Había mucha alegría y emoción contenida en el aparcamiento oeste del estadio Cívitas Metropolitano, de donde han partido en la mañana de este miércoles, 26 de agosto, 1.150 jóvenes camino a la JMJ Lisboa 2023. Para muchos será su primera JMJ y, por eso, se muestran cautos a la hora de expresar lo que sienten y lo que esperan. Saben que se van a encontrar con cientos de miles —las previsiones apuntan a que se mida en millones— de jóvenes como ellos, cristianos, de todas las partes del mundo. Y están abiertos a la sorpresa.
«No nos han contado mucho», dice Ignacio, de la parroquia Buen Suceso, pero la experiencia de la Peregrinación Europea de Jóvenes a Santiago del año pasado, en la que de entrada «no me esperaba nada», pero de la que luego recibió «muchas cosas», le hace estar con el corazón totalmente abierto. Jonathan (19 años, en laimagen inferior junto a sus padres), por su parte, espera «poder ver algo más de Dios».
Los sacerdotes que los acompañan sí saben que en Lisboa pasarán cosas importantes. Lo conocen por propia experiencia de otras jornadas, cuando eran más jóvenes, y desde su ministerio. Cada vivencia será personal, el Señor tiene sus tiempos para cada uno, pero el Espíritu Santo actúa. Pedro José Lamata, párroco de San Fulgencio y San Bernardo, acude con un grupo de 46 chavales. «Es increíble la ilusión que tienen por vivir algo que a todo el mundo le ha marcado», cuenta.
En este parroquia han estado haciendo, cada segundo viernes de mes —el primero acudían a la catedral a la vigilia de los jóvenes con el arzobispo» los Encuentros CCC: contempla, comparte y cena. «Se ha hecho mucha piña», reconoce el sacerdote, que está seguro que la JMJ, «no sé cómo, pero marcará». Y «ser testigo» de esto conmueve. «El sacerdote ve al Espíritu Santo volar rasante por las vidas de estos jóvenes; va despertando vocaciones, conciencia social, conciencia misionera, preguntas…».
En este mismo sentido se manifiesta el sacerdote Jaime López Peñalba, que justo ahora cumple los 23 años de su primera JMJ, la de Roma 2000. «Fue recién hecho mi Cursillo de Cristiandad —explica—. Allí me había encontrado con Cristo personalmente, y en la JMJ con su Cuerpo, la Iglesia». De camino al Metropolitano, «venía pensando en cómo las JMJ han marcado las vidas de tantas personas. Tantas vocaciones que ahora cuidan a los chavales nacieron en la JMJ». Y se pregunta: «Señor, ¿qué harás con ellos?».
López Peñalba acompaña a un grupo de cerca de 200 chavales: más de 160 del movimiento de Cursillos de Cristiandad, que se unen a los más de 30 de la parroquia Santa María del Pinar. Entre ellos está Ana (16 años), con su maleta y su esterilla esperando a subir al autobús y que acude a Lisboa con el deseo de «conocer a gente joven que piensa como yo de Dios», y también de «encontrarlo en los demás». A Ana la acompaña su padre, Daniel. Ana quiso hacer la Primera Comunión pero no estaba bautizada. Esto supuso el acercamiento a la Iglesia de sus padres, que ahora experimentan con intensidad su camino de seguimiento de Jesucristo. Por eso, en casa viven la JMJ de su hija como si para ellos, también, fuera la primera.
Hay padres que, en su caso, sí son conscientes de lo que vivirán sus hijos. María Dolores y Pablo han ido a despedir a su hija María Ángeles, de 16 años, de la parroquia de San Germán. Ellos son de la generación JMJ de san Juan Pablo II. «Te sientes Iglesia», cuenta la madre, «ves que somos un montón de jóvenes, y además, te lo pasas… Ligas, estás agotado, pero es una experiencia de Dios preciosa».
Pablo, por su parte, aún se emociona recordando la vigilia en el Monte del Gozo del año 1989, en Santiago de Compostela. «Aquello fue impresionante». Para él fue «una llamada especial de Dios», y no se olvida de «tantos jóvenes, en silencio, rezando con el Papa».
A estos padres, el adiós a sus hijas les llena de ilusión. Las jóvenes, como el resto de los que se juntarán en Lisboa en torno al Papa Francisco, toma el relevo. Volverán a gritar por las calles «esta es la juventud del Papa». Forman parte ya de la nueva generación JMJ.
Diócesis más numerosa
Madrid es la diócesis española que más peregrinos llevará a Lisboa: cerca de 11.000 jóvenes (6.647 inscritos junto a entre 4.000 y 5.000 de movimientos y congregaciones). Este 26 de julio han partido 2.500 madrileños, que celebrarán una Eucaristía de camino, en Salamanca, presidida por el obispo auxiliar de Madrid monseñor Jesús Vidal.
Hasta el día 31 de julio participarán en los Días en la Diócesis, una forma de vivir las realidades eclesiales locales del país que acoge. Los madrileños estarán en la diócesis de Braga y durante toda la JMJ se alojarán en Cascais. Para facilitar la estancia allí, la Delegación Episcopal de Jóvenes ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos.
En Portugal se encontrarán el 31 de julio con el resto de españoles, que la Conferencia Episcopal Española (CEE) sitúa en más de 100.000; de ellos, 75.000 están inscritos oficialmente. Ese día se celebrará, en Estoril, una Eucaristía presidida por el cardenal Juan José Omella, presidente de la CEE, a la que seguirá el festival Caminos de Juventud. En él actuarán, entre otros, Nacho Cano y sus artistas de Malinche.
El arzobispo de Madrid, monseñor José Cobo, estará también presente y será uno de los obispos que, además, impartan las catequesis en los encuentros Rise up.
