Los diáconos permanentes de la diócesis de Madrid celebrarán el próximo 26 de diciembre la fiesta de San Esteban, diácono, con un encuentro fraterno en el Centro Juvenil Santa María de la Cabeza (Ronda de Segovia, 1).
La fiesta comenzará a las 19:00 horas con una Eucaristía presidida por el obispo auxiliar Vicente Martín en la capilla del centro, y a continuación los asistentes disfrutarán de un ágape en los salones anexos.
Se da la circunstancia de que Vicente Martín acaba de ser nombrado presidente de la Comisión para el Diaconado Permanente en Madrid. Lo hace en sustitución de Juan Carlos Vera, a quienes los diáconos permanentes entregaron un detalle de agradecimiento —un icono de Jesús Buen Pastor— en el reciente retiro de Adviento, celebrado el pasado sábado 14 de diciembre.
San Esteban protomártir
Esteban fue el primero de los miles y miles de testigos que han arriesgado la vida por su fe a lo largo de la historia, en todos los tiempos y en todas las partes del mundo. Nada se sabe de Esteban más que lo que cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles. Su nombre griego significa «corona», como un presagio del modo en que iba a culminar su incipiente vida de fe. Por su origen se deduce que era un converso de lengua griega habitante de Jerusalén.
Sin duda participó en la vida de la primera comunidad cristiana, que lo tenía todo en común y se agrupaba en torno a los apóstoles para orar y celebrar la Eucaristía. En ella, Esteban hizo las veces de diácono.
Es el protomártir, el primero de los testigos del Señor en confesarlo hasta la muerte, acaecida por lapidación hacia el año 34. Si la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos, como aseguraba Tertuliano, es plausible que la derramada por Esteban fuera la que propició la conversión de Saulo de Tarso. Ese celoso fariseo, el futuro Pablo, guardaba las capas de los verdugos y todo apunta a que fue enviado por el Sanedrín para dar fe de la muerte del diácono.
A San Esteban se le representa con las piedras de la lapidación y la palma del martirio. La gruta donde se conmemora su muerte se encuentra a los pies del lugar en el que se alzaba el Templo de Jerusalén, frente al valle del Cedrón y en la zona opuesta a la basílica de Getsemaní. Es una capilla propiedad de la iglesia greco-ortodoxa, y en ella una cruz indica el lugar donde la tradición sitúa el martirio.