia, testigos de una Iglesia que no se queda en los templos, sino que sale samaritanamente a los márgenes de Madrid».

Finalmente, ha invitado a toda la diócesis a seguir creando signos de fraternidad, sin miedo a las dificultades: «Basta con dar pasos concretos: abrir puertas, compartir el pan y la Palabra, crear espacios comunitarios, caminar juntos hacia una sociedad de los cuidados».

«Que Dios nos ayude a que esta Iglesia de Madrid siga siendo una Iglesia que camina con los últimos, que siembra esperanza en medio de la ciudad. El futuro —ha recordado— no es fruto del miedo ni de la fuerza, sino del amor humilde y resistente de quienes siguen a Jesús».

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