«Tras 15 años en España como inmigrante, Thimbo visita su pueblo pesquero senegalés, donde le embargan sensaciones encontradas de nostalgia y desarraigo, añoranza y despecho. Además, lidia con la peligrosa influencia que ejerce sobre los jóvenes del pueblo, que lo ven como un ejemplo a seguir y buscan emularlo con un peligrosísimo viaje en patera». Así se presenta al público 'Los cayucos de Kayar', la historia real de Thimbo, un joven que llegó en patera a España y que logró triunfar en la interpretación, llevada al cine por el director Álvaro Hernández y protagonizada por el propio Thimbo.
El corto documental, que está entre los seleccionados para ser nominado a los Goya 2025, llegó la semana pasada al Seminario Conciliar de Madrid como una de las actividades de la Sala Toribio. Guillermo Navarro, su responsable, seminarista de segundo curso, se propuso este año que con las películas que se proyectasen se pudiera ampliar la cultura, saber dónde está Dios en las historias que se presentan y ver cómo reacciona el ser humano.
Además de todo esto, 'Los cayucos de Kayar' sitúa al espectador ante una realidad de máxima actualidad, la de la migración. Pero «lejos de polémicas», apunta Nacho Hernández, también seminarista, «pone la mirada en la persona». Coloca al espectador, sin ser esencialmente emotiva ni sensiblera, añade Guillermo, ante la realidad de Thimbo. Con «naturalidad» cuenta cómo llegó a España y cómo llegó hasta donde está ahora, aunque también deja entrever sin filtros todo lo que ha perdido por el camino.
Porque Thimbo ya no se siente ni de allí ni de aquí. En Europa es negro, en su casa le llaman blanco. «Está como en tierra de nadie», cuenta Guillermo. «El ejemplo que yo doy», explicó en el Seminario y así queda reflejado en el documental, «invita a los chicos a subir a un cayuco», pero «él les dice que no lo cojan», continúa Nacho. La realidad es que «en Europa hemos ganado, pero en cosas superfluas», y sin embargo el corto refleja «lo que hemos perdido». En «Senegal las familias están más unidas, hay más niños…».
Media hora de película, media de charla
Una historia de ambigüedades, luchas, alegrías y penas que dio para mucho en el Seminario. «Plantea preguntas, pero no da las respuestas». Esas, dice Guillermo, las tiene que ir viendo cada uno, meditando «cómo puedes ayudar como individuo». El corto, es cierto, no deja a nadie indiferente. En el seminario, en un «ambiente bastante cómodo», surgió la cuestión de la complejidad del problema migratorio. «Es demasiado complicado», y ante ello, no hay respuestas fáciles.
«Mi hermano y Thimbo dicen que hay que verla en una hora: media el documental y media de charla», afirma Nacho. Efectivamente, el director es su hermano. Cuenta el seminarista que el corto comenzó en realidad como un libro, pero que para imbuirse de la historia, el director le propuso al protagonista ir a Senegal. «Y allí se convirtió en documental».
«Lo que más me gusta es la sencillez y humanidad del corto», algo que por otro lado es seña de identidad del director. «Mi hermano cuenta historias humanas, historias que hacen falta ahora, cosas bellas, profundas, importantes y que acercan a Dios», asevera Nacho (entre otro, Álvaro hizo Sueperhéroe Jesusito, protagonizado por su hija, para Rialp en 2023).
En los cayucos de Kayar, lejos de sensiblerías, la belleza formal de la cinta atrapa al espectador. «A él le gusta cuidar todos los detalles». El colorido de la fotografía y la música de Arturo Cardelús son el envoltorio perfecto de una historia que ojalá, y Nacho expresa su deseo, «la vea mucha gente».