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Jueves, 08 septiembre 2022 08:21

«La madre Alfonsa Cavin vivió poniendo su vida al servicio de los demás y buscando hacer siempre el bien»

«La madre Alfonsa Cavin vivió poniendo su vida al servicio de los demás y buscando hacer siempre el bien»

La vida de madre Alfonsa Cavin, fundadora de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, fue en entrega total a la voluntad de Dios hasta en la cruz de las incomprensiones y el desprecio, que pervivieron incluso después de su muerte. Ahora, esta monja nacida en Francia en 1816 y cuyos restos mortales se encuentran en Pozuelo de Alarcón (Madrid), inicia su andadura hacia los altares tras la apertura de la fase diocesana de su causa de beatificación, el pasado lunes, 5 de septiembre. Aunque para las misioneras «ya es santa».

Sor Isabel Vázquez es la actual superiora general de la congregación. Aún se emociona al recordar el acto, que supone para ellas «una alegría muy grande». Una alegría también por haber contado con la presencia del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para «sacar adelante este sueño».

Lo vivieron, destaca ya de regreso en Barcelona, con «una gran serenidad» y a la vez «con una gran responsabilidad, porque hacemos justicia a nuestra fundadora: que sea reconocida por la Iglesia universal». De ella se conservan muy pocos de sus escritos —perdidos durante la Semana Trágica de Barcelona y la guerra civil—, pero suficientes para aproximarse a una figura singular. Gracias a ese «hilo de oro» se sabe que madre Alfonsa soñaba con que «quizá el instituto se extienda por todo». Y esto, afirma sor Isabel, «es hoy un hecho».

Las misioneras son ahora «herederas y artesanas» de un carisma que la madre Alfonsa resumía en mujeres «llamadas a seguir a Jesús misionero, que pasó haciendo el bien, enseñando y curando». O, en otras palabras, «sanar educando y educar sanando». En resumen, como decía la propia fundadora, «hacer el bien a todos». «Nosotras —apunta la superiora—, hemos añadido “y recibir”, porque recibimos también mucho bien».

Madre alfonsa cardenal

Mujer fuerte, valiente y emprendedora

Madre Alfonsa fue la sexta hija de una familia en la que creció rodeada del amor de sus padres y hermanos. Esto hizo de ella una mujer equilibrada, decidida, audaz, reflexiva y muy entregada. A los 27 años ingresó en el noviciado de la Sagrada Familia en Burdeos. Es enviada a Mataró para iniciar una nueva obra, y allí, «respondiendo a las necesidades concretas» de la educación de las niñas y la beneficencia (todo lo que tenía que ver con la sanidad), decidió abandonar «su congregación, que amaba», y fundar un nuevo instituto.

«Fue fuerte, emprendedora, y a la vez tuvo esa gran energía para responder a un momento y a una misión». Educar a la niñas en el modo en que las misioneras lo hacían fue una demanda de los ayuntamientos de la zona, y rápidamente comenzó la expansión del instituto. En 1885 —ya fallecida la hermana—, las misioneras aceptaron la petición de los claretianos para viajar a Guinea Ecuatorial a encargarse de las mujeres de su misión. No lo dudaron ni un segundo. En la actualidad se encuentran en España, África, Iberomaérica e Italia con colegios, residencias de ancianos y campos de misión.

Madre alfonsa guinea

Humillaciones y soledad

La superiora general reconoce que «a veces la gracia se manifiesta en las dificultades», y así fue la vida de madre Alfonsa. Estuvo «arrinconada, ninguneada» en su propia congregación, en palabras del delegado para la Cusa de los Santos de la diócesis de Madrid, Alberto Fernández. Fue «humilde hasta después de su muerte», que se manifestó incluso en el propio olvido de sus restos mortales.

Fallecida en Logroño en 1868 y enterrada en el cementerio municipal en un panteón prestado, permaneció oculta hasta que fue descubierta en el centenario de su muerte. El hallazgo fue fruto de la labor de investigación que en la propia congregación se había iniciado en 1949 para poder reivindicar a la madre, de la que hasta la fecha poco se conocía.

Madre Alfonsa monjas

Ella misma había dejado escrito: «¿Qué hará una mujer sin protección, sin apoyo, sin ánimo? Nada más que confiar en Dios de las misericordias, que no abandona al desgraciado». O también: «Privada de todo consuelo humano, mi salud se resiente algún tanto de estos sufrimientos, pero mi alma queda fortalecida en el Señor». Pero, ante todo, cumplió su deseo: «Levantar en obsequio de mi Dios y Señor ese instituto, único objeto de mis eternas aspiraciones».

La madre Alfonsa «puede ser para la Iglesia de hoy figura que dé luz», asegura el delegado, porque es «testigo del pasado, pero muy actual». «Fue una mujer valiente», sin miedos para defender aquello en lo que creía, «tremendamente caritativa», con una caridad que «nace del amor de Dios en ella», y «profundamente enraizada en el Señor y en la Virgen». «Ojalá hubiera muchas mujeres así en la Iglesia», concluye. Y la superiora añade: «Ella vivió poniendo su vida al servicio de los demás y buscando hacer siempre el bien».

¿Qué les diría madre Alfonsa hoy a los jóvenes? «Que se comprometan, que arriesguen, que tener sueños en la vida es lo que nos mueve».

Madre alfonsa cavin foto

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