Cada Jubileo que se está viviendo en Roma durante este año santo de la esperanza es especial y tiene sus matices propios, pero hay una cosa que los une a todos: el sentimiento de Iglesia, de pertenencia a la Iglesia, de ser Iglesia, que genera en los peregrinos que acuden a la Ciudad Eterna.
Así le ha pasado a Belén, profesora de Ciencias Geológicas en la Universidad Complutense de Madrid, que ha viajado este pasado fin de semana para participar en el Jubileo del Mundo Educativo. Lo ha hecho en la peregrinación organizada por la Pastoral Universitaria de la Diócesis de Madrid, en la que han participado cerca de 50 profesores de universidades privadas, públicas, religiosas o no. El director de la pastoral, Fernando del Castillo, y la delegada de Jóvenes, Laura Moreno, los han acompañado (en la foto principal, todo el grupo).
Gente «bastante variada» que han acabado haciendo un «grupo majo del que pueden salir cosas para el futuro». Así lo espera Belén, que ha vuelto «muy unida a la Iglesia» porque, más que una frase del Papa que se le haya grabado en el corazón, ha sido la vivencia de «ver que formas parte de una Iglesia muy grande y muy viva; te sientes parte de la Iglesia universal».
Reconoce Belén que quizá este año, si no hubiera sido por esta peregrinación, no habría viajado a Roma. Y por eso subraya el hecho «de ir todos juntos, como Pastoral Universitaria», y de conocerse entre ellos y poder compartir estos días (imagen inferior, en el aula histórica de la Universidad Gregoriana). Y este es el matiz particular que ha tenido la peregrinación de la pastoral.

«Lo importante es que los alumnos encuentren su vocación»
Es lo mismo que pone de relieve Isabel, profesora de Empresariales en la Universidad Pontificia Comillas (ICADE). «Cómo voy a decir que no» a una peregrinación con su grupo de profundización en la fe al que acude cada dos semanas gracias al departamento Comillas Espiritualidad. Además, hubiera supuesto perder el «súper regalo» que ha sido «compartir con gente de otras universidades». «Admiro mucho a los de la públicas, que son allí también testimonio».
Destaca de estos días, que han sido de auténtica peregrinación porque también ha habido cansancio, el «corre que te corre», el comer de aquella manera, pero ante esto, siempre buenas actitudes, la confianza de «donde el Señor nos lleve», la apertura a todos, «en vez de sentarnos con nuestro grupo, nos mezclábamos» compartiendo «cosas tan profundas…».

Pero si solo tuviera que quedarse con una cosa de estos días, sería «las sonrisas: tantas que la gente me ha dedicado, aunque la primera la del Papa, esa sonrisa que es paz; luego, la de los cientos de sacerdotes jóvenes que distribuyeron la comunión [en la Misa jubilar del sábado], y esto es esperanza; la sonrisa de aquellos que llegaron con heridas y hemos sido testigos de cómo al final sonreían; la del propio don Fernando [Fernando del Castillo]; la del párroco de la iglesia de los españoles de Montserrat…» (en la imagen superior).
Ahora, ya en Madrid de vuelta, Isabel empieza a reposar lo vivido. En su ser docente desde el carisma ignaciano sabe que «tu trabajo es también parte de tu misión, pero esto no te quita la soledad de tu despacho» o el lidiar con los alumnos. Por eso «necesitas esta energía» del Jubileo y las palabras del Papa, «que lo importante es que los alumnos encuentren su vocación, el sentido de su vida; si es Dios, mejor, pero que haya un sentido, más allá de que sean los mejores profesionales». Traducido en pedagogía ignaciana, que sean «los mejores para el mundo», y subraya al profesora el «para». (en la imagen inferior, todos los profesores de Comillas en Curia de la Compañía de Jesús).

Congreso Constelaciones educativas. Un pacto con el futuro
El grupo participó en el Congreso Constelaciones educativas. Un pacto con el futuro, organizado por el Dicasterio para la Educación y la Cultura. Fernando Viñado, vicerrector de Alumnos y Formación Integral de la Universidad Francisco de Vitoria, también peregrino, destaca los tres ejes que se abordaron: la educación, aun siendo un derecho universal, apenas llega a una parte pequeña de la población, por eso «tenemos que dar pasos para que la educación llegue a los más pobres y excluidos».
En segundo lugar, en la educación se ha de procurar «la plenitud de la persona»; y, por último, la «educación es una herramienta enorme, fenomenal, fabulosa, para aportar esperanza». «Es posible la esperanza y Dios nos está esperando», concluye.
